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UN MODO DE BAJAR EL GASTO DEL ESTADO


Día llegará en que esta vergonzosa y denigrante payasada que es el manejo de la economía nacional se termine. Espero como todos que así ocurra. No estoy hablando de los últimos 10 años, aunque podría, sino de siempre. El manejo del gasto argentino es una improvisación y una estafa desde los comienzos de la Nación.  


Como lo han puntualizado destacados economistas y expertos, con los que coincido,  el gasto público es la madre de todas las desgracias que asuelan a nuestro país. Allí están acumuladas todas las prebendas, las corrupciones, las ineficiencias, los errores, las ideologías monetizadas, el clientelismo, los puestos públicos de favoritismo político, el populismo, el nepotismo, las ideas obsoletas, un sistema jubilatorio injusto para los que aportaron pero un regalo para los 3.000.000 de jubilados sin aportes que se agregaron dadivosamente en los últimos 6 años, y decenas de miles de nombramientos.



Se suman los efectos de las políticas industriales amiguistas, entendiendo por tal no la de los amigos del poder, sino la de los especiales industriales locales, que se hacen amigos de todos. Sin contar los perjuicios cambiarios que generan estos personajes, están también allí los concesionarios de obras públicas, expertos en no terminar las obras y hacer juicios al estado, los contratistas, los concesionarios de tecnología que son los viejos constructores reconvertidos y los miles y miles de proveedores del estado, muchos seguramente serios, pero muchos más directamente expoliadores.



¿Cuántos Ciccone hay en nuestros presupuestos? ¿Cómo los detectaremos? ¿Cuántas empresas que facturan sin prestar servicio alguno existen en el orden nacional, provincial y municipal? ¿Cómo detectarlas y eliminarlas? ¿Cuánta tercerización con retorno del 50% pulula en nuestras cuentas? Las usinas de facturas truchas, que servían en su origen sólo para justificar coimas de privados a funcionarios con la venia de la Afip,  ahora han evolucionado y son directamente fábrica de gastos inexistentes que se reparten ana-ana entre el funcionario y el dueño de la «empresa».



Rubros no menores, como los subsidios indirectos elefantiásicos vía empresas de prestación de servicios, ineficientes y sospechados, son hoy apenas una cifra larguísima sin explicaciones. A ello se le ha incorporado en los últimos años el truco de la creación de empresas (sociedades anónimas) de estado, que compran gas, por ejemplo, para venderlo a precio vil a los consumidores, generando una sola partida deficitaria que no se investiga porque las sociedades anónimas son consideradas «empresas privadas» en la peligrosa dialéctica del estado. 

         Se puede caer en la simplificación de culpar sólo a los actuales gobiernos por este estado de cosas. Sería un acto de generosidad para todos los otros gobiernos y una buena manera de no poder resolver jamás el problema del sobregasto. Es justamente la mescolanza y superposición de barbaridades la que hace tan difícil bajar el gasto. Los derechos adquiridos y los intereses creados son los muros impenetrables del sistema que es supra estado, un econo-sistema, autónomo y con poder de resiliencia infinita y con poder de fuego, además. Los mismos que se burlan de las leyes, la gente y el derecho, gritan ¡inseguridad jurídica! cuando se mete el dedo en sus contratos y ventajas espurias.



         Las leyes de inamovilidad laboral, la acción sindical y de múltiples grupos políticos, la utilización de los presupuestos como moneda de cambio político, las centenas de miles de contratos temporarios laborales o de tercerización que implican siempre un juicio potencial, son un cepo que torna imposible bajar el gasto.



         La administración de CABA, para no incurrir en el facilismo de usar ejemplos nacionales, es un ejemplo de la acumulación de todos los formatos mencionados, y también un ejemplo de la imposibilidad de resolver el deliberado laberinto de la burogastomanía depredadora. Entrar en su presupuesto es un viaje kafkiano desesperante. Y no se trata de planeros subdesarrollados del conurbano, sino de abogados «exitosos» de Capital Federal, por ejemplo.



         Por estas y otras razones, los gobernantes, aún los pocos decentes y bien intencionados que existen, optan no por la baja de gastos, sino por equilibrar el presupuesto vía un incremento de los impuestos, tasas, gabelas, exacciones y otros trucos que saturan nuestro sistema. Con una recurrente inflación licuadora, el mecanismo parece eficaz. Por un tiempo.  Hasta que el metasistema, lleno de contratos y licitaciones poison pills descubre que también han aumentado los recursos y comienza a apoderárselos cual un cáncer. Y además, con este mecanismo la carga impositiva es enorme y creciente. 


         El gasto se convierte así en la causa de la inflación, el endeudamiento, la pobreza, la ineficacia en la prestación de servicios por los que la población paga, y en una colosal máquina de pérdida y destrucción de oportunidades.



         Ahora empecemos a pensar en resolver el problema. O a eliminarlo.




Decisión, convicción, persuasión.

     La decisión política es, como en todas las grandes causas, un proceso de una vida, o de un minuto. Hay ya mucha gente convencida de la necesidad de una transformación en serio. De entre esa gente deben salir los líderes del cambio.

 El líder o los líderes que estén dispuestos a este acto heroico debe o deben tener una convicción profunda, que será reforzada con el aporte de técnicos que los ayuden a entender no sólo la magnitud del problema, sino la esencia, génesis y formatos de los grandes grupos de usinas de gastos que se enquistaron en el sistema de gastos del país.


         Esa convicción debe ser compartida, preferentemente por varios partidos, entidades, organizaciones cívicas, educativas, empresarias y aún si se puede, sindicales. Esta convicción política debe estar reforzada por la convicción técnica de la conveniencia del cambio. Un análisis a fondo de la historia presupuestaria y fiscal del país será fundamental.


         Y esa convicción, de la que el lector seguramente ya está dudando a esta altura, deberá ser reforzada por la acción de la comunidad en sus formas modernas de presión política, como veremos más adelante. 

         Al hablar de convicción, apunto  no solamente a la fuerza que se debe tener para convencer a otros líderes de emprender la epopeya, sino a que se requerirá mucha seguridad en el proyecto, porque cada partida, cada concepto, cada subrubro, será defendido con uñas y dientes bajo el lema de la Patria, la soberanía, las fuentes de trabajo, el autoabastecimiento, la dominación extranjera y otros argumentos similares, que se esgrimirán en discusiones públicas y privadas, pero al mismo tiempo con artilugios, trampas, acomodos, corrupción, operaciones de prensa, y toda la artillería con que se han defendido históricamente todas las prebendas que se han mencionado. 

            Debe comprenderse que todo ese lenguaje supuestamente socialista es utilizado por los ladrones del gasto, que suelen contar con la complicidad ideológica o paga de quienes hablan ese idioma. La convicción de que el gasto y su socio infaltable, el populismo es la razón de todos los males que padece la economía nacional y la gente, servirá no sólo como argumento sino como forma de templar el ánimo. 

            Esos ladrones del gasto, también están embebidos en nuestra sociedad, se casan con vuestras hijas, nos invitan a sus fiestas, se asocian a los mejores clubes y son respetados como grandes empresarios, cuando son apenas ladrones públicos con autos caros. También nos contratan como ejecutivos o asesores y avisan en todos los medios importantes y nos auspician a muchos periodistas.


Este párrafo es para demostrar lo difícil que resultará la tarea, aun cuando se lleve a cabo con pleno apoyo político .


         Un aspecto no menor será la capacidad de persuadir, de negociar con la comunidad, de hablar con claridad planteando la necesidad de la revisión, sus costos y beneficios. La población jugará un rol vital en el proceso, por lo que todo esfuerzo en instruirla, convencerla, hacerla participar y rendirle cuenta periódicamente de los resultados obtenidos será importantísimo. La ciudadanía debe movilizarse en apoyo de esta política de estado, y para eso debe conocer los porqués, y los excesos. La indignación con que la gente procesa casos como el de la Imprenta Ciccone indica que habrá que tener varios casos preparados no judicialmente, pero si mostrando con crudeza lo que ocurre y el modo en que el dinero de la comunidad es robado por los amos del presupuesto.


         Quien haga esta tarea debe tener a la gente de su lado, para lo que la integridad, seriedad, capacidad, conocimiento y humildad serán atributos irreemplazables. La  contrapartida al apoyo de la gente, será la lealtad de los líderes de este cambio, y la sinceridad que pongan en su tarea y su relación con la gente.  Para resumir, la prepotencia como método de gobierno, no sólo no es democrática, sino que es ineficiente.


La primera tarea
 
                                  
         El trabajo se trata de un desarrollo técnico. No sólo de técnica económica, acaso no tan importante al efecto, sino de técnica de proyectos y presupuestaria, más la utilización de profesionales en políticas públicas, tareas para las que existe formación académica en el país, cuyos frustrados egresados por supuesto  tienen poca o ninguna salida laboral.


         La primera sensación a la que tenemos que hacer frente es de imposibilidad ante la complejidad descripta,  lo que tiende a llevar a soluciones simplistas, el lápiz rojo, el ogro con la libretita diciendo que no a todo, la prohibición o restricción legal o económica, todos mecanismos que no recomendaría, primero porque han fracasado demasiadas veces, y segundo porque se corre el riesgo de extirpar las partes sanas del enfermo y dejar las partes infectadas, en especial por el efecto de la corrupción, el gran enemigo a enfrentar. O sea, dejar sin gasas o médicos a los hospitales pero mantener incólumes los miles de contratos delictivos que nos agobian.


         El primer paso debe ser establecer cuál debería ser el nivel de gasto adecuado, con prescindencia de la situación presente. Imaginemos entonces un diseño de políticas públicas en cada ministerio, (una vez que se determina a su vez que el ministerio es relevante) Luego se determinan las necesidades de gastos para cumplir esas políticas con estudios específicos de administración. Las universidades tendrían una magnífica oportunidad de contribuir y al mismo tiempo desarrollar conocimiento sobre el funcionamiento del estado. 

         En una primera fase, no se realizarán innovaciones en el sistema ni en los mecanismos de cada función a cubrir, proceso que debe dejarse para otro paso más adelantado, cuando los funcionarios estén familiarizados con los procesos y formatos que surgirán en esta etapa. Por supuesto que los funcionarios de cada sector participarán en la tarea, lo que les permitirá adquirir un mayor conocimiento de sus áreas. Nunca más los funcionarios pueden ignorar cómo se componen las partidas y conceptos existentes en sus respectivas jurisdicciones.


              La ignorancia del contenido del presupuesto, que he podido constatar en cuanta oportunidad tuve de hablar con los funcionarios de cualquier partido y cualquier administración, es cómplice de los ladrones públicos. Nadie sabe lo que pasa dentro del presupuesto. Esa es la idea central. Que nadie sepa nada. 
 

         Las erogaciones que no son de orden administrativo, sino resultantes de políticas públicas, serán determinadas por equipos de especialistas que en una primera etapa no formularán propuestas de cambios en los sistemas, pero adquirirán en este proceso un poderoso conocimiento que aplicarán más tarde. 

         En cada paso se emplearán profesionales o estudiantes avanzados de distintas disciplinas, desde los especialistas en presupuesto a los de administración de empresa y del estado y planificación.


         Al completarse esta etapa, se tendrá un prototipo de presupuesto que en definitiva mostrará los gastos en que se debe incurrir para hacer lo mismo que se hace en la actualidad, con igual cantidad y calidad de prestaciones. Quienes hayan participado  tendrán una cantidad de información sobre los excesos e irregularidades contenidas en los presupuestos actuales, a la vez que serán una fuente muy rica de ideas para otra futura etapa superadora.


Redundo para no correr el riesgo de que no se me entienda: se debe crear un grupo de expertos que comprenda los presupuestos, las mecánicas de las licitaciones y los contratos, el negocio de los juicios perdidos. Para ello hay que formarlos, y se hará mediante esta misma tarea y con charlas de intercambio y formación especialmente organizadas. Los pocos que conocen estos manejos, están hoy del lado del mal.



Contratos, tercerizaciones, concesiones, sistemas de subsidios y «Sociedades Anónimas» del estado.

         Cada uno de los contratos y sus prórrogas de cualquier índole o formato, concertado por el método que fuese, será analizado por un equipo multidisciplinario, (explicaremos el modo) en su génesis, su razonabilidad, sus costos y los reclamos generados. Se elevará a juicio cualquier contrato irregular. Se hará un seguimiento de vencimientos para evitar las prórrogas automáticas. Se anularán los contratos irregulares con procedimientos legales. Se adecuarán las leyes  para evitar la industria del juicio. 


         Se identificará a los titulares reales de todas las empresas que contraten con el estado, lo que está ya legislado actualmente. Todo contrato o concesión con empresas sin identificación de sus accionistas EN EL MOMENTO de la contratación, será pasible de ser anulado. Toda transferencia de titularidad de un contrato o de las acciones de un contratista, deberá contar con la aprobación del estado. 

         En este rubro se prevén rápidos éxitos y resultados. La ciudadanía deberá ser informada rápidamente de los hallazgos, los juicios y los ahorros producidos. El efecto Ciccone debe permear a toda la sociedad, que se debe transformar en auditor del estado.



Subsidios

         El sistema de subsidios de cualquier tipo debe ser modificado en la planificación para propugnar su cambio en la realidad. Cualquier tipo de subsidio será entregado directamente al beneficiario, en una cuenta de ahorro, caso por caso. 

         A esta altura de la tecnología y el espionaje, es absolutamente fácil determinar quién es pobre, cuántos hijos tiene, consumo eléctrico, calidad de vivienda, etc. Entonces, distribuir subsidios entregándoselos a empresas, punteros, Milagro Salas u otras ONG’s, es no solo ineficiente sino una fuente de corrupción y desperdicio. Las tarifas deben ser únicas, y los problemas de equidad resolverse con subsidios directos.  De paso, el mecanismo evitará los beneficios repetidos, como los abusos en los planes, asignación universal por hijo, gas, electricidad, etc.

         Una tarjeta y registro único de beneficiarios de subsidios es vital para la equidad, la eficiencia y el contralor. No es difícil y será muy útil. El reflejo de esta política en el presupuesto será muy notorio.
         
         Una reflexión. Deben descartarse de planos los planteos del tipo «Habiendo tantos otros gastos y robos que cortar, ¿por qué cortar justamente esto?» Ese pensamiento es paralizante y minimizante. Siempre habrá otros gastos, prebendas y robos que cortar, menos el que le interesa a cada uno.


         
Dos Presupuestos

    Tendremos en ese momento dos presupuestos. El vigente determinado a dedo como habitualmente, y el presupuesto modelo recién confeccionado. No hace falta mucha elaboración para comprender que las diferencias serán notorias y muy trascendentes. En ese momento, la sociedad debe ser informada de cuánto costaría el manejo de la cosa pública de utilizarse el nuevo criterio, y de cuáles serían los efectos impositivos, cambiarios y económicos en general a nivel de los particulares en caso de aplicarse. Ese nuevo presupuesto deberá publicarse y discutirse.


        ¿Cuál sería el objeto? Que la ciudadanía advierta el enorme desperdicio contenido en las cuentas actuales. La terrible diferencia entre lo que se paga de impuestos y lo que la comunidad recibe de retorno.  Esa diferencia, es la que nos permitiría uno de dos caminos, o una mezcla de ambos:

a.     Bajar la presión impositiva liberando así recursos para el crecimiento y la inversión.

b.     Mejorar en serio la equidad vía prestaciones adicionales a los sectores más desfavorecidos.


       
          A partir de ese momento, empieza el proceso, (que es una técnica) de pasar del presupuesto de hoy al nuevo presupuesto. Eso implica una larga tarea que no se podrá realizar de un día para otro, pero que tiene que tener un paso firme y continuo. Para ello no sólo hace falta una política de estado, sino que la ciudadanía, con los mecanismos que hemos propuesto y con nuevos mecanismos que la comunidad, vía su opinión y las redes sociales y otras acciones, imponga. Nada de eso ocurrirá si no hay una convicción de la sociedad de la necesidad del cambio. La sola diferencia entre el presupuesto actual y el Nuevo Presupuesto puede ser un incentivo muy valioso.



              
             En esa tarea, cada Ministerio y cada una de sus reparticiones tendrá su objetivo, y la estructura que hemos propuesto tendrá la tarea de exponer a quienes no la cumplan. En este camino, aparecerá el obstáculo  contundente de los sindicatos, las tercerizaciones, los contratistas, los salvapatrias, los industriales, los supuestos dadores de empleo.

                   Por eso la persuasión y comunicación a la sociedad, más leyes que deben ser promovidas y forzadas por la sociedad, serán vitales para este proceso.


                   Todo lo escrito hasta aquí vuelve a poner sobre la mesa la dificultad para bajar el gasto. Seguramente los mismos que hoy claman por su baja inmediata dirán que este camino es estrambótico y larguísimo. Sigo pidiendo que se proponga una idea alternativa, o que se hagan modificaciones a este trabajo que lo hagan más factible y/o rápido, pero que no se declamen proclamas de reducción de gasto o de déficit sin aportar ideas concretas de los cómos y cuándos.

                     ¿Por qué? Porque cualquier corte del gasto manu militari será inequitativo y no meterá la mano en la corrupción, lo que es inmoral, ineficiente, injusto y precario.  Cuando Ricardo López Murphy propuso su modesto recorte al presupuesto que le costó el cargo y al país el default, lo hizo vía la eliminación de un incremento propuesto al presupuesto universitario. Sin entrar en juicios sobre la procedencia de ese incremento, su intento fue desesperado, justamente por la imposibilidad, dada la urgencia, de entrar en el presupuesto en profundidad, una empresa imposible sin un Van Helsing ad hoc.

        Si no surge alguna otra propuesta seria o combinación de propuestas, resignémonos a la licuación del gasto vía inflación, devaluación, crecimiento o similares. Que además de hacer renacer el problema con la autoindexación del gasto y el robo, no eliminan la corrupción, que es inmoral y peor aún, crea enormes inequidades e ineficiencias.

        Quien haya encarado en la práctica este tipo de tareas, siempre rehuídas también en el ámbito privado, sabe que la tarea requiere técnicas, perseverancia,  firmeza y constancia. Y algo de inteligencia. Por sobre ese bagaje, el apoyo de la población. Por eso la necesidad de ser capaces de persuadir, que no significa empaquetar, como rápidamente traducimos los argentinos. Persuadir es además tomar compromisos, fijarse metas, rendir cuentas a la sociedad. En una palabra, hacer el trabajo que deben hacer quienes pretenden ser funcionarios públicos. En otra palabra, mejorar la calidad de la pobre  democracia local.

            La pregunta que he  escuchado cada vez que propuse algún cambio de fondo es siempre «¿en qué país o empresa se hizo o hace esto?»  La pregunta tiende a hacerme excluir de mi directorio de seres inteligentes a quien la hace, por la precariedad de coraje, innovación y calidad de pensamiento. Pero da la casualidad que tengo un ejemplo: SUECIA.

            El país que los argentinos calificamos rápidamente de socialista, estaba, con ese socialismo, fundido en 1993. Su gasto era el 73% del PBI. Su deuda era impagable. Su sistemas jubilatorios y de salud caían a pedazos.

            Funcionarios y políticos inteligentes tomaron la decisión increíble: bajar el gasto. Para ello, se ataron las manos con leyes y promesas con metas concretas que prometieron a la comunidad y que fueron cumpliendo:  Bajar el gasto en valores absolutos y porcentuales. Solucionar la crisis en el sistema de salud, educativo, de pensiones. Por ejemplo.

            20 años después, el gasto de Suecia medido en PBI es más bajo que el de Francia o UK, y está al mismo nivel que la Europa civilizada. Su sistema de jubilación ya no es de «solidaridad», sino que tiene el fondo privado más grande del mundo a esos efectos.  Su sistema de salud es mixto, es decir privado-estatal. Su sistema educativo es pagado por el estado pero gerenciado por particulares.

            ¿Socialista? Hablamos porque es gratis. Reconozco sin embargo, que los suecos, además de ser suecos, no tuvieron que luchar contra la corrupción organizada de sus contratistas, industrialistas, protegidos, prebendarios y perennes amigos del poder. Pero se puede. Y no me diga que no somos suecos porque la autolástima me deprime.

            Justamente porque reconozco el peso enorme de tamaño enemigo, es que propongo la acción continuada y creciente de la comunidad. Como una presión permanente y vociferante para impedir que la corrupción no sea el rubro principal del presupuesto. Ya que no los mataremos como en otras época, que sufran el miedo al escarnio o a no ser elegidos.

            La comunidad puede elegir no participar y seguir twiteando o insultando en Facebook. Es su derecho. También lo es drogarse, emborracharse, jugar al truco o simplemente sentarse  a tomar sol.
            

¿QUIÉNES HARÁN LA TAREA?
                                              
  a. Auditor General del Presupuesto

   


1.         El Presidente de la Nación designará al Auditor General del Presupuesto, quién le reportará directa y exclusivamente.

2.         Durará cinco años en su cargo y será inamovible, con las mismas condiciones que rigen para un senador o para el Presidente del Banco Central.

3.         Se realizarán audiencias públicas y compulsas en las redes sociales y otros medios para la designación de este funcionario.

4.         Desarrollará su tarea de manera ad honorem, al igual que todo el personal, asesores o cualquier otro colaborador que designase, en horario parcial o total.

5.         El personal designado por el Auditor podrá ser removido por éste sin necesidad de procedimiento alguno.

6.         Este funcionario y quienes él designare, estarán sujetos a las leyes y reglas de comportamiento y conducta que rijan en la Administración para todos sus funcionarios.

7.         El Auditor General tendrá las mismas inmunidades que un Senador de la Nación, pero sólo podrá ser removido o suspendido con el voto favorable del 75% del Senado.

8.         Las Provincias y Municipios designarán funcionarios con el mismo tipo y atribuciones, tareas y responsabilidades que este funcionario, con relación a sus respectivos presupuestos.

9.         Este funcionario no podrá a partir de la fecha de su designación, y por 10 años luego de que deje de ejercer el cargo, desempeñarse en ningún cargo electivo o no, del estado para el que ha sido designado. Tampoco desarrollar tarea alguna en empresas u organizaciones que  tengan negocios con el estado durante el tiempo de su nombramiento.  

10.    Sus funciones abarcarán el análisis de cada uno de los rubros del Presupuesto y  de todas las empresas del estado cualquiera fuera su forma jurídica. Podrá requerir de la autoridad de aplicación que se le provea de cualquier clase y detalle de información o documento que determinara. También podrá requerir del Poder Judicial información detallada de cualquier juicio o disputa judicial en el que el estado sea o haya sido parte. La negativa a proporcionarle información colocará a quien se la negare en situación de incumplimiento de los deberes de funcionario público, con más las penalidades y acciones legales que se establezcan.

11.    Este funcionario no podrá efectuar cambio alguno ni en la composición ni en la ejecución del presupuesto en cualquiera de sus formas. En cambio, elevará informes al Presidente de la Nación y al responsable directo de la ejecución de la partida respectiva, sobre sus conclusiones, de modo orgánico, y las hará conocer a los medios de comunicación y redes sociales principales, mediante un sitio web específico

12.    En cumplimiento de su tarea, podrá requerir información de cualquier funcionario o empleado del estado de modo directo y solicitar información o aclaraciones pertinentes a cualquier empresa, estatal o privada, organización de cualquier tipo o particulares que tengan negocios con el estado.

13.    Tendrá la obligación de elevar a la Justicia con su correspondiente informe, cualquier irregularidad que configure un delito de orden público, que detecte en el cumplimiento de su tarea.

14.    En casos que considere adecuado, recomendará a las autoridades con competencia, cambios, renegociaciones o anulaciones de contratos o compromisos de cualquier índole, y realizará el seguimiento de dichas recomendaciones.

15.    Cuantificará trimestralmente los ahorros que se hubieran producido con su gestión, y los comunicará al Presidente de la Nación y a la opinión pública.

Se buscarán modos de coordinar esta tarea con la SIGEP y la AUDITORÍA GENERAL DE LA NACIÓN


                                                                                                    
Todo personal con cualquier formato de contratación, profesional o no, agremiado o no, con forma jurídica o no, sólo podrá desempeñarse de modo ad honorem. Se compensarán gastos de viáticos, movilidad y similares con partidas muy modestas.

                                                                     
Si, se trata de un auténtico Zar del Gasto Público, de modo de que no sea el propio estado el que se analiza, regula y audita, con los resultados conocidos hasta hoy.

La idea central es que la ciudadanía participe y se informe de lo que se está intentando, y de fijar metas de resultados y finalmente, de conseguir el suficiente conocimiento del presupuesto como para formular propuestas superadoras y nuevos mecanismos y criterios para las políticas públicas, pero recién una vez que se consiga eliminar los excedentes presupuestarios enquistados.

El formato de trabajo pro bono, tiene que ver con la necesidad de no aumentar el costo de la administración, pero también con la idea de involucrar a los factores profesionales de la comunidad en las funciones de contralor del estado.  Ya que el gasto es un factor condicionante del nivel de impuestos, del tipo de cambio y finalmente del bienestar, parecería adecuado transferirle su contralor a la ciudadanía, para lo que, lamentablemente, habrá que acostumbrarla a hacerlo, sacándola de su indiferencia, escepticismo, ironía y descreimiento, que permite la impunidad generalizada de nuestro sistema presupuestario.


Este formato pro bono también tiene que ver con la necesidad de que la tarea sea efectuada por profesionales con conocimiento y experiencia en temas presupuestarios, contratos, contrataciones, licitaciones y tercerizaciones. Todo ello sin gastos adicionales. Deberá entonces convencerse  a esas personas con valiosa experiencia técnica y práctica, de darle un formato concreto al patriotismo que todos declamamos.


Muchos expertos y técnicos consultados, han manifestado que no disponen del tiempo necesario para colaborar. Nada puede hacerse ante esa respuesta, salvo ponerla en conocimiento de la comunidad para que sopese las opiniones de quienes no están luego dispuestos a poner el hombro y arriesgarse en la tarea. El término «opinator» les estará entonces bien empleado.

No hay duda que esta idea del trabajo pro bono tendrá muchos detractores que calificarán el concepto de romántico, entre otras cosas. Es sugerente que un país como Estados Unidos, según el concepto popular frío capitalista, tenga como una institución arraigada el trabajo pro bono de sus profesionales, inclusive los estudios más destacados. Lo mismo ocurre con el voluntarismo, una institución en EEUU y Europa.  Mientras en un país que clama contra los políticos y se considera sensible, sus profesionales y ciudadanos más capaces «no tienen tiempo para ocuparse»


El tipo de tarea, necesariamente multidisciplinaria, y el formato de retribución, implicará que se deban  desarrollar modelos de colaboración online, desde un modesto Dropbox hasta sofisticados mecanismos de workflow. Por supuesto, quienes no estén familiarizados con estas tecnologías deberán aprenderlas. De paso les vendrá bien en sus actividades privadas.

b.El grupo

Se asignarán grupos de especialistas a reparticiones o áreas específicas y aún a casos específicos. Seguramente en todos los casos harán falta contadores, abogados y economistas aportando su enfoque particular. Otras especialidades serán necesarias según el caso. Habrá que crear un pool de expertos disponibles para consultas, a fin de evitar requerir de mucha gente en cada proyecto. Se procurará en cada caso que en cada grupo haya alguien con experiencia práctica en manejo de situaciones presupuestarias, licitaciones, personal y similares, dado que lo que su busca es detectar irregularidades y deficiencias y eliminarlas, junto con sus efectos. 

Eso permite que no se requiera en un comienzo de mucha gente, y de que quienes participen vayan cobrando experiencia que luego transferirán. No hay una carrera de reducción del gasto vía detección de excesos, corrupción y despilfarro en ninguna Universidad del  mundo. 

La concepción sería empezar con pocos casos en pocas áreas. Allí se evaluarían resultados y se haría experiencia, tanto a los niveles de conducción como en los aspectos técnicos, tecnológicos y comunicacionales. La ciudadanía tiene que ser informada de las expectativas, de los resultados, de los errores y de los pasos futuros. Debe poder criticar, aporta  y demandar más resultados de quienes lleven adelante este emprendimiento.  El paso se acelerará solo, a medida que se incorporen los jóvenes, cuyo futuro es el que está en juego, las redes sociales, los nuevos mecanismos y canales participativos.


Estos jóvenes que hoy nos parecen irresponsables y livianos, deben tomar la posta, y por su propio bien, hacerlo mejor que nosotros, los que sabemos todo de tantas cosas.




¿QUÉ ES LO QUE DEBE ENTENDER  LA SOCIEDAD?


La pregunta que se harán muchos de quienes lean este trabajo, o de quienes lean algunos títulos, será:  «¿para qué todo esto?  Licuemos el gasto con inflación, devaluación o crecimiento y después controlémoslo para que no suba.  Es posible pensar así, ciertamente. Pero se dejarían de lado las enseñanzas de la historia. La corrupción en el gasto es muy grande. Hay técnicas de infiltración en la administración pública que los grandes lechones que maman del estado conocen a la perfección. El gasto se recicla, se indexa, vuelve a crecer. Donde ayer había contratistas de construcción haciendo caminos a ninguna parte o represas que siempre terminaban en juicios que se perdían, ahora están los mismos vendiendo variantes más sofisticadas. No es la intención hacer un anecdotario de comportamiento de prohombres nacionales sobre el tema, pero puedo hacerlo si me molestan.

Con tamaña corrupción contenida, ¿quién está dispuesto a cortar un sueldo, justo o injusto, o suministros a un hospital, o a una escuela, o a una Universidad buena o mala, mientras los nombres de la corrupción se llevan la crema de los ingresos del país?


¿Y qué otra manera concreta tienen quienes creen que no debe ser así, para bajar el gasto y consecuentemente la carga fiscal y hacerlo más eficiente? Escucho propuestas.


Cuando se protesta por la corrupción, ¿qué solución se espera? «La cárcel» - me responden. Sí, pero primero hay que detectar las decenas de miles de Ciccones que nos chupan la sangre. Y este caso se descubrió por una esposa que quería su cuota alimentaria y su parte ganancial. Tardará mucho el ajuste de ese modo.
Cuándo los periodistas y profesionales de la economía claman por la baja del gasto: ¿de qué modo concreto imaginan bajarlo? Sigo preparado a escuchar propuestas.  ¡Qué silencio!



MECÁNICA DE TRABAJO DE LOS GRUPOS


Es posible imaginar un esquema en el que haya un cuerpo central de asesores superiores que sean como los referentes y filtros de todo el proceso. Ese cuerpo será multidisciplinario, y a veces requerirá incorporar temporariamente especialistas en diversos temas. Obrará como un sistema matricial, de modo de tener un diálogo bidireccional con todos los involucrados en cualquier tarea.


Se encargará de fijar lineamientos generales en cada área, y también de colaborar en el análisis de los temas más complicados. Dialogará con las autoridades de aplicación, en especial en los casos de contratos, licitaciones y similares.

De a poco, irá haciendo con su asesoramiento una tarea formativa en los profesionales integrantes de cada grupo específico, a la vez que irá unificando criterios profesionales. 

Aportará su experiencia profesional y de gestión, en especial para detectar fraudes, trampas e irregularidades de fondo. 

Su tarea será muy importante para sugerir la formulación de leyes que sirvan de marco a la tarea, o cuando surja la necesidad de alguna aproximación legal frente a contratos que deban ser renegociados, anulados o reinterpretados.


Se debe tener presente que en muchos casos, habrá que conversar y negociar con expertos de todo tipo especialistas en la tarea de saquear a la administración pública, de modo que habrá que oponerles igual talento y experiencia de gestión. Exejecutivos retirados serán, por ejemplo, muy apreciados en estos cargos.


Este cuerpo, así como todos los integrantes de los grupos, se transformarán de a poco en expertos en áreas específicas del estado. La política nacional desplazó al experto y al profesional especializado por un sistema de cuadros verticalizados con ningún conocimiento en las áreas que manejan, salvo en la tarea de expoliar el presupuesto. Se produce entonces por un lado el efecto de la corrupción, que encarece por partida doble el gasto, y el efecto desconocimiento de gestión, ya que todos los cargos tienden a estar ocupados por personas que desconocen la tarea que se realiza en cada área, con efectos devastadores. 

El mecanismo de los grupos puede entonces, transformarse en un venero desde donde salgan los especialistas en gestionar el estado que necesitamos urgentemente, cualquiera fuera el tamaño de ese estado. Un buen especialista debe ser capaz de decidir eliminar su función o su área, si lo considera más eficiente.


Este equipo de consultores senior supervisará la actuación de la administración ante las sugerencias que se le efectúen para dictaminar si se está trabajando con seriedad y rapidez.



COMUNICACIÓN A LA SOCIEDAD

Internet será un vehículo de difusión viral y apoyo, como decíamos. También el medio más importante de comunicación, con un sitio web muy potente desde donde se expliquen los planes, plazos y resultados. También donde se reciban ideas, voluntarios, opiniones. Será la base para el uso de las redes sociales y la cantera donde, en forma abierta o por algún sistema más restringido, se acceda al trabajo en cooperación y a la gestión de proyectos. 

Tendrá entonces un doble mecanismo: la comunicación y cooperación interna, y la comunicación/interrelación con los ciudadanos. Tendrá un sector de denuncias y seguimiento de denuncias que cumplirá un papel sumamente activo para poner en evidencia los excesos, errores y prácticas indeseadas de la administración.


Esta página, al explicar y debatir cada uno de los temas y casos importantes, cumplirá también una función formativa, y, vía sus opiniones y colaboraciones, se irán destacando los líderes, no sólo de opinión, sino los futuros gestores y administradores.


Al fin y al cabo, ¿cuánto falta para una democracia apoyada fuertemente en Internet, con líderes nacidos de Internet?



Cómo reclutar a quienes harán la tarea
                          
Como en cualquier otro caso. Convocándolos. El aviso del Tío Sam diciendo I need you, pidiéndole a la gente que se dejase matar por la causa de la libertad pareció bastante efectivo. Aquí se necesita un poco menos de sacrificio.


También hay que contar con la emulación, la necesidad de participar, el hecho de que habrá rápidamente resultados y de que mucha gente joven y no tanto, sigue queriendo participar. Internet tendrá una participación muy importante. Se trata de una tarea que puede considerarse re-fundacional, contará con el soporte de muchas redes y muchos líderes, twitterstars, jóvenes con enormes inquietudes y talento.


Internet será un vehículo de difusión viral y apoyo, dijimos.  Y de reclutamiento de profesionales, que además, tal vez quieran agregar a su curriculum en las propias redes, que han trabajado en estos proyectos. La publicidad de los resultados tendrá un efecto potenciador muy trascendente.  Y tarde o temprano, un sistema de compulsa para elegir desde allí los nuevos líderes. La idea central de colocar como líderes formales a los líderes informales.




MODO DE PRESIONAR A LOS POLÍTICOS

La tarea de bajar el gasto, tiene que estar enmarcada en la ley y en la política, definitivamente. Esto crea diversos problemas. El primero es que los argentinos no tenemos confianza en los políticos ni en su respeto a la ley, que tampoco nosotros respetamos mucho.  Parte de esa deficiencia será cubierta por la particular estructura que estamos describiendo, que no es nada más que la larga mano de la ciudadanía metiéndose a auditar el gasto. 

Pero se necesita para este proyecto una voluntad política que lo abrace y lleve adelante, y un grupo de leyes que soporten y legalicen la transición y el cambio de paradigma. Nuestras leyes están hoy alineadas con el sistema de rapiña de nuestro Presupuesto, y las que no lo están son rápidamente torcidas o tergiversadas para que se adecuen a las necesidades de los cuervos presupuestarios, ya que no los buitres. 

No descarto, casi suscribo, la idea que han esbozado algunos expertos de establecer constitucionalmente límites al endeudamiento, el gasto, el déficit, la emisión y los impuestos. Con algunas observaciones. La primera es que todas las mediciones deben ser hechas por entes supervisados por alguna variante similar a las estructuras que hemos propuesto para bajar el gasto, con participación directa de la gente. Poner normas constitucionales para burlarlas vía una oficina de cuarta es darle la razón a Tácito: «en un país corrupto se dictan infinidad de leyes»


Pasemos ahora a un problema peor: ¿Cómo hacer que los políticos acepten cortar su mayor fuente de ingresos, manipulación, negociación y enriquecimiento personal como es el gasto público? ¿Cómo evitar que los partidos, en vez de formar futuros funcionarios y líderes, sean el piso de la bolsa donde se negocia cada cargo público, cada favor, cada prebenda, cada licitación, cada partida?

De la única manera que los políticos entienden. Presionándolos, amenazándolos, apretándolos, negociándoles el voto, repudiándolos, exponiéndolos, maltratándolos. (Si esto parece duro, recuérdese que en otras épocas de la historia los mataban)


Y aquí otra vez debemos recurrir a las redes. El cacerolazo fue apenas una demostración de lo que se puede hacer. Un compromiso FIRMADO por los principales candidatos antes de las elecciones puede ser un mecanismo de presión importante, según lo que trabajemos y cuánto trabajemos en ello. Redactar un modelo de compromiso incluyendo estos puntos y la promesa de designar los funcionarios ad-honorem con la anuencia popular, para luego exigir la adhesión de los políticos es un primer paso.


PLEBISCITO


           Luego, difundir y difundir incansablemente, generar un movimiento popular incontenible hasta lograr un plebiscito vinculante que transforme toda esta organización en ley.

                                                                                                         


Democracia y participación directa


Voy a hacer una digresión previa. ¿A cuánto estaremos de una forma de participación directa de la ciudadanía en estos paupérrimos sistemas democráticos, - y no hablo sólo de Argentina- que nos han transformado en meros rehenes o vasallos con derecho a voto?


Pues bien, hagamos de la ciudadanía, partiendo de las redes sociales y sus incipientes movimientos de masas, el auditor de nuestro gasto. Que se imbrique en este sistema de control, de modo orgánico, por algunos de los mecanismos explicados más arriba, o con la fuerza y el poder de la organización espontánea. Con datos que obtenga formalmente, o con datos que consiga del modo que fuere, y que exponga y haga públicos, de modo  orgánico o no, algunas situaciones de las que abundan. Una especie de Greenpeace del presupuesto que concientice a la ciudadanía y presione al estado.

Estos movimientos también pueden presionar a los políticos y partidos, obligándolos a firmar compromisos de honor como plataforma, de modo que se comprometan, de resultar electos, a aplicar las recomendaciones de este trabajo o similares, y que sepan que serán despreciados y expuestos si no lo hacen.

Las mentes viejas leerán estas líneas con una sonrisa. Les respondo con una carcajada ante el desprecio de la capacidad de las fuerzas, la creatividad, la pujanza y la perseverancia de los jóvenes, particularmente los que tienen formación de redes. Después estas mentes obsoletas se admiran de los Amazons, Facebooks, Twitters y tantos otros emprendimientos, que son fruto esencialmente de la perseverancia que los ancianos mentales ya no ejercen.


Para bajar el gasto, hace falta perseverancia, talento y coraje. Ha hecho más por las libertades Wikileaks que billones de dólares gastados con ese fin por los burócratas ancianos de todos los regímenes.


Propongo que esos movimientos tomen un papel preponderante, no sólo ya en la lucha contra el gasto, sino en toda la vida democrática nacional, actualmente de una mediocridad y calidad desilusionante.


La presión de esos grupos sobre el sistema, no sólo impondrá el cambio, sino que removerá todos los obstáculos que se pongan por delante de las reformas. 

No dudo de que estas alternativas que propongo sonarán por lo menos raras. Supongo que no menos raras que un cacerolazo, o una marcha popular convocada por las redes. Los argentinos nos quejamos de los políticos con toda razón, y nos acusamos por haberlos votado. Pero no nos damos cuenta de que nos han quitado todo mecanismo razonable de elección. Esos derechos que hemos perdido a manos de los partidos, ahora dueños del sistema electoral y de la propia Constitución Nacional, deben ser recuperados vía la acción de la presión ciudadana. 

Los derechos se han conseguido siempre enfrentando al rey, al poder, al estado. Tenemos mecanismos colosales para hacerlo sin violencia y con una enorme eficacia. ¿Queremos usarlos o queremos seguir quejándonos y votando por 20 desconocidos?

Este tipo de proyectos será bandera en las redes o no tiene sentido hablar más de bajar el gasto. Hay que resignarse a la expoliación. Y tampoco tendrá sentido hablar más de las redes, si no sus usuarios no son capaces de entender esto.

Cuando se analiza la historia, se verá que los pueblos siempre ganaron su libertad haciéndose respetar por sus gobernantes. El pacto social siempre fue firmado por los reyes bajo el miedo. El de Juan sin Tierra, cuando firma su Carta Magna, no es un caso menor. El recaudador real que le pegaba garrotazos al contribuyente que no oblaba sus impuestos y la lucha contra ese personaje, inmortalizado en Robin Hood.

Los argentinos copiamos los sistemas políticos de los países centrales, pero no la acción de sus ciudadanos para mantener en caja y temerosos a los políticos. Una grupo tenebroso, machista, belicoso, con lobby corrupto como la National Riffle Association, todavía influye fuertemente en la elección del presidente norteamericano. Nosotros ponemos hashtags y cambiamos nuestros nicknames.


Tal vez es hora de hacer más. Así ayudaremos a nuestra economía personal,  a la del país y seguramente a esta manoseada democracia.

El robo en los presupuestos es tan grande, que su sola detección y eliminación cambiaría el nivel de bienestar del pueblo. Por supuesto que habrá que vencer todos los obstáculos falsos apilados por los propios políticos, los  sindicatos, los tercerizados, los prebendarios. Las huelgas, los reclamos de derechos adquiridos, (derechos que se burlaron cuando consiguieron las prebendas).

Habrá que pensar y conseguir aprobar leyes para permitir el cambio, ya que detrás de la ley se escudan los que la violaron serialmente para conseguir su libra de carne en el presupuesto.


En esta tarea, la ciudadanía debe tener un solo modo de pensar: es mucho mejor hacer este cambio fundacional con el estado, con los políticos y con los partidos. Pero si lo tiene que hacer sin ellos, lo hará. Y si lo tiene que hacer contraellos, también.


Al actuar de tal modo, estaremos también rescatando la democracia de la hipocresía, la corrupción, la mediocridad y la rapiña en que se ha convertido, y recuperando con la acción directa la condición de ciudadanos, trocada hace mucho por la de siervos por la asociación ilícita entre el poder mayoritario y minoritario, los empresarios, los ladrones públicos (perdón por la redundancia) y los vagos. 

No se trata de una tarea que se hará en pocos meses, y probablemente haya que resolver de otra manera las urgencias presupuestarias en el corto plazo. Es una tarea ongoing que tal vez, como práctica republicana, no deba cesar nunca. Y se debe ampliar a toda la gestión del estado, no sólo a la economía. El estado ha usado la tecnología y las redes para espiar, subyugar, controlar, dominar, burocratizar, esclavizar y someter al ciudadano. 

Es hora de que el ciudadano reaccione en el sentido inverso. Los líderes mediáticos, tanto de los medios clásicos como los de las redes, deben abandonar su postura seudodesinteresada y comprometerse en proyectos como éste o similares. O si no serán cómplices. No se puede desperdiciar el liderazgo sin abogar por las grandes causas. 

Las redes han hecho de todos los líderes, periodistas. Y como dijera el gran Joseph Pulitzer, un periodista debe estar siempre a favor de los necesitados y siempre en contra de los ladrones públicos.                            
                        

Acostumbrados a pensar en 140 caracteres, nos cuesta trabajo bajar aunque sea sólo un nivel en la tarea de desarrollo. Por eso todas las ideas son apenas esbozos que raras veces avanzan a más de eso: ideas esbozadas en un plumazo.


Tareas refundacionales complementarias

Por supuesto que hay algunas tareas de fondo que son necesarias para tener un país razonablemente serio y posible.


Una reformulación del sistema de coparticipación.  (Otros prefieren un federalismo furioso, al que, imitando modestamente a Alberdi, creo que no se puede acceder de golpe sin dejar un tendal de sancionados por una generación, que son compatriotas)

Una reformulación del sistema tributario. Para ello es condición previa que el nivel de gasto sea lógico y adecuado. De lo contrario estaremos simplemente cambiando el pagador de la factura. 

Una reformulación de la política del estado y su participación en la economía. Casi no merece comentarios por su obviedad.


Cito estos temas como una forma de reconocer su necesidad, pero no es el intento de este trabajo abarcarlos. Sin embargo, sería posible usar algunos de los conceptos aquí ensayados para encarar esas tareas.



El liberalismo y el gasto

Muchos de quienes analizan el nivel de gasto y propugnan su rebaja urgente, sostienen que el mecanismo para ello es la restricción del endeudamiento, o de la imposición ,o vía la Constitución Nacional, o la simple realidad.


Es cierto. Esos mecanismos bajarían el gasto. Pero del modo más injusto y grosero. El gasto seguiría siendo ineficiente porque la corrupción enquistada tiene muchos mecanismos de defensa y supervivencia, como hemos detallado.


La baja del gasto en esas condiciones, será no sólo inequitativa, sino temporaria, porque el reclamo social justificado lo hará crecer de nuevo casi de inmediato. No se puede ser liberal convalidando presupuestos donde el robo está enseñoreado. Seamos liberales con esquina, diríamos. Si no, seremos liberales idiotas útiles.



A modo de redondeo

Estamos proponiendo limitarle al estado el control de la economía, tanto de nuestra economía personal y de la economía de la sociedad.


Para ello, utilizar sistemas organizados de la sociedad y de las redes sociales  en general, que obren como contralores de la ciudadanía sobre el estado, los políticos y sus funcionarios. 

Es evidente que los políticos y aún la democracia vilmente desfigurada por ellos, los partidos y los ladrones públicos, nos han defraudado y han entronizado una ineficiencia e ignorancia cómplice en todos los presupuestos.


Como en toda la historia, la ciudadanía debe elegir entre reaccionar y retomar su poder, o resignarse a la esclavitud y el servilismo.


Hay una doble oportunidad para esa reacción en el potencial de las redes sociales y sus líderes  y en el gigantesco sobregasto, cuya eliminación permitiría resultados espectaculares sin sacrificios que afectarán siempre a las clases más desprotegidos, que aunque los gobiernos nos hayan hecho odiar, siguen siendo compatriotas.


El tema es si queremos hacerlo. De lo contrario podemos seguir reclamando a los gritos la baja del gasto, sin explicar cómo, ya sea con los métodos que propongo, o con cualquier otro método orgánico que propongan los que tengan tiempo y ganas de pensar. 

Abro esa discusión, aun sabiendo que recibiré primero la ironía, (sistema de discusión de los ineptos) y seguramente la burla ante lo que se percibirá como una imposibilidad idealista. 

Idealismo viene de ideas. Hay que tener coraje para defenderlas. Nadie nos regalará la libertad, ni económica ni de ninguna otra clase. La libertad se gana con coraje. Ese coraje comienza por exponerse.


Como decía, siempre podemos seguir pidiendo a gritos la baja del gasto, sin explicar cómo, ni dónde, ni de qué modo. En tal caso, sugiero agregar al reclamo políticamente correcto, además de la baja del gasto, que pidamos por la vacuna del sida, la lucha contra la trata, y sobre todo, la paz universal.


Se escuchan ofertas.

Un modesto recuerdo a Ricardo López Murphy, que inmoló su carrera por proponer una baja concreta del gasto.