Me limitaré a citar hechos. Sin opinar.

           En 2000, el FMI, el Banco Mundial, y bancos internacionales y locales le prestaron a Argentina 38.000 millones de dólares en lo que se llamó el Blindaje Económico, a una tasa del 8%. De acuerdo a las declaraciones de los funcionarios, esa operación solucionaría por muchos años el problema del endeudamiento nacional.


En 2001, y apenas sobre el borde del corralito, Cavallo propone, gestiona  y lanza el Megacanje, por el que  Argentina postergó pagos por 29.500 millones de dólares, y emitió deuda por 55.000 millones. (Tasa 16%)

El Megacanje fue seriamente cuestionado, y aún hoy subsisten graves causas judiciales contra sus gestores que están a punto de prescribir.


Argentina devolvió anticipadamente en esa operación préstamos que habían realizado varios bancos extranjeros, agrupados bajo la coordinación de David Rockefeller. La devolución,  poco antes del default,  es considerada  inválida en cualquier procedimiento de quiebra donde a último momento se hacen pagos a acreedores con preferencia sobre otros.


Algunos años después Rockefeller homenajea a Cavallo, como había hecho en 1992 y lo califica como un economista respetado a nivel mundial.


En 2005 Néstor Kirchner cancela todos los préstamos al FMI, casi 10.000 millones de dólares, sin necesidad ni urgencia de hacerlo, alegando que con esa medida se conseguiría independencia del sistema internacional.

Curiosamente, las minutas de las asambleas del Fondo en los años anteriores, establecían que la política del Fondo sería reducir la exposición drásticamente en los países emergentes.


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EEUU: Son las empresas, no la deuda. Es la falta ética, no de negocios.




A esta altura del partido, hasta las amas de casa, supuestamente analfabetas financieras, se preguntan: ¿ómo puede ser que ahora que en Estados Unidos deciden bajar el gasto por primera vez en muchos años, que la Reserva Federal no está emitiendo a lo loco y que se ha alejado el fantasma del default, la Bolsa se desplome?



Buena pregunta, diría un político demagogo y precario.  Pero tiene sentido ensayar una respuesta.  Aquí vamos.



Los inversores han comprendido finalmente que las empresas americanas son mayoritariamente incapaces de generar ganancias por los medios lícitos clásicos. 

Se han olvidado de la idea de salir a vender, a tocar timbre, a convencer a cada cliente, a cambiar un no por un sí, de crear, de inventar, de bajar costos, de competir.  Especialmente de competir. Lo más parecido a un sistema de ventas que tienen es un telemarketer o un call center. (Inútilmente tercerizados, eso sí)

Necesitan entonces que el gobierno provoque inflación, emisión masiva de dinero y déficit fiscal para que así los consumidores estén tentados de comprar cualquir cosa sin necesidad de ir a convencerlos.

Necesitaron de las hipotecas truchas que hicieron estallar el sistema financiero para provocar una falsa abundancia y así vender lo que no sabían vender de otro modo.

Sus ejecutivos están ocupados en subir falsamente el valor de las acciones a fin de ganar los suculentos bonus atados al precios de esos papeles y no al resultado de las empresas, ni a los dividendos, como debería ser.

Necesitan una gigantesca devaluación (pese al 45% que ya ha perdido el dólar) para animarse a competir con China, con Taiwan (perdón) con Asia, con cualquiera.

Han olvidado dos de los principios básicos del capitalismo: la competencia y la eficiencia.

Los ejecutivos han  preferido olvidar otro principio fundamental del sistema: Soy exitoso, entonces soy rico.  Ahora prefieren ser ricos, sin necesidad de pasar por el éxito, que era el justificativo moral del capitalismo.

No hace falta vender más, no hace falta que la empresa gane plata, no hace falta inventar nada para ganar dinero. No hace falta que las acciones paguen buenos dividendos para que suban

El posmodernismo del capitalismo.



El olvido principal: La Ética

Los ejecutivos y las empresas han dejado de lado otro principio central del capitalismo:  la ética. La proverbial ética protestante, que tanto elogiamos los que alguna vez creímos honestamente en el sistema.

¿Qué ética?, ¿la de los bancos, banqueros, auditores,  calificadoras, funcionarios supervisores (Reserva Federal),  que estafaron a sus clientes, al estado, a sus ahorristas, a sus accionistas, al sistema internacional con las hipotecas mal otorgadas y que terminaron destrozando la credibilidad, los ahorros y la confianza? La de los vendedores al estado americano, que necesitan de los acomodos, la manipulación pública, las guerras con Afganistán e Irak,  el terrorismo real y el publicitado para conseguir ganancias sin control?

¿Qué ética? ¿la de comprar empresas inútiles para aumentar el valor de las acciones y así ganar más bonus? ¿La de radicar filiales en los países emergentes, en deterioro del trabajador americano, pero luego utilizar todos los artilugios para no pagar impuestos en EEUU sobre la ganancia así obtenida, a veces con el costoso apoyo bélico americano?

 Entre la falta de ética y la incapacidad para salir a conquistar consumidores internos y externos, las empresas americanas dependen del gasto público, la inflación y el despilfarro del estado.

Eso es lo que ven los inversores. A la hora de poner su dinero en riesgo, nadie quiere apostar a un sistema que saben por experiencia propia que hace trampas, y que además es incompetente.



La deuda americana puede ser enorme e importante. La incapacidad de sus empresas y ejecutiyos es mucho más preocupante.



Con justicia, Wall Street baja.