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Publicado en El Observador  14/09/2021


La rebelión de los pobres

 

De acuerdo con el concepto generalizado, las PASO argentinas no sirven para nada. Según cuál fuere el resultado


 













Con su habilidad periodística para tirar títulos, Elisa Carrió decía el domingo al cierre del acto electoral: “esta es la rebelión de los pobres”. Si bien es impactante la espectacularidad del concepto de la mayor profetisa política argentina, se trata de un resumen incompleto. 

 

Tal vez sea mejor hablar de la rebelión de los nuevos pobres que ha creado la gestión peronista bajo la conducción desopilante de Cristina Kirchner. Quienes perdieron sus pymes, su empleo, su ahorro de toda la vida, quienes perdieron hasta la parodia de educación de sus hijos, su esperanza y sus ganas de vivir, se han expedido. Por supuesto que la pandemia ha lastimado a todos los gobiernos del mundo, guiados, ayudados y alentados en su improvisación por la burocracia cancelatoria, incompetente y mediocre de la Organización Mundial de la Salud en los temas sanitarios, y por la otra burocracia destructiva en lo financiero, el FMI, que han equivocado a muchos miembros de la nueva oligarquía política mundial, pero el gobierno vecino ha agregado su impronta propia a este cuadro, hasta hacerlo fatídico. 

 

Podría también definirse como la rebelión de los estúpidos. O de los tomados por estúpidos. El tercer gobierno de Cristina está poblado de personajes incompetentes y faranduleros que dicen frases ensayadas y vacías, esgrimen triunfos y logros y hasta diplomas que nunca consiguieron, viven como millonarios que son y a cada paso se burlan de quienes creyeron su promesa de redención, en nombre de cuyo bienestar supuestamente gobiernan. Un levísimo ejercicio intelectual hace que esa masa, construida con deliberación y relato se sienta engañada y/o estafada. Y así lo expresa. 

 

Podría tratarse también de una rebelión de los despreciados. Los que, aún con las enormes limitaciones de la formación que se les negó, advierten la burla, el desprecio intelectual y personal que significa que la señora de Kirchner imponga a sus favoritos (mayoritariamente incompetentes) en sectores clave del gobierno, incluyendo su pretensión de instalar a su hijo como figura presidenciable dentro y fuera del partido, lo que habla de su ceguera empecinada, pero también de su irrespetuosidad para sus propios seguidores y para la nación. 

 

Si se analiza el daño casi terminal y deliberado infligido al aparato productivo, al campo, a los empleados del sector privado, a los emprendedores, con una batería de medidas suicidas desde impositivas hasta cambiarias, sin relación con la pandemia, también es posible que este resultado – meramente indicativo, por ahora – sea el comienzo de la rebelión de los trabajadores, de los que producen, de quienes no viven del estado, del país no estatista, del país autosostenible. 

 

También es la rebelión de los humillados y torturados. De los que no pudieron acompañar a sus muertos en su viaje final, de quienes perdieron a un ser querido por la Covid-19, o mejor, por la incompetencia con que se manejó la pandemia, o de quienes fueron estafados y engañados con una cuarentena dictatorial que no sirvió para nada y que fue burlada por el poder. De los que advirtieron la trampa, el negociado y la farsa ideológica de la compra de vacunas y del vacunatorio VIP y se sintieron agraviados y agredidos por eso. Una indignación sin grietas, sin divisiones de clase, igualitaria y equitativa.

 

Pero esencialmente, es la rebelión de los subsidiados. De los supuestos beneficiarios del populismo, del estatismo, del facilismo demagogo y concesivo, cuyo amor y sumisión se acaban cuando se acaban los recursos. Del voluntarismo de la simplificación que chupa la sangre del aparato privado, único creador de riqueza, promete la igualdad, la equidad y el bienestar instantáneo, y que termina sin riqueza para nadie, con más pobreza, con inflación pauperizante, sin moneda, sin inversión, sin empleo y sin futuro. 

 

La rebelión de los emigrantes. De los expulsados de la patria. La rebelión de los corderos. La rebelión de las víctimas. Víctimas de Cristina Kirchner, aunque la benevolencia de propios y ajenos, de opositores, de cierto periodismo, de ciertos analistas y de muchos olvidadores no lo diga.

El discurso del presidente Fernández del domingo – nocturnal como siempre que el peronismo pierde – sigue siendo un trabalenguas conque se castiga a la sociedad. Por un lado, habla lastimeramente de terminar el mandato y corregir lo que él cree que hay que corregir, como si hubiera entendido el mensaje, un supuesto que nadie advertido puede sostener. Por otro, habla de una denodada campaña electoral para los próximos dos meses, una dicotomía, si se analiza. Hay un solo punto claro, que muestra quién es la ideóloga a cargo: el gobierno cree que debe profundizar más lo que hace. Que falló por lo que no alcanzó a hacer. No por lo que hizo. Cree que no ha hecho lo suficiente. No que ha hecho mal casi todo lo que encaró, ni que su línea de acción es fatal. Apretará el acelerador contra el muro. Lanzará al Titanic a toda máquina contra el témpano proverbial. 

 

Eso augura que los próximos dos meses estarán saturados de disparates y caos. La oposición no caerá en la trampa de dar quorum para ninguna ley de fondo. El gobierno, bajo la mano de hierro obsesiva de Cristina, intentará aumentar las dádivas, la repartija, la demagogia y el populismo. Y todo girará en torno a ese concepto, o para posibilitar ese concepto. El peronismo sólo sabe coimear a sus electores, sus críticos, sus opositores, sus amigos y sus enemigos. Ningún ser humano sensato aceptará formar parte del gobierno. Nadie le dará crédito. Nada puede negociar y nadie puede negociar con él, sin despertar la ira de los votantes que ya hablaron el domingo. El país a la espera de que caiga el otro zapato, como reza la clásica parábola. 

 

Las PASO, inútiles según la opinión generalizada, demostraron su tremenda influencia en 2019, cuando hundieron los mercados y explosionaron el riesgo país y el miedo. Ahora tienen igual efecto, pero en sentido opuesto. En aquel momento, frente a la desesperada estampida económica, Macri dijo -acaso demasiado enojado con la democracia- “eso votaron, eso tienen”. En estas PASO los ciudadanos votaron lo que querían votar. El peronismo y el kirchnerismo, dos caras de la misma devaluada moneda, se merecen el resultado.