Publicado en El Observador, 27/07/2021


El insoportable Míster Bezos

 

El ejemplo que más molesta a la oligarquía de la burocracia: el éxito del riesgo, la ambición y el esfuerzo

 



Conocí a Jeff Bezos en 1995, en Atlanta, Georgia, donde estuvo a cargo de la keynote, la charla de fondo, en un seminario sobre emprendimientos en Internet, por entonces un misterio para muchos. En especial en el Río de la Plata, donde sólo las universidades y alguno que otro trasnochado accedía al nuevo universo usando el tal vez primer buscador más o menos amistoso, Mosaic, y cuando no existían ni AltaVista, ni Yahoo ni Google y las búsquedas de datos (con lógica booleana) tomaban toda la noche peregrinando entre ignotos servidores, y aún no se habían inventado las arañas-robots. 

 

Yo estaba del lado de los que lo creían un loquito más. Pero la charla entusiasta y coherente del ingeniero de Princeton obligaba a prestarle atención, pese a la audacia de su absurda propuesta de vender libros online. El norteamericano es un lector apasionado y comprador de libros compulsivo, pero ese rito incluía la búsqueda hurgadora y la compra en los negocios especializados, desde Barnes and Noble hasta las librerías de viejo. La idea parecía casi estúpida, además, por el hecho de que Amazon, (nombrada así en referencia al Amazonas, el vital río brasileño, sin omitir su similitud con “amazing”, sorprendente, maravilloso) tenía que competir con sus propios proveedores. Lo que fue más arduo que el propio desarrollo técnico. 

 

Más allá del proyecto específico, Bezos reinauguraba el más puro capitalismo. El mismo principio que a fines del siglo XIX iniciara el ciclo más brillante de bienestar de la historia: una idea, un visionario, una lucha para lograr financiamiento, un planteo de marketing que le de sustento financiero o monetización y una rentabilidad que haga sostenible el proyecto, una utilización distinta de factores preexistentes. Detrás de él, siguieron todos los proyectos, exitosos y fracasados, de la web y su correlato online. Un inventor suficientemente loco que, como Edison, puede apostar a que si en una fecha determinada no da luz eléctrica a New York no cobrará un centavo. 

 

También Tesla, brillante inventor, intenta el mismo camino, pero termina en la ruina al no poder manejar la disciplina y la conducta requerida por el mundo empresarial. La cómoda visión posmoderna transformó en héroe a Tesla, a quien se inventa como un Mozart de Salieri-Edison, olvidando de paso la realidad histórica de que Salieri fue maestro de Mozart, no su competidor envidioso. Los grandes inventores del siglo de oro norteamericano eran también los que conseguían financiamiento para sus proyectos, los modificaban, los corregían, los imponían comercialmente y los transformaban en empresas pujantes, sólidas, fuentes de trabajo y de progreso. Edison, para seguir con un solo ejemplo, crea algo más importante que el motor de corriente continua: la lámpara incandescente. Pero crea algo más trascendente aún: la compañía que diera luego origen, de la mano de JPMorgan, a la General Electric, la empresa insignia de los Estados Unidos durante una larga centuria. 

 

Con Bezos, y con todos los innovadores y emprendedores del nuevo mundo informático, pasa lo mismo que con la electricidad, el ascensor, el teléfono, los ferrocarriles, el auto, las cubiertas, el acero, el avión, el gramófono, el disco, la radio, el telégrafo.  El dueño de una idea busca la ayuda de sus más cercanos (friends and family, le dicen ahora), luego consiguen inversores que toman riesgos importantes, en busca de ganancias futuras igualmente importantes, y van perfeccionando, cambiando y adaptando sus productos hasta hacerlos exitosos. Eso vale para ingenieros en electrónica y en ciencias de la computación como para modestos asalariados. Vale para Edison, para Dunlop, para Goodyear, para Daimler, para Siemens y Martin, para Bezos, para Graham Bell, para Marconi y para Jobs. 

 

Por supuesto, semejante proceso tiene éxitos, excesos y fracasos. Como sabe cualquier inversor, cualquier inventor, cualquier autor, cualquier deportista, cualquier estudiante. Implica no solamente la capacidad de crear, sino la de enfrentar el riesgo, la de caer, o equivocarse y sobreponerse y empezar de nuevo. Amazon perdió plata más de una década, consistentemente. Sin embargo, nadie se retiró. Ni Bezos ni los mezquinos accionistas de Wall Street. 

 

Hoy la empresa emplea 1.400.000 personas, que acaban de decidir no agremiarse. Hoy quienes invirtieron en ella hacen su ganancia. Hoy Bezos es famoso y envidiado. ¿Cómo no concitar la crítica y aún el odio de quienes tienen miedo de encarar la vida por su propia cuenta? ¿Cómo no ser criticado, acusado, denostado y su logro minimizado por quienes son mendigos del estado y por quienes necesitan clientes votantes desprotegidos, miedosos y mendicantes para poder dominarlos? 

El “capricho” del magnate, Blue Origin, que lo impulsó a imitar el salto de pulga de Alan Shepard de hace 60 años, ya da trabajo a 3.000 personas. Se puede llamar ego, ¿qué importa?  “Es la plata de los accionistas y clientes”, dijo de su aventura. ¿Una broma? Un compromiso. 

 

Difícil sería sostener en el caso de Bezos que la riqueza de algunos produce la pobreza de otros. Razón de más para atacarlo. Por caso, se le endilga haber llegado al éxito porque su familia lo apoyó con 300,000 dólares en sus comienzos. Un intento de mostrar que la “riqueza” produce más riqueza. Como si quienes dicen tal cosa fuera capaces de hacer un Amazon si les dieran esos fondos, cuando en realidad no pueden ni siquiera mantenerse por su cuenta sin la ayuda de la limosna o el negocio del estado. 

 

Cínicamente, ignoran que ese mecanismo de financiamiento mediante “friends and family” fue el utilizado por todos los creadores de todas las épocas en sus principios, incluyendo el uso del garaje familiar. E ignoran deliberadamente que ni en este ni en otros casos se trata de familias millonarias que le regalan plata al nene para que juegue a empresario, sino que arriesgan sus ahorros, todos los que tienen a veces, apostando a una idea en la que creen.  Esa ignorancia es la defensa de quienes no soportan el miedo de tener que ser autoportantes de su propia vida y necesitan devaluar cualquier comparación que los ponga en evidencia. 

 

 

Bezos es la figura que encarna todo lo que le molesta al estatismo socialista, el contraejemplo que destroza todas las prédicas marxistas, incluida la del resentimiento. Un ejemplo liberador de la esclavitud del estado y sus burócratas.  Para los oligarcas de La Nueva Clase, que viven de la pobreza y el miedo a enfrentar la vida del que convencen a los pueblos, es un personaje insoportable. Se entiende. 

 

El ejemplo vale para los individuos y para los estados. Uruguay, su gobierno, sus políticos, su sociedad, tienen bastante que meditar y aprender de este caso. El coraje de emprender, de innovar, de arriesgar y de salirse del corsé mental, del proteccionismo psicológico y comercial, de la dialéctica y el relato de fracaso y resignación, en un mundo que compite con todas las buenas y malas artes posibles y que no perdona la mediocridad.  

 

¡Loor a Jeff Bezos! Como la rosa está, ya, dentro de su semilla, detrás de él se alza una aurora por venir de Leonardos, de Galileos y de Colones. Y esto, curiosamente, aunque referido a un ser imaginario e igualmente loco, lo dijo un oriental, fíjese.



 








Publicado en El Observador 20/07/2021



La grieta del referéndum

 

El pedido de una consulta popular para derogar la LUC no es un hito democrático, sino la confirmación de una brecha infranqueable y permanente

 



 















Es asaz sabido que la izquierda, en especial cuando se sincera, sale del closet y se revela comunista, trotskista y afines, como es el caso y lo será más en el futuro, preconiza el respeto por las urnas y los principios sagrados de la democracia cuando gana las elecciones y hace los cambios que se le ocurre. Por el contrario, cuando es derrotada, clama por el debate, el diálogo, la sana alternancia y el equilibrio, e impide toda modificación a sus avances previos por mínima que fuera. 

 

Ningún ejemplo mejor que el caso del referéndum contra la LUC, una ley modesta, un tímido intento de corregir mínimamente algunas de las exageraciones pergeñadas durante 15 años por el Frente Amplio y su okupante el Pit-Cnt, que fue saturando el sistema legal de poison pills (píldoras venosas) capaz de destruir cualquier esquema productivo, con una maraña solapada de leyes, normas, cláusulas de convenios forzadas y apoyadas desde el estado, y hasta disposiciones e interpretaciones constitucionales. Sin omitir las amenazas latentes, y ejercidas, a la seguridad jurídica, de las personas y de la propiedad, elemento vital del marxismo, que necesita que el estado sea visto como gran protector de aquello mismo que desprotege a diario. 

 

La imprescindible nota de este fin de semana de Ricardo Peirano analiza crudamente los resultados de este contubernio de estatismo y sindicalismo, asociación cuasi ilícita que además de las prebendas y los actos de corrupción que conlleva, es un proteccionismo letal. Allí se enfoca el rol oligárquico de la monopólica y autodesignada central sindical y su virtual secuestro de las empresas del estado.

 

Hay un dato crudo que no debe dejarse de lado. En términos proporcionales, el total de personas que reciben un pago mensual del estado versus el total de trabajadores en el sector privado es bastante mayor y escandaloso que el de Argentina, lo que no parece ser tenido en cuenta cuando se analizan los desastres del país vecino, que parecen ser atribuidos a la naturaleza, al cambio climático o a una pandemia, nunca a la sistemática acumulación de prebendas, regalos y premios a quienes no producen riqueza alguna. Otra clase de pandemia.

 

Cuanto más gente dependa de un empleo, una jubilación, una pensión, un subsidio o una prebenda del estado, menos valor tiene la apelación a la democracia directa, una farsa dialéctica, porque el votante es así coimeado directamente para que su voto no lastime su cómoda fuente de ingresos, como ha quedado en evidencia en esta pandemia, donde mientras quienes viven del esfuerzo personal privado debieron pasar por todo tipo de sacrificios y peripecias para ganarse su sustento y a veces para mantener a los empleados de su pyme, el sector público gozó de unas merecidas vacaciones de un año, que a veces terminaron saboteando programas centrales del gobierno, como en el caso de las radicaciones personales y empresarias. 

 

 

 

La apelación “a la voluntad directa del pueblo” como dice el relato seudodemocrático del neocomunismo es por todo eso una mentira. Como lo es cualquier sistema donde el votante es primero desestimulado para proveerse el sustento y atender a su futuro, y tras dejarlo como náufrago a la deriva, se le ofrece el empleo o la limosna estatal como solución que se sabe de corto plazo, pero se esgrime como un reseteo, una panacea. Faltaría agregar la proverbial frase: “¿cómo no se me ocurrió antes?” para perfeccionar la falacia. Cuando la ahora oposición reclamaba un cierre total de actividades para controlar la pandemia (lo que hoy sigue agitando pese a que la evidencia empírica muestra su inutilidad) ¿preconizaba el aislamiento sanitario o necesitaba el aislamiento para aumentar la cantidad de clientes de los subsidios del estado y su arma política central, la sumisión implícita? La frase de la ministra Arbeleche “está más preocupado por gastar que por la pandemia” resume perfectamente el planteo.

 

En tales condiciones, el referéndum convalida y profundiza la brecha en la sociedad, al generar un freno a la tarea del gobierno y un condicionamiento severo a su plan y su ideario. También implica, simboliza y consolida la grieta permanente que no se zanjará con apelaciones a la tolerancia y a la convivencia como muchos politólogos y analistas, seguramente de buena fe, predican. Tampoco se invisibilizará cerrando los ojos y diciendo que no hay tal grieta. Inútil e inocentemente, en opinión de esta columna. La convivencia política y social, más allá de las frases floridas, obliga a aceptar un cierto promedio de ideas. Ese promedio no existe en la concepción izquierdista, que ni siquiera admite que se hagan modificaciones de menor cuantía a la carga estatista y de ataque permanente impositivo al sector privado. 

 

Un buen ejercicio sería pensar en lo que ocurrirá si el referéndum determina la no derogación de la LUC. Es archidescontado que, si tal fuera el caso, lo que hará la izquierda es cambiar de ropaje y de armas, ensayar la lucha callejera, la protesta, el paro, la obstrucción, siempre impidiendo que ese promedio exista. Lo mismo pasaría si las barbaridades cometidas en las empresas del estado, que suman un par de miles de millones de dólares, se denunciasen a la justicia, en vez de ocupar la atención de los jueces con denuncias de abusos en la compra de implementos personales o de viáticos estrambóticos o disfrazarlos de errores estratégicos de una conducción difusa. Allí se vería, como se esbozó hasta ahora, que la impunidad por la que clama la señora de Kirchner, también en nombre de la democracia y el pueblo, no es una característica de su personalidad, solamente, sino que es una metodología de la izquierda latinoamericana, mezcla de marxismo, populismo y documento de Aparecida. 

 

Sería muy difícil sostener que ese tipo de conductas no producirá una grieta, o no la ha producido ya. Más allá de las teorías e ideologías, la mitad de la sociedad no quiere ser despojada, mucho menos con argumentos falaces y autocumplidos. Por ejemplo, la amenaza del referéndum, como las PASO del peronismo en 2019, ha transformado a las radicaciones que planificaba el gobierno como una herramienta poderosa, en apenas un reposo temporario y provisorio, unas vacaciones, antes de que venga de nuevo la ola final. 

 

Se puede, obviamente, seguir insistiendo en que la sociedad oriental no tiene grietas, o que son irrelevantes, o que no debería haberlas. Se puede también, sostener, como sostuvieron tantos, que Uruguay es distinto. Frase casi pueril, para no decir ignorante. El referéndum es el tajo definitivo. Quien quiere ver, que vea. 

 

 

 

 

 

 




Publicado en El Observador  15/06/2021



Peligro: ¡auditoría!

 

Las seudoempresas del estado deben someterse a permanentes y exhaustivos controles públicos y sus inversiones y gastos deben tener una lupa permanente sobre ellos

 





















La columna sostiene lo engañoso del término “empresa del estado”, conque se designan los entes monopólicos que manejan recursos supuestamente estratégicos. No solamente no son empresas, en su más elemental acepción, sino que tampoco son del estado, sino de sus jerarcas, en la práctica. No a la hora de pagar, claro. En general, y no solamente en el ámbito local, esta denominación les permite a sus directivos gozar de una múltiple inmunidad. No suelen estar sujetas a muchas de las reglas de transparencia de la Administración Pública, pero al mismo tiempo tampoco son verdaderas Sociedades Anónima sujetas a las reglas privadas de eficiencia, rendición de cuentas y sanciones económicas y penales. 

 

Petrobras es un fácil ejemplo de esta aseveración, que a la descripción anterior suma la costumbre de ir metiendo bajo su ala actividades que se van alejando de su objetivo central. Seguramente hay quiénes preferirán creer que Brasil también esta lleno de ladrones del primero al último, pero la experiencia muestra que muchas de estas "sociedades" del estado terminaron exponiendo su ineficiencia y corrupción en cualquier parte, aun en los sistemas soviéticos y sucesores, en estos casos con mecánicas de auditoría más duras que las occidentales. 

 

Cuando el presidente prometió en campaña someter a esos entes a una auditoría integral seguramente buscaba evidenciar muchas de las prácticas personales dudosas tras quince años de gestión frenteamplista, pero también tenía un objetivo presupuestario. Limitado constitucionalmente para bajar el gasto burocrático de la Administración - cuyo nivel y crecimiento no tiene en cambio límites constitucionales - las “empresas” del estado requieren y permiten un profundo replanteo, tanto en la omnipotencia en sus supuestas inversiones, como en sus costos de operación, incluyendo cualquier tipo de excesos, abusos o potencial corrupción. (Afortunadamente, los gobiernos de tres lustros no tuvieron tiempo o no advirtieron las ventajas de otorgar inmunidad constitucional a los jerarcas de esos entes y a sus decisiones)

 

Las auditorías encargadas son imprescindibles desde varios puntos de vista. Para detectar inversiones ruinosas o ineficientes, exponerlas y no repetirlas. Para analizar y responsabilizar a los jerarcas de los excesos e irregularidades en esas inversiones. Para deslindar los posibles actos de corrupción en cualquier adjudicación o contrato, o en los gastos personales. Para estudiar cada estructura, su eficacia y su razón de ser. Para ahorrar a partir de esas conclusiones. Y también para no entronizar a los funcionarios como sátrapas, en una Nueva Clase protegida por la política. Con alguna experiencia sobre este aspecto, se puede sostener que tan solo el capítulo dedicado a las tercerizaciones y licitaciones podría proveer los fondos para una suficiente y eficaz ayuda a los damnificados por la pandemia, que con fácil énfasis reclama el propio Frente Amplio. 

 

Sería lamentable que se politizaran el mecanismo de revisión y sus conclusiones. Tanto de parte del gobierno como de la oposición. Algún comentario presidencial sobre la necesidad de poner todas las cartas sobre la mesa tiende a desvirtuar el criterio. Como también es inaceptable la evasiva excusa de algunos frenteamplistas de que en medio de esta pandemia no se debe perder tiempo en detalles menores de gerenciamiento. Al contrario, debería institucionalizarse el sistema, con estudios de auditoría privados y publicación detallada de sus informes como una manera de garantizar la seriedad, probidad y prudencia en el manejo de la cosa pública. Con pandemia aún más, por las tensiones que crea el gasto adicional para paliarla.

 

En oportunidad de comentar la amenazante profecía de cortes masivos que formularan los jerarcas de UTE, esta columna se preguntaba si semejante coerción no tendría que ver con los resultados desfavorables de la auditoría. A la luz de algunas conclusiones, ahora tiene sentido volverse a formular la pregunta. 

 

El antiejemplo de Ancap debe ser una referencia ineludible si se pretende seguir sosteniendo la honestidad del sistema político.  Además de la seriedad presupuestaria. La descapitalización absoluta y multimillonaria (en dólares) del ente ni siquiera ha merecido un análisis profundo y técnico, ni una completa explicación pública. El escándalo termina en una acusación tardía ante la justicia por maniobras que, aunque conformen actos delictivos, son nimias frente a la gravedad de la pérdida ocasionada sin sanción ni conclusión alguna. Las auditorías de hoy, aún antes de haberse publicado sus conclusiones, empiezan a confirmar algo que se prefería no ver. No se trata de cuestiones éticas, que es el paraguas bajo el que se cobijan las defraudaciones contra el estado, lo que permite que estos casos sean derivados al juicio comprensivo de corporaciones tolerantes y cómplices. Se trata a veces de delitos, o posibles delitos graves. 

 

Las auditorías van a exponer algo más: la mentira de que el gasto (y lo que erróneamente se llama inversión estatal) no se puede bajar sin afectar a los que menos tienen. La deliberada mezcolanza y confusión presupuestaria oculta entre las dádivas solidarias, (una coima a la población, diría Fukuyama) la porción de torta que se reservan algunos burócratas para sí. Una de las peores formas de desigualdad. Siempre y en todo lugar, (en Uruguay también, vea) cuanto más se sepa en qué y como se gasta, quién y cómo lo hace, más justa será la sociedad. 

 

Claro, es más fácil, y más rentable, subir tarifas e impuestos. Las “empresas” del estado son las únicas con facturación, clientela e inversión aseguradas.






Publicado en El Observador. 08/06/2021



El que con kirchnerismo 

se acuesta…

 

No se debe entrar en la trampa del uso de los juicios que inventa el gobierno vecino para imponer una posverdad con la que intenta borrar la evidencia





 











El pedido de asilo del abogado Rodríguez Simón y la posterior extradición solicitada por Argentina es un culebrón que García Márquez habría soñado para su Macondo, en un capítulo destinado a las relaciones con el gobierno vecino y su conductora.  

 

Esta columna no se dedica a defender políticos argentinos, adhiriendo como adhiere a la precisa definición del expresidente Jorge Batlle; ni tampoco políticos universales, de quienes sospecha por principio. De modo que no se ensayará aquí una defensa de quién hasta ayer era un desconocido y hoy pasa a ser “Pepín”, como si se tratara de un conspicuo protagonista de la vida argentina. Pero importa repasar algunos datos.  

 

¿Por qué se solicita la extradición del diputado del Parlasur y ex funcionario de CABA?  porque la jueza Servini de Cubría quiere indagarlo sobre la denuncia de presuntas actividades de una supuesta asociación ilícita en 2018/2019 para presionar al Cristóbal López y obligarlo a ceder su cuasi empresa Indalo a alguien que no se explicita en la demanda. Tampoco se ofrecen pruebas, salvo un listado de números de llamadas a un par de jueces de la Corte y a otros magistrados sin relación con el juicio por las estafas de ese grupo, y la afirmación de que para esos fines se habría organizado un chantaje periodístico. El kirchnerismo usó reiteradamente este recurso para silenciar a periodistas y desvirtuar varias denuncias contra sus manejos corruptos, ofreciendo como prueba artículos de diarios y fotos y solicitando se indague sobre el contenido de los llamados. 

El grupo Indalo, un confuso paraguas dialéctico de difuso formato societario, compró en 2011, durante el mandato de Cristina Kirchner los restos de Petrobras, operación discutida (no en foros argentinos) bajo la acusación de pago de retornos a los brasileños. En ese momento la situación impositiva y financiera de la petrolera adquirida estaba en orden. El 9 de setiembre de 2013, La Nación publicó una nota de Hugo Alconada Mon, su investigador estrella, que puede leerse aquí, cuyo título fue Cristóbal López financió su compra de Petrobras con impuestos impagos” y su subtítulo El empresario kirchnerista contrajo una deuda de más de $ 1200 millones con la AFIP, que usó en la operación; luego se acogió a una moratoria muy favorable”El conocido periodista detallaba allí que, con el nombre Oil Combustibles, López había comprado el negocio de Petrobrás, (como Ezkenazi hizo con YPF) y había retenido 1.230 millones de pesos del impuesto al combustible que se cobra por cuenta y orden de la AFIP, delito que se pena con la cárcel para cualquier contribuyente. A esa altura, el monto escamoteado representaba 300 millones de dólares. 

Alconada narraba que con esos fondos ajenos Indalo había comprado otras empresas, entre ellas medios de comunicación, como C5N y Radio 10, de Daniel Hadad, hoy sistemáticas usinas de propaganda kirchnerista. Si bien la compra fue por montos relevantes, Hadad sostuvo y sostiene que sufrió todo tipo de presiones para obligarlo a vender. Justamente lo que denuncia López que ocurrió con su empresa, lo que nunca antes alegó. También el artículo explica que la AFIP – que no perdona a un monotributista mil pesos de atraso - otorgó a Oil una comodísima moratoria no ajustable, con intereses mucho menores a los que cobra a cualquier mortal contribuyente, a plazos mucho más largos y sobre una retención delictiva que dudosamente estaba en sus atribuciones conceder. Por eso fue procesado y separado de su cargo Ricardo Etchegaray, posteriormente reincorporado por la kirchnerista Marcó del Pont con un cargo abstracto, pero bien remunerado. 

En una posterior nota en 2016, que se puede leer aquí, el mismo periodista agrega que, luego de la moratoria, López siguió con el mismo procedimiento de no depositar la retención del impuesto, con total silencio y anuencia de la AFIP durante los 4 años del segundo mandato peronista, hasta llegar a una deuda impagable de 8.000 millones de pesos, al cambio promedio, unos 1.300 millones de dólares. Entre las operaciones del bautizado grupo Indalo, estaban pagos hechos por su hotel El Remanso al hotel Alto Calafate, de la familia Kirchner. También cuenta que una de las empresas creadas y financiadas con esos fondos sustraídos a la AFIP está la inversora M&S S.A, a la que se transfirió la propiedad del hotel Alto Calafate. La hija de Alicia Kirchner, Romina Mercado, trabajó desde 2012 como ejecutiva de esa inversora, al mismo tiempo que presidía el directorio de Hotesur, la empresa controlante del hotel Alto Calafate. 

 

El periodista cuenta que envió sus conclusiones a López y De Sousa, su socio, para que hicieran los descargos oportunos, quienes como única respuesta le solicitaron que no la publicara. Un día antes de la publicación, con un acta interna y sin valor jurídico alguno para la ley de Concursos, se repartieron las participaciones entre los socios, de modo de evitar lo que en cualquier juicio concursal se haría, o sea la extensión del procedimiento a todas las empresas de un grupo o dueño. Sólo ese pase de magia habría significado sanciones económicas y penales para cualquier contribuyente, aún por sumas infinitamente menores. Y su invalidez. 

 

Curiosamente, y por métodos similares, (e ilegales) ya en el gobierno de Macri fue salvado de los embargos y la posible quiebra el negocio del juego, que además de tener operaciones en Estados Unidos, tiene el rentable negocio de las tragamonedas del hipódromo de Palermo, en sociedad con importantes amigos macristas. Tan ilegal como lo anterior. 

 

Ni Alconada Mon ni La Nación figuran en el listado de números telefónicos de los que se acusa a Rodríguez Simón de haber marcado en 2018/19. La causa madre sobre estos temas,  y otras, originadas en el impulso de Lilita Carrió, estuvieron o están a cargo del Juez Ercolini, que fuera designado con acuerdo del Senado durante el gobierno de Néstor Kirchner. Además de la notoria sed de venganza de Etchegaray y otros afectados, la descalificación y licuación del proceso a Cristóbal López y De Sousa, que se intenta ahora, tiene mucho que ver con que en ese juicio se evidencia la vinculación de Cristina Kirchner con pagos de dinero muy dudoso.  

 

López alega que se le quiso obligar a apoyar con sus medios al macrismo, lo que no sólo no tiene que ver con su defraudación a la AFIP, sino que es poco creíble dada la intrascendencia inmediata lograda por esos medios al día siguiente de la compra. Hoy acusa también a su ex elegido Ignacio Rosner de querer desposeerlo, una impericia, seguramente.  

 

Hace y hará bien el presidente Lacalle en no inmiscuirse ni dejarse presionar por estas operaciones de sainete y en referirlas al mecanismo jurídico oriental vigente. Nada de lo que haga el kirchnerismo será sano ni serio. Nada de lo que se pacte con él será cumplido. No se deben confundir las relaciones internacionales con la complicidad. El calado del puerto, el Mercosur o la Hidrovía seguirán un camino de colisión inevitable. Cristina es incapaz de negociar. 





Publicado en El Observador el 01/06/2021


Hacia el sueño de la jubilación 

sin trabajar

 

El riesgo de reformar lo que anda mal para hacer algo peor es la dura amenaza al futuro del equilibrio presupuestario y de la economía




 





La prórroga de 45 días solicitada para emitir su dictamen por la Comisión de Expertos que analiza la reforma al sistema jubilatorio no es sorpresiva. Tampoco será suficiente. Como se sabe, la necesidad del cambio se acrecienta con la presión de las calificadoras de riesgo y el FMI sobre la imperiosa necesidad de reducir los costos del régimen de retiros, que va camino a ser el mayor potenciador del déficit en el país, en la región y en el mundo, aún donde los regímenes sean privados. 

 

En consonancia con el diagnóstico de esta columna de que la cuestión es insoluble, todo hace pensar que cualquier propuesta terminará subiendo los costos en vez de bajarlos. La idea del Pilar Cero sobre la que está girando la discusión hoy, alcanza por si sola para varios años de debate. O para un debate permanente. Los expertos del comité hacen enormes esfuerzos dialécticos para asegurar que no se trata de una Renta Básica Universal, aunque se trata exactamente de eso, a poco que se analice los objetivos y la descripción de la prestación. 

 

Como el Pilar es una suerte de sueldo mensual mínimo indexado por inflación a ser soportado por el sistema, con prescindencia de que haya existido o no trabajo previo y aportes, de la recaudación o de cualquier otro limitante, al concepto de solidaridad intergeneracional que caracteriza el sistema de reparto, (algunos le llaman esquema Ponzi) se agrega ahora (y así se lo explica) la solidaridad intrageneracional. O sea, para los distraídos que no han comprendido lo que esto significa, que los trabajadores con más ingresos y con más años de aportes, subsidiarán con su retiro futuro a los que aportaron poco o no aportaron nunca. Lo que también lleva implícita la solidaridad interrubro laboral. Esto es porque los trabajadores de ramas tecnológicas o especializadas, con mayor formalidad y salarios, y también con más formación, estudios y preparación, subsidiarán a los que no tuvieron lo que se interpreta como suerte, cuando en realidad es esfuerzo, sacrificio, mérito (con perdón) y disciplina. 

 

Para verificarlo importa estudiar lo que ocurría un instante antes de la pandemia, si alguien se tomara el trabajo de analizar las cifras: el déficit cubierto por impuestos no se debía a las jubilaciones con aportes regulares, sino a todos los subsidios extrasistema de cualquier tipo, incluyendo las jubilaciones sin aportes. 

 

Como la nueva ecuación será deficitaria, aún con el subsidio obligatorio que se substraerá de los beneficiarios legítimos con aportes plenos, el bache se intentará rellenar con impuestos. (El argumento de que hay otros subsidios y recursos disponibles que se redigirían a financiar el Pilar Cero es ilusorio y desconoce deliberadamente el comportamiento de cualquier dádiva del estado y de cualquier subsidiado) También desconoce que, con la tendencia a la obsolescencia de muchas tareas, con la actual legislación laboral y con el accionar antiempleo del Pit-Cnt, esta criatura es un invento explosivo. No es viable la jubilación sin trabajo ni aportes previos. En ningún sistema. Salvo un ajuste en lo que se conoce como tasa de reemplazo, o sea de los haberes mensuales del jubilado. Con los efectos de la pandemia, en la coyuntura, el resultado empeora hasta meter miedo. 

 

Con lo que el déficit está garantizado. Pandora se sorprendería de las cosas que pueden salir del fondo de un comité de expertos, que además de ser sensible y solidario, tiene que compatibilizar criterios con el propio Pit-Cnt. Lo que significa que, cuando la propuesta de la comisión se evalúe financieramente, habrá que salir a buscar a quién gravar para que la ponencia sea viable. Y allí se harán tres descubrimientos. El primero, es que cualquier impuesto de cualquier naturaleza afecta siempre al nivel de empleo, casi instantáneamente. Lo que también afecta el nivel de bienestar y crecimiento. El segundo es que eso agrava el problema jubilatorio en una sinusoide fatal. El tercero es que la grieta, o las grietas, se han profundizado. Un círculo vicioso perfecto. Falta ver el nivel de daño que se infligirá a las AFAP, que ocupan el centro del blanco del odio de la central monopólica sindical. 

 

Grietas que no se abren sólo entre pobres y ricos, para ponerlo en términos de globosocialismo, sino entre quienes trabajan o no, entre quienes invierten tiempo, dinero y sacrificio en su formación y los que dicen que han sido postergados, casi desvalorizando el logro de quienes han padecido iguales privaciones y olvidos, pero han elegido otros caminos. No se trata de dejar de lado a quienes necesitan un auxilio económico imprescindible. Se trata de no mezclarlo ni financiera ni presupuestariamente con la jubilación, o sea de no ocultarlo. Porque eso abriría el camino a la demagogia populista sin costo aparente. La dádiva y la sumisión. Y más sabotaje al empleo.  


El problema de la jubilación es insoluble dentro del marco global del trabajo, o del cambio de la demanda laboral, mejor, lo que se agrava con el empecinamiento doméstico en expulsar el empleo y al empleador con impuestos, proteccionismo, monopolios estatales, sistemas rígidos y solidarismo voluntarista e instantáneo.

 

El principal partido opositor, el Pit-Cnt, como ya se ha dicho aquí, tendrá que elegir entre imperar sobre sus afiliados cautivos hasta que se extingan, o replantear su lugar y su papel en una transformación para que no sólo el sistema jubilatorio, sino el mercado de trabajo – vuelvan a funcionar y crecer y con ellos la economía. 

 

Más claramente, tendrá que elegir entre responder a su ideología internacional y lo que le conviene a los trabajadores de su país, una contradicción que deberá resolver para que el empleo no sea un imposible más grave que la jubilación. 



 

 






Publicado en El Observador  25/05/2021


Chile redacta su carta a Papá Noel

 

El “hagan lío” papal parece usarse como forma válida de imponer las ideas y reclamos por la violencia y el caos, vestida de democracia

 


La pandemia obró como un disparador, una excusa o justificativo de lo que se conoce como reseteo mundial, un movimiento global anticapitalista. El eterno sueño de la izquierda en todos sus formatos, ropajes, o aditamentos. Con las omisiones, defectos y excesos del capitalismo - que la columna expuso reiteradamente sin eufemismos – ningún otro sistema ha reducido la pobreza, generado tanto empleo y bienestar ni tantos avances de la humanidad como éste. En realidad, fue el único en lograrlo, seguramente a una velocidad diferente a lo que cada individuo pretende. Esto también aplica a su identificación con la democracia, de la que fuera por tantos años defensor a ultranza, sinonimia excluyente. 

 

Es que el socialismo con todos sus apodos posteriores, (que varía a medida que fracasa aplicando las mismas o similares recetas) suele adherirse a una democracia optativa: niega el derecho de quienes lo derrotan en elecciones limpias y reclama su potestad ilimitada de regir la propiedad y la libertad personal, social y económica cuando gana. Pero una vez que obtiene el poder por las urnas, ya no lo devuelve, o como máximo, sólo lo presta mientras organiza la próxima asonada, su próximo plan de huelgas o motines, su insurrección. 

 

Hayek tuvo en su momento la inteligencia y el coraje de exponer claramente el proceder de los gobiernos de planificación central, o sea el izquierdismo de mil apodos, al decir que, al fracasar su modelo de confiscación y redistribución burocrática el final era siempre el mismo: la dictadura. Lo que la calle simplifica así: “cuando se acaba la plata el populismo fracasa”. Ese es el momento más peligroso. 

 

El “reseteo mundial” vuelve a insistir en la promesa de bienestar instantáneo global, escudado ahora en la democracia que pregona, para lo que tiene poca autoridad, a la luz de la historia. Livianamente, equipara las violentas acciones de masas en las calles de Estados Unidos, de París, de Calí y de Santiago con protestas populares legítimas, cuando en realidad fueron acciones políticas dudosas que terminaron por socavar a los gobiernos democráticos.  O lograr que la violencia organizada sea herramienta exclusiva de la izquierda, en nombre de la “gente enojada”. 

 

Aquí vale la pena recordar la pedrea subversiva, violenta y planificada contra el Congreso en la era Macri, cuando se debatía democráticamente una modesta reforma a la ley de pensiones argentina. Uno de los elementos que desestabilizaron a un gobierno que no podía ser seriamente considerado liberal o de derecha. Así se llegó al período populista de los Fernández, que con un vulgar decreto estafó a los jubilados y convirtió las pensiones legítimamente merecidas en limosnas intrascendentes. La democracia no valía para Macri. Vale para Fernández. 

 

No hay dudas de que la constitución chilena será anticapitalista y antiempresaria, asegurada la matemática de los dos tercios y el posterior plebiscito. Fruto de las aspiraciones de una igualdad imposible, (la igualdad es imposible en la naturaleza y en toda actividad humana) que desgraciadamente tratará de ser implementada por ley. Como se sabe, cuando las cifras mundiales de la pobreza se redujeron como nunca en la historia, el globosocialismo cambió la demanda hacia la desigualdad, que nadie ha probado que tenga algo que ver con la pobreza. Pero esa dialéctica y relato sistemático esconden detrás de su promesa de redención, de su nueva esperanza, un repetido formato de populismo demagógico. 

 

Está probado que, si se promete el cielo, el resultado democrático, o más bien el resultado electoral, favorecerá a quien lo prometa. La pregunta es qué ocurrirá con las minorías. ¿Serán los gusanos proteicos conque se alimente por un tiempito la ilusión del reparto universal? ¿Se les permitirá sublevarse como en Colombia, Chile, Washington o París y a eso se le llamará ejercicio de la protesta democrática? Tal vez una vueltita por Argentina vendría bien para responderse esas preguntas. Se dirá que el peronismo no es socialismo. Nombres, sólo nombres. Las metodologías y el materialismo dialéctico, el relato, son iguales, los procedimientos y las promesas también, como el engaño a las masas. Y blandir la democracia como un mandato divino que arrasa con los derechos cuando gana; y por supuesto, negarla, devaluarla y sabotearla cuando pierde. Cual enseñó Bakunim. 

 

Como sostuvo este espacio, Chile reformará su constitución y la convertirá en un largo listado de garantías de todo tipo. Incumplibles e infinanciables la gran mayoría de ellas. Una sucesión de pedidos a Papá Noel con consecuencias graves y permanentes. Como también se ha sostenido aquí, la resultante será una oportunidad para Uruguay, porque es por ahora de los pocos países sensatos y serios del subcontinente, sobre todo una vez que la onda que arrasó a Chile se encargue de sepultar a Ecuador y Perú, despreciando sus democracias que no le convienen. 

 

Con un riesgo: el supuesto triunfo del accionar incendiario y subversivo en varios países, Chile el más destacado, será una tentación para la izquierda persistente. No importa cuán bien le vaya a un país, a su gobierno y a sus políticas, siempre se puede alegar la discriminación a los charrúas, la desigualdad, las diferencias de género, preferencias o percepción de sexo, la polución, el calentamiento global, la injusticia de los que ganan más que el que protesta o la corrupción, de la que la izquierda está exenta, como se sabe.

 

Cuando se ha instalado el miedo, el odio, la envidia, la esperanza milagrosa de felicidad, la ignorancia, la indignación o la prepotencia en los individuos, la democracia termina siempre en dictadura. Y la sociedad mucho más pobre. Uruguay es distinto, por suerte. ¿Verdad?