Argentina
no es Grecia
Con motivo de la
epifanía populista e irresponsable de Alexis “Zorba” Tsipras, que amenaza con borrar del mapa a Grecia con más
eficiencia que la ira de Zeus, se ha incurrido en el recurso simplista de comparar
a Grecia con Argentina.
Nada más lejano a la
realidad. Argentina no es Grecia. Tiene políticos y gobernantes payasescos parecidos, no solo el kirchnerismo,
para ser justos. Pero tiene mucho más
corrupción empresarial que los helenos. Me refiero, además de a las industrias
protegidas prebendarias, a los ladrones directos colgados del gasto publico que
robaron, roban y seguirán robando cientos de millones de dólares del gasto público.
Basta poner un ojo
en lo que está pasando en la industria del petróleo para retirarse asqueado por
las negociaciones secretas y directas entre la mafia petrolera y el estado, vía
contratos anulados o incumplidos, y otras patrañas. Mafia privada, no ya YPF.
Mientras en Grecia
se habla del enorme costo social de bajar los empleos públicos y las jubilaciones, entre nosotros se podrían
obtener ahorros impresionantes si simplemente se echara a los buitres del presupuesto.
Diferencia no menor.
Grecia ha mentido y
se ha burlado de sus socios de la Unión Europea. Recién al final se burló de
sus ciudadanos al promover un referéndum que les hizo creer que votando se
podía cambiar el ritmo de las mareas.
El gobierno argentino se burla de sus ciudadanos todos
los días, les miente todos los días y en todos los temas, abiertamente, sin
pudor ni límites. No es lo mismo.
Grecia nunca tuvo ni
tendrá demasiados recursos, ni naturales, fuera del turístico (16% de su PBI)
ni de ninguna otra clase, salvo algunos cultivos y producción pastoril que
vende cual un mantero de la UE.
Argentina tiene como
base de su economía sus enormes recursos naturales, y una clase productiva
agropecuaria que maneja todos los recursos tecnológicos y bio tecnológicos de
última generación. Y una educación residual que todavía le provee de una clase
media talentosa, creativa y capaz.
Tiene cientos de
miles de Pymes que son una fuente inagotable de exportación y de empleo. Y si
quiere, le dejo unas líneas para que las complete con lo que a usted se le
ocurra agregar. Muy distinto al caso griego.
Grecia, en sus
diferentes gobiernos, cometió el error de repartir lo que no tenía, de
endeudarse para lograr un bienestar que no le correspondía, de despilfarrar su
crédito para pagar gastos corrientes, y finalmente, de mentir alevosamente a
sus socios, que se dejaron mentir, para lo que contrató al cuestionado Goldman
Sachs, el banco infiltrado en el sistema americano para conseguir cualquier ventaja,
a cualquier costo. O sea, no matter what.
Argentina no hizo
eso externamente, porque su suicida política que llama de desendeudamiento, lo
privó de crédito externo, lo enemistó con la justicia de los centros
financieros globales, y lo condenó a un cepo infantil que la desangra. Todo lo
opuesto a Grecia, que llegó al mismo lugar de parálisis por un camino más
precario.
Hay un punto en que
mostramos contundentemente enormes diferencias con la ex Hellas: Grecia no se
dedicó prolijamente a crear una maraña
de leyes para reducir su exportación a la nada, perder todos los
mercados ganados y ahuyentar la inversión, como hizo Argentina.
Hay otro aspecto
clave de diferenciación. El logro de
Argentina al eliminar su superávit energético y lograr tener que importar el
gas que consume, para venderlo a un precio 8 veces más barato en el mercado
interno. Diferencial no menor.
Y pasando por un
instante al plano geopolítico, mientras
Grecia ha debido subordinarse al comisariato y la dominación de la UE,
Argentina va en rápido camino a consolidar su dependencia de países como Rusia
o China, o contratos como los de Chevron, que no parecen existir en el Peloponeso.
Grecia tiene la
convertibilidad del euro, que hacia suicida el aumento de gasto del estado. Argentina no tiene
convertibilidad, categóricamente. Cierto
que tiene un atraso cambiario encepado con efectos similares. Lo especial con
relación a la nación helénica es que la mayoría de las restricciones argentinas
no se basan en leyes, sino en aprietes, diferencia notoria entre ambos países.
Debo aceptar que
Tsipras guarda muchas reminiscencias con la mayoría de los gobernantes locales,
partiendo de la Primera reporteada. No querría enumerarlas por respeto a mi
libertad física, ya que, también a diferencia de Grecia, la Ley de golpe de
mercado y la de terrorismo se me podría aplicar por un comentario de ese tipo.
Una notable disimilitud.
Curiosamente, pese a
tantas “diferencias”, resulta difícil no aceptar que estamos ambos países al
fin de un camino que no lleva a ninguna parte, salvo al fracaso.
Felizmente, más allá
de las cuasi ironías, hay grandes diferencias reales. Argentina necesita muy
poco para crecer exponencialmente. Tiene los recursos, los mercados, la gente,
la creatividad, las posibilidades, la riqueza latente y los fondos escondidos
de los argentinos, que necesitan aplicarse y obtener rendimientos.
Tiene muchos
problemas sociales, a los que debe abocarse, pero tiene los recursos técnicos y
económicos para resolverlos.
Grecia no tiene nada
de eso. Tiene un desempleo estructural que la condena y una carencia de
recursos y voluntad que no le dan esperanzas, salvo la de mendigar a las puertas
de la UE.
Argentina no tiene Argexit. No tiene de dónde irse. Tiene
en cambio hacia dónde ir. Sabe hacia dónde, sabe cómo y tiene cómo.
No necesita un
referéndum para votar por el no.
Tiene que ir a las
elecciones de octubre y votar por el sí.
Y esperar, otra vez,
un milagro.
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