Proyecto propio preparado en 2008


PROYECTO DE JUICIO DIGITAL POR JUZGADO




DEFINICIÓN

Se trata de un Sistema Digital para Litigar (SDL) que utiliza todas las herramientas digitales disponibles en la actualidad. Esto implica la creación de un expediente-causa totalmente electrónico, que reemplaza por completo al expediente de la causa en papel.
Consecuentemente, desaparecen todos los sistemas de archivos actuales, así como los mecanismos de acceso al expediente, y el método de agregado de documentación y pruebas a la causa. (Esto incluye el sistema de cosido de expedientes, y el sistema de casillero por letras.

A partir de la utilización de este sistema, todo índice, registro de entradas y pasos procesales y similares, se genera automáticamente por el mismo software, con lo que desaparecen –y deben desaparecer- todos los métodos manuales de registro, informe, acceso y control de todo tipo de documentación.

PRECISIONES

Dado que se conocen muchas ideas y propuestas sobre la utilización de criterios de digitalización de datos en la Justicia, y es común que hasta algunos juzgados sostengan que están digitalizados simplemente porque tienen un índice de mesa de entrada o de pasos procesales accesible por Internet, es importante realizar algunas precisiones que expliquen el alcance del SDL. (Sistema Digital para Litigar).
Es posible partir desde lo que el SDL no es.

No es un método de registro de causas, ni de agregados de documentos, ni de pasos procesales ni de seguimiento de causas, aunque como subproducto todo ello se obtenga de modo automático.

No es un sistema de intercomunicación de la Justicia, ni entre los Juzgados, ni con las distintas Cámaras o Cortes, como parece surgir de algunas propuestas que recientemente se han publicado surgidas desde lo más alto del Poder Judicial. Sin embargo, todo eso se puede hacer, si se considera conveniente, pero no es esencial al proyecto ni a la idea, ya que el sistema de Justicia en nuestro País funciona por juzgados y cada uno de ellos es independiente.

No es un sistema para recopilar jurisprudencia, aunque es posible diseñar el software para obtenerla de modo automático, aunque no es la esencia de este proyecto.

En resumen, no se trata de una red única con todos los protagonistas compartiendo una especie de ámbito común, o una red, si se prefiere el término, tanto en el sentido electrónico como en el sentido semántico, como la que se muestra a continuación:


Sino un sistema nodal, en el que cada juzgado configura una unidad única e independiente, al que los distintos agentes de la justicia se conectan para iniciar una causa, y continuarla hasta su finalización, cumpliendo por vía digital los distintos pasos procesales y donde el Juzgado interactúa también digitalmente con las partes. De ese modo, se tiene un formato como el indicado en la figura siguiente.





Este sistema se aplica en cada uno de los juicios de cada juzgado, pero es independiente para cada juzgado, que necesita tener el equipamiento y el software para aplicarlo, pero no necesita interconexión alguna con el resto del sistema judicial. Esto permite la gradualidad en la implementación del SDL, si fuera conveniente, ya que no existe ningún requerimiento para que el método sea aplicado a toda la justicia de una jurisdicción al mismo tiempo. Inclusive hasta podrían coexistir en un mismo juzgado las causas iniciadas con el sistema del siglo XIX actualmente vigente, y las iniciadas según el nuevo método, sin necesidad de pasar por etapas de conversión o migración entre uno y otro sistema.

Nótese que en el caso de las apelaciones, cada juzgado deriva el expediente digital a la Cámara respectiva, que se transforma así en un nuevo participante en el nodo. A su vez, la Cámara es en sí otro nodo, donde ocurre lo mismo que en cualquier otro Juzgado.


BREVE DESCRIPCIÓN DEL PROCESO DE LITIGIO

A fin de adentrarnos en el desarrollo de este plan, haremos una breve reseña de cómo serían los pasos judiciales con el SDL.

Incoación: El juicio comienza como cualquier otro. El demandante otorga poder a su abogado, y éste lo patrocina y confecciona la demanda. Pero en vez de tener que concurrir a una sede física para realizar todo este proceso, el abogado patrocinante con sus contraseñas e identificaciones previamente otorgadas a todos los matriculados, presenta su demanda con una “carátula electrónica”. A esa demanda se agrega automáticamente por programa la comunicación de un escribano, (que también ha sido provisto de una contraseña y código de identificación como todos los agentes matriculados) certificando que el abogado ha sido apoderado ante él para ese juicio. (Recordar que los escribanos tienen estrictos y crecientes controles sobre sus protocolos, certificaciones, actas, etc. y que cualesquiera de esos documentos son aceptados hoy en todos los juzgados y hacen fe).
Una vez que el Juez verifica que todos los requisitos formales han sido cumplidos, autoriza el inicio de la causa y asigna al abogado del demandante una casilla, contraseña y código específicos para dicha causa, lo mismo que al escribano. A partir de ese momento, todas las notificaciones del juzgado a la actora se realizarán electrónicamente a la casilla de su abogado patrocinante. La actora habrá aceptado al firmar el poder dicho mecanismo como válido para todas las comunicaciones.  Seguramente los abogados sentirán una natural repulsión a un sistema de notificación a una casilla de computación, en vez de un domicilio físico, por lo que habrá que desarrollar un mecanismo legal-tecnológico-procesal adecuado para garantizar los derechos de las partes, pero sin desnaturalizar el concepto digital ni permitir argucias o dilaciones. El sistema norteamericano de notificaciones, aún sin criterios digitales, es mucho más expeditivo y contundente que el nacional, y a veces hasta se confía en empresas privadas para la tarea de notificación, que tienen el poder de hacer fe, como los escribanos en nuestro ámito. También deberá tenerse en cuenta que al digitalizarse el expediente en su totalidad, los abogados de las partes podrán acceder en todo momento al expediente y al estado de los pasos procesales, con lo que será muy difícil ignorar las resoluciones del juez o las nuevas incidencias y plazos de la causa. Justamente la característica más importante del SDL es la transparencia absoluta para los autorizados por el Juez o el Códio a acceder al expediente o a determinadas partes de él.

Notificación a la demandada: Por elementales razones jurídicas, en esta primera notificación, continuará como en la actualidad, en el domicilio denunciado y por los métodos en uso actuales. (Aunque se podría estudiar algún mecanismo para acelerar este proceso en caso de evidente argucia del demandado)
A partir de esa primera notificación, el sistema de comunicación pasará a ser como se describe:

Contestación de demanda: Se procederá del mismo modo que para la demanda, en todos sus aspectos.

A partir de ese momento, todas las notificaciones se realizarán de modo automático por programa a las partes que corresponda según el Código Procesal y la determinación del Juez. Esto significa que en aquellos casos en que legalmente corresponda sistemáticamente un traslado, se dará vista de modo automático, y cuando no sea así, la determinación del Juez de dar vista, traslado o notificar a alguno de los interesados, supondrá de modo automático la autorización que el software requiere para que dicho interesado pueda acceder a ese documento del expediente.
A su vez, el expediente electrónico podrá ser accedido del mismo modo que el expediente actual por quienes tengan derecho a hacerlo, y en la documentación a la que tengan derecho a acceder, lo que también será manejado por el software, que concederá las autorizaciones para acceder de modo automático cuando corresponda, o ante una orden del juez, procedimiento que también será automático. De todo acceso al expediente quedará constancia automática en la causa.


Escritos adicionales: Todos los escritos subsiguientes que presenten las partes, peritos y otros auxiliares de la justicia, lo serán vía la utilización del software que tendrá instalado cada uno de esos auxiliares en su computadora, (tal como ocurre con la AFIP en la actualidad) consignando la casilla, contraseña y código específicos de la causa. El juez determinará si corresponde o no su incorporación al expediente, y el escrito recién se incorporará cuando el Juez lo apruebe, siempre de modo automático, momento en que si se decide dar traslado de ese documento a la contraparte el sistema procederá a enviar la comunicación respectiva usando el software correspondiente.

Prueba documental: Toda la prueba documental será incorporada mediante escaneo en la escribanía de cada parte, que conservará los originales y certificará la copia electrónica que enviará del modo habitual para ser incorporada al expediente, lo que constituirá una certificación debidamente protocolizada. El juez o cualquiera de las partes podrá requerir la presentación del documento original por parte del escribano si surgiesen dudas de su autenticidad, del mismo modo en que en la actualidad se puede controvertir una escritura o certificación de un Escribano Público, y con las mismas responsabilidades de todas las partes. Se deberá legislar sobre la responsabilidad del Escribano en estos procesos, tal como ocurre con las actuales funciones de esos profesionales. Se deberá establecer un tarifario para estas  prestaciones, cuyos costos deberán ser muy acotados, y se podría estudiar la deducción posterior de estos costos, (aunque no sean muy relevantes) de las tasas de justicia, lo que será compensado con creces por los ahorros de costo que el nuevo sistema generará.

Pruebas no documentales y testimoniales: Se presentarán como en la actualidad, pero el juzgado tendrá a su cargo de incorporar al expediente digital el detalle o características de esas pruebas. Una vez incorporadas, seguirán el mismo camino que las pruebas documentales. En los casos de testimonio, la deposición será registrada directamente en el software, para su incorporación automática al expediente, cuya  vista quedará habilitada para las partes cuando el Código Procesal así lo determine o cuando el Juez lo disponga. Podrá agregarse con facilidad una versión audio de las declaraciones de los testigos, según lo establezca el Código Procesal.

Peritos y otros auxiliares: El procedimiento será igual que el de los escribanos y abogados, y una vez que el Juez apruebe o determine su designación obtendrán su casilla, contraseña y código para acceder a la causa, debiendo producir sus informes e incorporarlos utilizando el software respectivo.

Autos, sentencias, fallos y otras decisiones del Juez: Serán emitidas de modo digital utilizando el software respectivo,  y notificados a las partes de modo automático, notificación que automáticamente hará que los plazos respectivos comiencen a correr.

Apelaciones: Cuando deba elevarse un expediente a la Cámara correspondiente, también se hará utilizando el software apropiado. En tal caso, el sistema hará la comunicación a la Cámara y a las partes, y automáticamente permitirá a la Cámara el acceso al expediente, lo que reemplazará al trámite del envío del mismo de modo físico. Esto permite que el expediente quede inalterable y de libre consulta para las partes y otros factores autorizados. A partir de ese momento, la Cámara pasa a integrar el “nodo” de ese Juzgado, por lo menos en lo que hace al expediente referido. A su vez en su ámbito, la Cámara tiene un sistema nodal similar al de cada Juzgado, donde a partir del traslado las partes tienen acceso dentro de las pautas del Código Procesal y de los jueces de la Cámara.

Otros fueros: En el caso de otros fueros, como el penal, tanto de PBA como de la Capital Federal, simplemente se agrega a los accesos al funcionario correspondiente, y si el expediente debe ser transferido a otra instancia, caso del Juez de Sentencia en Capital, simplemente éste conforma un nuevo nodo, como el caso de la Cámara. El sistema es así reproducible indefinidamente.

Toda la documentación, así como las fechas de notificación, traslado, citación, o cualquier otro cumplimiento de plazos procesales, se mantendrán registradas de modo indeleble e inalterable en el sistema, y estarán disponibles en un software especial de control.


En ningún caso se utilizará software que no sea específico del sistema, ni comunicaciones de ningún tipo por servicios comerciales o amateurs de emails, mensajería electrónica o correos de voz. Su utilización hará que el contenido de esos mensajes carezca de todo valor o efecto legal.



PRINCIPALES RUBROS QUE CONFORMAN EL PROYECTO

Cuando se habla de este tipo de proyecto, se produce en general una confusión sobre la importancia y peso de cada uno de sus componentes, y también sobre la importancia de cada uno. Debemos decir que el presente no se trata de un proyecto faraónico ni siquiera demasiado costoso, ni requiere de compra de edificios, ni siquiera de incorporación de personal, acaso de transformación de funciones y de reentrenamiento. Pero resulta importante el detalle para evitar que cada posible proveedor intente convertir la idea en una venta masiva del producto que comercializa, como suele ocurrir. (Con el fracaso generalizado de todos los proyectos así encarados, tanto técnica como políticamente)

ARQUITECTURA Y DIRECCIÓN DE PROYECTO:  Se trata del desarrollo y la administración del sistema que hemos descripto, la coordinación de los distintos aspectos, tecnologías, cambios legales, entrenamiento,  el análisis de las aplicaciones seguramente existentes en el mercado y las nuevas que se requieran, a fin de proceder a su diseño y ejecución. También al asesoramiento en los pliegos de licitación, tecnología y proveedores a invitar,  la integración con organizaciones como las universidades nacionales, los colegios de profesionales, el sistema judicial, los sindicatos y en especial, con los cuerpos internos del área tecnológica y administrativa, cuya opinión y participación resulta vital. Este es el aspecto esencial del proyecto, que debe ser capitaneado por un líder político de primera magnitud, con quien deben integrarse aquellos que lleven adelante este emprendimiento. El resto conforma una serie de elementos, tecnologías y recursos que deben evaluarse, elegirse, probarse e integrarse, completando con programación propia los puntos faltantes o que requieran mejoras.

SOFTWARE:  Debe dividirse en algunas aplicaciones centrales, a las que se sumarán varios sistemas de soporte específico.  (Obviamente se requiere un análisis mucho más completo para determinar los sistemas de programación y la cantidad y funciones de las aplicaciones, pero haremos una división a grandes rasgos para facilitar la compresión).

De gestión: que se conforma a su vez de dos aplicaciones: el programa instalado en las computadoras de los abogados, escribanos y otros auxiliares, con el que se comunicarán de ida y vuelta con el juzgado, y otro es el que tendrá el juzgado para comunicarse con ellos. Responde a todos los criterios de automaticidad y seguridad que hemos descripto. También permite la redacción de documentos, es decir que contiene un editor de texto dedicado y un diccionario de términos legales.

La segunda aplicación es la instalada en el juzgado, que dialogará con los nombrados en el párrafo anterior, y que también dialogará con el soft que en definitiva contendrá el Expediente electrónico. Permitirá el acceso del Juez a cualquier parte del expediente, inclusive en forma remota.

Expediente: Esta aplicación, seguramente integrada por varias, contiene o es la causa, y en ella convergen todos los documentos y elementos correspondientes, del modo indicado. Probablemente requiera un soft ad hoc para su administración.

Proceso: Nos referimos a un sistema de Workflow o Flujo de Proceso, que corre en una especie de capa superior de todo el sistema, y que funciona como un delegado del Código Procesal, controlando los plazos procesales, el cumplimiento de cada uno de los pasos previstos, las instancias y cada uno de los aspectos que rigen la litis. También permite que de modo automático cada uno de los interesados reciba las comunicaciones, notificaciones y traslados que le correspondan, y los autoriza a acceder a determinados sectores del expediente o a todo el expediente, según lo disponga el Código o el Juez. En una etapa más refinada, también permite el control global de la tarea del juzgado, atrasos, causas acumuladas,  eficiencia administrativa, etc.

Opcional: Es posible en una etapa posterior el desarrollo de un soft que permita al Juez realizar diversos análisis y búsquedas sobre el expediente, si bien es todavía prematuro.



COMUNICACIONES: Incluímos en este rubro aquellos conceptos que implican el mecanismo de trasmisión de los datos, en cualquiera de las etapas. Esto implica el estudio de las redes que se utilizarán. Si bien también este punto requiere diversos análisis, podemos adelantar una definición frente a algunas posiciones que se han escuchado desde algunos sectores judiciales que impulsan la idea de un sistema digital, aunque sin demasiadas precisiones. Se ha sostenido en esos sectores la necesidad de una especie de red privada, para preservar la confidencialidad de los datos. Si se analiza el sistema que hemos descripto, y su mecanismo nodal, se verá que la idea de una red privada es inviable, ya que significaría que cada uno de los auxiliares de la justicia, abogados, escribanos, peritos, etc. debería estar conectados por una red de fibra óptica  u otro método exclusivo y propio,  imposible de crear y de pagar. La realidad es que esa red ya se ha creado y se llama Internet, cuyo sistema de paquetes se ideó justamente para seguridad militar y de estado. Existen hoy métodos de seguridad muy avanzados y de bajo costo que aseguran la posibilidad de usar alguna variante de VPN, o red privada virtual, con un alto nivel de seguridad, al combinarse con los adecuados sistemas de hardware. También pensamos que esta idea de una red privada, significa que quienes la defienden consideran como sistema de justicia digital una red que enlace todos los juzgados, como mostramos en la primera ilustración de este trabajo, lo que no configura exactamente un sistema de litis digital, que creemos es lo que se entiende por justicia digital.

            Al tomar la decisión de usar Internet también se universaliza la utilización del sistema a un costo mínimo,  ya que luego la decisión de usar wi-fi, banda ancha o módem no es relevante para el proyecto y no tiene importancia alguna a ningún efecto.
El uso de Internet no debe confundirse con una página web convencional, sino que se utiliza solamente el medio de comunicación y el protocolo IP para crear una Intranet virtual, de acceso solamente posible a quienes tengan el software, el hardware de llave,  las contraseñas, los códigos, los e-talken y todos los mecanismos de seguridad modernos. Se debe recordar que todo el sistema financiero mundial, más todos los sistemas de defensa funcionan sobre esta plataforma.

            Esta defensa a ultranza del uso de Internet tiene por objeto limitar los costos y el nivel de pérdida de foco que el concepto de seguridad y de red privada puede crear.
           
            Si en algún momento se considera necesario enlazar todos los juzgados con una red nacional de justicia, también podrá hacerse, pero se trataría de otro proyecto, cuya utilidad debería discutirse. En cuanto a la utilización de una red para la jurisprudencia, también es otro proyecto, y debería implementarse en el ámbito de Cámaras y Cortes o Tribunales Supremos, pero no en esta etapa.

            HARDWARE: Nos referimos al necesario para cada juzgado, sistemas de back up y redundancia, no así al que necesitan los abogados, escribanos, etc, que además de ser los corrientes y habituales en pequeñas oficinas, deberán ser costeados por cada uno de esos auxiliares.
Cada juzgado necesitaría sus servidores sobre los que montar el corazón del sistema, que es la aplicación de EXPEDIENTE y el soft de PROCESO antes descriptos.  Estos servidores pueden o no estar físicamente en el juzgado. Debe estudiarse la conveniencia de concentrar en pocos lugares estos servidores y sus espejos y redundancias, a fin de facilitar el soporte técnico, que debería dispersarse en caso de radicar este Hardware en cada juzgado. La conexión entre esos servidores y el juzgado debe también analizarse, ya que en muchos casos se pueden utilizar los cableados de fibra óptica ya instalados, en otros los sistemas de cable punto a punto, y en otros un acceso por Internet.
Asimismo, cada juzgado requerirá las computadoras necesarias para usar el software de GESTIÓN que hemos descrito más arriba, y también el de ADMINISTRACIÓN que se requerirá. Estos costos no parecen demasiado importantes.
Dentro de este ítem debe considerarse el sistema de backup y seguridad, sobre el que volveremos más adelante.
También haría falta algún HARDWARE periférico para soporte de distintos pasos, como escaneo, grabación, etc. tampoco de costos relevantes. Todos estos puntos requieren un análisis y relevamiento.
La característica de nodal que tiene el sistema, hace que no sea necesario pensar en una sola marca o configuración de máquina, ni tampoco que se debe efectuar un desembolso prohibitivo en un solo momento. Los costos son relativamente pequeños y el plazo en que se desembolsarán es largo.

SISTEMAS DE ARCHIVO, SEGURIDAD, BACKUP Y REDUNDANCIA:  Se contará con una combinación de software, hardware y sistema de soporte (discos especiales al efecto), que garanticen la inalterabilidad de los datos almacenados, a la vez que creen las pistas de auditoría que se requieran a fin de asegurar más allá de toda duda la integridad e inviolabilidad del sistema. Los proveedores de estos sistemas son pocos, pero existe una alta tecnología desarrollada en el rubro, altamente probada. También se contará con un sistema de redundancia, seguridad y backups en los servidores, que aseguren la integridad del sistema en cualquier circunstancia. Especial consideración se prestará a asegurar la provisión de energía en los centros en que se encuentren los servidores, que contarán además con unidades de emergencia (UPS) para suplir el corto plazo.

INTEGRACIÓN CON LAS ACTUALES ESTRUCTURAS DE TECNOLOGÍA: Se procurará integrar desde el comienzo a los cuadros de personal tecnológico del sistema de justicia, probablemente seleccionando primero a un grupo que se irá agrandando a medida que se reduzcan sus funciones actuales, a la vez que se irá reconvirtiendo mediante entrenamiento a todo el sector. De este modo se espera contar con el conocimiento que poseen estos empleados y su valiosa experiencia, a la vez que crear una sólida interacción.
En algunos esbozos de proyecto que se han dado a publicidad últimamente, ha surgido la idea de que el proyecto de justicia digital se pueda confiar íntegramente a las estructuras tecnológicas internas. Tal idea no aparece recomendable, a estar por las experiencias mundiales, y también por el hecho de que la variedad de tecnologías, sistemas, proveedores y desarrollos en el mundo entero es sumamente vasta, y requiere una gran experiencia específica para poder discernir no ya las tecnologías y hardware que se usarán, sino los meros mecanismos licitatorios, lo que obliga a tener una dirección clara y determinada por la máxima autoridad política desde prácticamente el mismo comienzo del proyecto. Sí es posible y recomendable una plena participación de las estructuras internas, donde ellas existan. En realidad, el concepto nodal de la justicia argentina es el que crea la obligación de un Sistema Digital de Litigar, (SDL), y no al revés. Por eso es que, salvo en la Corte Suprema, que curiosamente no tiene ni presupuesto ni jurisdicción para capitanear este tipo de proyectos, no existen grandes estructuras tecnológicas que puedan usarse como soporte.

INTERACCIÓN CON LAS ESTRUCTURAS JURÍDICAS Y ADMINISTRATIVAS: Como  parte del diseño de la arquitectura del sistema, se prevé una fuerte interacción con estas estructuras, cuyo aporte inicial es considerado de extrema importancia para el análisis de las necesidades y objetivos específicos, ya que el proyecto será en su parte operativa, resultado de las necesidades que estos funcionarios requieran cubrir, y fruto de su propio aporte.

           
            MODIFICACIONES LEGISLATIVAS: Se deben realizar las consultas y análisis correspondientes, a través de las propias estructuras judiciales y de los catedráticos, y expertos del sistema judicial y a fin de realizar los cambios correspondientes que aseguren las garantías procesales constitucionales, pero que al mismo timpo incorporen los cambios a las prácticas y hábitos que posibilitan las nuevas tecnologías, como ha ocurrido en tantos otros campos. Si bien este sistema obligará a una revisación (más que revisión) de los códigos procesales, ello sin embargo no debería ofrecer dificultades políticas ya que en ningún caso se discutirían implicancias políticas o ideológicas. Obviamente, la mejora en la velocidad y seguridad de las causas permitiría y recomendaría una reducción de los plazos procesales, tarea que debería realizarse en conjunto con el desarrollo de las aplicaciones y el sistema, a fin de no sumar los tiempos de desarrollo. Pero no parece que se requiriera grandes cambios en cuestiones jurídicas de fondo. Conceptos tales como el de “Documento digital”, o “firma digital” surgen repetidamente cuando se habla de justicia digital. Sin embargo, la práctica y el importante desarrollo de las tecnologías de auditoria y seguridad informática y de almacenamiento seguro han ido tornando obsoletas o por lo menos distintas esas definiciones. La AFIP recibe miles de Declaraciones Juradas por día por Internet, sin ninguna firma, y mediante una simple contraseña, que pueden ser enviadas por cualquiera desde un Cyber café, y tienen plena validez jurídica y obligan a los titulares. A nadie se le ocurre plantear la necesidad de una firma digital, reemplazada ahora por una simple clave retirada por el interesado. Lo mismo ocurre con las transacciones financieras mundiales, muchas de ellas realizadas de viva voz y sin firma, con un sistema de grabación continuo. En cuanto al concepto de Documento Digital, tampoco es necesario, en nuestra percepción, ya que con el sistema que estamos describiendo no se reemplaza el documento original en el caso de las pruebas documentales, sino que se emite una copia digital certificada por el escribano, quien mantiene el original en su poder como respaldo. En el caso de los escritos, que son confeccionados directamente digitalmente, constituyen el documento original, respaldado por los archivos indelebles que se realizan en los discos especiales y por la firma que constituye la contraseña, la casilla y el código de acceso determinado por el juez para cada causa. Obviamente que estas especulaciones teóricas deben ser refrendadas por los expertos. En términos de comparación, tampoco el sistema actual, inspirado en criterios del siglo XIX, parece un buen parámetro, por los muchos conceptos arcaicos que aún se mantienen. Basta comparar nuestro sistema con los de cualquier país central en términos de derechos del ciudadano y garantías jurídicas. Es evidente que los juicios iniciados antes de la aplicación del nuevo sistema, en cada juzgado, continuarán rigiéndose por los códigos y prácticas vigentes actualmente, hasta su finalización.




ALGUNAS OBSERVACIONES Y COMENTARIOS


DECISIÓN ENTRE SOFTWARE DE BASE DE CLAVE O FUENTE ABIERTA Y SOFTWARE PAGO: Es muy común en cada proyecto importante, se trate de empresas privadas o del sector público, que se discuta la idea de utilizar software de base de clave abierta, o sea gratuito, supuestamente gratuito o gratuito hasta cierto punto, por ejemplo LINUX y sus variantes. La idea es el ahorro que supone su utilización contra otros sistemas de base que se licencian, a la vez que en teoría, al estar su fuente disponible para cualquier programador, las aplicaciones que se desarrollen serán muchas más. Tal idea no ha demostrado ser realista, y al mismo tiempo la mayoría de estos programas, tanto los de base como los  que se han desarrollado, carecen de soporte, lo que suele demorar de modo importante los proyectos, y hasta convertirlos en poco confiable. Es por ello que deberá analizarse críticamente este tipo de decisión, frente al facilismo que implica hablar de ahorros inmediatos sin tener en cuenta los efectos profundos en el sistema que se desarrolla.

DECISIÓN SOBRE CUAL ES EL PODER POLÍTICO QUE DEBE LIDERAR EL CAMBIO, SI EL JUDICIAL O EL EJECUTIVO:  Esta discusión parece difícil de sostenerse en cuanto se explora el asunto. Por razones presupuestarias y por razones políticas. Es obvio que el Ejecutivo no puede obligar a la Justicia a cambiar su sistema de litigar, pero puede liderarlo, y hasta desarrollar el sistema gratuitamente para el Poder Judicial. También puede crear un proyecto conjunto y financiarlo. Un cambio tan radical en el sistema de Justicia ofrece beneficios tan importantes e instantáneos para la población, que esos beneficios serían apreciados por la ciudadanía de inmediato, lo que además de aumentar la eficiencia del Estado en su conjunto, produciría importantes y legítimos réditos políticos a quien liderara este proyecto. Por otra parte, un proyecto de estas características requiere de un liderazgo desde la cúpula del poder, entre otras consideraciones para evitar que la discusión supuestamente tecnológica se vuelva infinita.

UN PROYECTO DE TODOS: Sostenemos firmemente la idea de que, a diferencia de otros proyectos de gran importancia que se han hecho en el país, este proyecto debe ser argentino. Esto no descarta la participación de las empresas internacionales como proveedores, cuya tecnología es por supuesto imprescindible. Sin embargo, se debería confiar la tarea que hemos descrito como Arquitectura y Dirección de proyecto a una empresa nacional, al igual que todos los desarrollos de software complementarios, de interfase y específicos. Esta idea obedece a diversas razones. Una es el desprestigio en que han venido cayendo las empresas internacionales de afamados nombres por las denuncias de corrupción que han surgido en Europa y EEUU con relación a sus negocios en países emergentes, y mucho más importante, porque los proyectos capitaneados por estas empresas, como es fácil observar en nuestro medio, no sólo tienen precios que suelen ser políticamente y financieramente insostenibles, sino que casi inexorablemente no se terminan. En ese sentido, nos permitimos afirmar que, así como este proyecto puede ser de gran repercusión política positiva si se concreta, sería todo lo opuesto si no puede llevarse a cabo. Asimismo, la utilización de mano de obra, talento y conocimiento locales, además de crear una especialización, crearía un producto exportable rápidamente, como alguna vez ocurrió con la Energía Atómica, cuando el País se transformó en exportador de esa tecnología para uso pacífico. Además de crear “polos tecnológicos”, este tipo de proyectos puede crear efectivamente la necesidad de mano de obra tecnológica local, y exportarla. Como comprendió India, el polo tecnológico debe ser todo el país, empezando por lo sus propias necesidades. Por otra parte, se da la feliz coyuntura de que se cuenta con ese conocimiento, en un proyecto en el que es altamente posible usarla, y donde además el mundo desarrollado no se ha especializado aún.

TIEMPOS DE DESARROLLO E IMPLEMENTACIÓN: Como parte inicial de la tarea se deben confeccionar los Cronogramas y Caminos Críticos de cada aspecto del proyecto, pero parece necesario, tanto desde lo técnico como desde lo político, lograr tener el proyecto en marcha en un plazo relativamente corto. No creemos en la implementación en etapas, porque tiende a desilusionar a todos los participantes y aún al público, ya que lo que percibe en las primeras etapas es apenas una fracción del total. Pero la naturaleza nodal del proyecto sí permite en cambio el desarrollo completo del proyecto, para aplicarlo a un número pequeño de juzgados, pero de un modo integral. Esos juzgados no sólo permitirán mostrar resultados concretos, sino que serán los “showrooms” para el resto del sistema, y colaborarán en el entrenamiento de los siguientes juzgados. Se podría, de optar por este camino, elegir cuidadosamente a los juzgados donde se advierta permeabilidad, entusiasmo y capacidad para realizar el cambio y allí concentrar el esfuerzo. Esto también limitará la inversión, que sería parcializada según las condiciones presupuestarias, aunque habría que reservar las partidas para completar con seguridad la implementación del primer grupo de juzgados. Luego de esta primera etapa exitosa, el proyecto es escalable a la velocidad que se desee.



LA JUSTICIA DEBE SER CIEGA, PERO DIGITAL



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El sueño imposible de financiar el gasto con deuda externa

Dardo Gasparre
Es peligrosamente unánime el criterio de que el país tome deuda externa con fines múltiples. Partiendo desde lo más obvio, el pago a los holdouts, se llega a la aplicación de tales recursos a la financiación del plan Belgrano y otras obras, y se corona con la utilización de esos ingresos para atender parte del gasto público. Esa unanimidad de criterio no es técnica, sino que responde a la conveniencia y a los intereses de todos los factores, incluyendo al gran pueblo argentino en su mayoría, que reclama a gritos el ajuste, pero sólo de todo aquello que no le afecte.
Es importante que se analicen las consecuencias y los efectos de cada una de estas posibles decisiones, cosa que trataré de hacer sin apelar a fórmulas ni curvas ni terminología complicada, aunque utilizando los principios ortodoxos.
Las estimaciones del endeudamiento en 2016-2017 oscilan entre cuarenta y cincuenta mil millones de dólares, supuestamente en plazos que van desde 5 a 30 años, si el mercado lo permite. Estas cifras no contabilizan totalmente la emisión de nueva deuda provincial, que todavía no se ha sincerado.
Comencemos por analizar la deuda que se tomará para el pago a los holdouts, supuestamente 5 mil millones en esta etapa y otro tanto en una segunda, para cancelar el total existente en todo el mundo y en cualquier estadio de litigio. Esos montos no están considerados hoy en la información de deuda del país, ni en su valor original ni en el acrecido.
Consecuentemente, si bien el 60% de ese total no es técnicamente una deuda nueva, a todos los efectos de análisis y contabilización estaremos agregando esos diez mil millones de deuda para cualquier cálculo de solvencia y repago, por ejemplo, para calcular con base técnica el riesgo país o el valor de la tasa de interés que pagaremos.
Cualquier otra deuda que tomemos —nacional, provincial o municipal—, para cualquier destino —financiamiento del gasto, obra pública u otros propósitos—, deberá convertirse en pesos, salvo en aquellos casos en que esa deuda sea para pagar equipamiento o bienes importados.
Para convertir los dólares que ingresen por cualquier concepto, inclusive las inversiones, hay, como en cualquier caso, dos caminos. Uno es que los dólares sean comprados como reservas por el Banco Central, es decir, que el banco emita para pagar al Tesoro y que los pesos sean destinados a pagar gastos u otros conceptos. Tal movimiento, a efectos de la presión inflacionaria, es equivalente a emitir lisa y llanamente. En este supuesto, tomando deuda en dólares para financiar el gasto no se baja la presión inflacionaria del actual nivel de dicho gasto.
Si en vez de emitir pesos para comprar esos dólares, se los vende en el mercado sin intervención alguna del Banco Central, eso implica esperar que particulares y empresas compren esos dólares. Para ello, deben usar sus pesos u obtener pesos del mercado para comprarlos. En teoría, eso baja el circulante, es decir, la presión inflacionaria. Pero esa oferta adicional de dólares, si es importante, bajará el tipo de cambio del dólar de todos los dólares que se compren. Eso apreciará el peso, lo que puede tener un efecto muy desagradable, léase atraso cambiario. El peor de dos mundos: el dutch disease sin aumento de exportaciones.
También hay que pensar si los privados estarán muy interesados en atesorar dólares cash, en un contexto donde habrá desaparecido el estímulo para conservarlos. En otros términos, aumentar la oferta de dólares no implica crear necesariamente una demanda adicional. Esto será más cierto cuanta más deuda externa se tome.
Igual disyuntiva surgiría con el posible ingreso de dólares vía un blanqueo con el que sueñan muchos. El gasto se paga en pesos. ¿Cómo se conseguirán pesos con esos dólares sin emitir? ¿Vendiéndolos a quién? ¿Para qué los compraría alguien? Cuantos más dólares ingresen por cualquier concepto, más cierta y más importante será la disyuntiva: emitir más pesos, o sea, aumentar la inflación, o atrasar el tipo de cambio.
Esta especulación sirve para reforzar el concepto de que el gasto se debe bajar, con total prescindencia del mecanismo de financiación del déficit. Que la tasa sea el 35% en pesos o el 8% en dólares no altera la necesidad de reducir el gasto, como se ha explicado (No abundaré sobre el hecho de que además la deuda tomada para pagar gasto también debe pagarse).
Distinto sería decir que se recibe una inversión externa en dólares, que creará demanda adicional laboral y que permitirá absorber empleo público, pero, de todos modos, eso implica reducir el gasto del Estado.
La idea de que se puede emitir pesos contra dólares prestados que obran de respaldo y que eso no tendrá efectos inflacionarios es la que se usó desde 1976 a 1983, con consecuencias desastrosas en el endeudamiento, la inflación y la pérdida de competitividad. Esta afirmación valdría aun si los dólares que se tomasen pagaran tasa cero.
Esto significa que, de no bajarse el gasto, estaríamos jugados a que el crecimiento bajase la importancia relativa del déficit como único camino. Por otros medios, estaríamos de nuevo en el corsé explosivo impuesto por la convertibilidad (Por eso el sueño de Domingo Cavallo era usar el dólar como moneda nacional).
Está muy bien que dejemos de ser estafadores globales y cumplamos con nuestros compromisos. Está muy mal que luego nos endeudemos creyendo que eso nos dará aire para no tener que bajar el gasto. Como he tratado de explicar, no se trata de una cuestión conceptual. Simplemente no se puede lograr.





El sueño imposible de financiar el gasto con deuda externa

Dardo Gasparre


Es peligrosamente unánime el criterio de que el país tome deuda externa con fines múltiples. Partiendo desde lo más obvio, el pago a los holdouts, se llega a la aplicación de tales recursos a la financiación del plan Belgrano y otras obras, y se corona con la utilización de esos ingresos para atender parte del gasto público. Esa unanimidad de criterio no es técnica, sino que responde a la conveniencia y a los intereses de todos los factores, incluyendo al gran pueblo argentino en su mayoría, que reclama a gritos el ajuste, pero sólo de todo aquello que no le afecte.
Es importante que se analicen las consecuencias y los efectos de cada una de estas posibles decisiones, cosa que trataré de hacer sin apelar a fórmulas ni curvas ni terminología complicada, aunque utilizando los principios ortodoxos.
Las estimaciones del endeudamiento en 2016-2017 oscilan entre cuarenta y cincuenta mil millones de dólares, supuestamente en plazos que van desde 5 a 30 años, si el mercado lo permite. Estas cifras no contabilizan totalmente la emisión de nueva deuda provincial, que todavía no se ha sincerado.
Comencemos por analizar la deuda que se tomará para el pago a los holdouts, supuestamente 5 mil millones en esta etapa y otro tanto en una segunda, para cancelar el total existente en todo el mundo y en cualquier estadio de litigio. Esos montos no están considerados hoy en la información de deuda del país, ni en su valor original ni en el acrecido.
Consecuentemente, si bien el 60% de ese total no es técnicamente una deuda nueva, a todos los efectos de análisis y contabilización estaremos agregando esos diez mil millones de deuda para cualquier cálculo de solvencia y repago, por ejemplo, para calcular con base técnica el riesgo país o el valor de la tasa de interés que pagaremos.
Cualquier otra deuda que tomemos —nacional, provincial o municipal—, para cualquier destino —financiamiento del gasto, obra pública u otros propósitos—, deberá convertirse en pesos, salvo en aquellos casos en que esa deuda sea para pagar equipamiento o bienes importados.
Para convertir los dólares que ingresen por cualquier concepto, inclusive las inversiones, hay, como en cualquier caso, dos caminos. Uno es que los dólares sean comprados como reservas por el Banco Central, es decir, que el banco emita para pagar al Tesoro y que los pesos sean destinados a pagar gastos u otros conceptos. Tal movimiento, a efectos de la presión inflacionaria, es equivalente a emitir lisa y llanamente. En este supuesto, tomando deuda en dólares para financiar el gasto no se baja la presión inflacionaria del actual nivel de dicho gasto.
Si en vez de emitir pesos para comprar esos dólares, se los vende en el mercado sin intervención alguna del Banco Central, eso implica esperar que particulares y empresas compren esos dólares. Para ello, deben usar sus pesos u obtener pesos del mercado para comprarlos. En teoría, eso baja el circulante, es decir, la presión inflacionaria. Pero esa oferta adicional de dólares, si es importante, bajará el tipo de cambio del dólar de todos los dólares que se compren. Eso apreciará el peso, lo que puede tener un efecto muy desagradable, léase atraso cambiario. El peor de dos mundos: el dutch disease sin aumento de exportaciones.
También hay que pensar si los privados estarán muy interesados en atesorar dólares cash, en un contexto donde habrá desaparecido el estímulo para conservarlos. En otros términos, aumentar la oferta de dólares no implica crear necesariamente una demanda adicional. Esto será más cierto cuanta más deuda externa se tome.
Igual disyuntiva surgiría con el posible ingreso de dólares vía un blanqueo con el que sueñan muchos. El gasto se paga en pesos. ¿Cómo se conseguirán pesos con esos dólares sin emitir? ¿Vendiéndolos a quién? ¿Para qué los compraría alguien? Cuantos más dólares ingresen por cualquier concepto, más cierta y más importante será la disyuntiva: emitir más pesos, o sea, aumentar la inflación, o atrasar el tipo de cambio.
Esta especulación sirve para reforzar el concepto de que el gasto se debe bajar, con total prescindencia del mecanismo de financiación del déficit. Que la tasa sea el 35% en pesos o el 8% en dólares no altera la necesidad de reducir el gasto, como se ha explicado (No abundaré sobre el hecho de que además la deuda tomada para pagar gasto también debe pagarse).
Distinto sería decir que se recibe una inversión externa en dólares, que creará demanda adicional laboral y que permitirá absorber empleo público, pero, de todos modos, eso implica reducir el gasto del Estado.
La idea de que se puede emitir pesos contra dólares prestados que obran de respaldo y que eso no tendrá efectos inflacionarios es la que se usó desde 1976 a 1983, con consecuencias desastrosas en el endeudamiento, la inflación y la pérdida de competitividad. Esta afirmación valdría aun si los dólares que se tomasen pagaran tasa cero.
Esto significa que, de no bajarse el gasto, estaríamos jugados a que el crecimiento bajase la importancia relativa del déficit como único camino. Por otros medios, estaríamos de nuevo en el corsé explosivo impuesto por la convertibilidad (Por eso el sueño de Domingo Cavallo era usar el dólar como moneda nacional).
Está muy bien que dejemos de ser estafadores globales y cumplamos con nuestros compromisos. Está muy mal que luego nos endeudemos creyendo que eso nos dará aire para no tener que bajar el gasto. Como he tratado de explicar, no se trata de una cuestión conceptual. Simplemente no se puede lograr.


La otra droga: el juego
      

            Nos hemos acostumbrado a ver la ludoexplotación como un negocio raro más, corrupto y poderoso, imbricado en la matriz de financiación de los políticos, sin distinción de banderías. La alevosa omnipresencia de Cristóbal López nos hizo canalizar la crítica en torno a sus privilegios y no a la actividad en sí. Es hora de profundizar.


         Es hora de entender la múltiple amenaza que significa el imperio del juego para la sociedad: como droga que debilita el cuerpo social y lo entrega manso a su descomposición; como factor principal de corrupción de la política y de las instituciones; como tercero en discordia en la sorda lucha entre el estado y el narco por el poder sobre las conductas.


         Para eludir la inteligente trampa urdida de autodenominarse "industria del juego", uso el término ludoexplotación, que describe mucho mejor las prácticas y consecuencias del comercio del juego de apuestas en todas sus formas, casinos, tragamonedas, bingos, loterías, quinielas, Prode, raspadita, apuestas deportivas, quiniela instantánea y cualquier otra variante a inventarse.


         También en Internet, donde disputa el primer lugar de facturación con los sitios porno y de citas. En otra hábil treta, en la que se utiliza a comunicadores debidamente interesados, se procura mimetizar esta explotación con el entretenimiento, los jueguitos online o las App, un intento más de disfrazar la naturaleza del "gambling" como se denomina más precisamente en inglés.


         El juego fue siempre un negocio sucio y dañino, con cualquier formato de explotación. Basta recordar los comienzos de la mítica Las Vegas y del mítico Bugsy Siegel, o las geniales descripciones de Mario Puzzo, no por noveladas menos ciertas. Estuvo muchos años prohibido o cuidadosamente acotado en todo el mundo, como en Nevada o Atlantic City. También en Argentina, donde sólo algunas zonas turísticas tenían casinos.

        
         De pronto se viralizó. Con gran resistencia de las comunidades locales, con enormes tentaciones a los políticos, con donaciones a entidades de bien público, incluidas las iglesias. Lo que se hacía ilegalmente, pasó a hacerse legalmente, pero en una escala brutal. En Estados Unidos nació la técnica de cambiar de jurisdicción ante gobiernos irreductibles. Usaron las jurisdicciones portuarias, marítimas, de parques nacionales, hasta las reservas indias y su tratado con Sherman para conseguir radicarse.


         El juego era legal y se empezaba a llamar industria. Como si eso lo tornara sano  y beneficioso para la comunidad.


         Entran en escena las tragamonedas y la tecnología. El juego deja de ser de azar, lo que muchos prefieren ignorar. Las máquinas se programan para que ganen o pierdan un cierto número de veces o con una ganancia determinada. A veces, esas ganancias se acuerdan con los gobiernos. Otras no. Las tragaperras invaden los casinos y multiplican sus ganancias. El Baccarat o Punto y Banca pasa a ser una pieza de museo, las mesas de ruleta se achican y hasta son reemplazadas por máquinas que las simulan. El 80% de las ganancias de los Casinos pasa a provenir de las máquinas.


         El juego ya no es privilegio de las clases altas. Ahora es de pobres. La mayor ganancia de los casinos proviene de que ahora juegan sus monedas los pobres.


         Argentina no podía estar fuera del mundo. No en estos negocios fáciles. Entonces se moderniza, ironicemos. Empieza con los inocentes bingos y la "privatización" de hipódromos. Y corona llenándolos de maquinitas. Pero en el estilo nacional: exagerado, alevoso, al punto que algunas grandes concesionarias no informan al estado sus ingresos porque "los sistemas no lo permiten". Como siempre, además de la trampa se toma al otro por estúpido.


         Por más que existan contratos, la mayoría de los mecanismos de verificación y reparto de ganancias sigue siendo tan misterioso como el contrato YPF-Chevron, de paso. Pero ese no es el punto central. El punto central es el daño y la disolución social.


         Sin temor a parecer una abuela, no hace falta explicar a los lectores con alguna dosis de esquina que los casinos concitan todas las adicciones que están desmembrándonos. Además, como una especie de Asignación Universal incluyente, tenemos la quiniela, el bingo, los mil modo de apostar a diario, a lo que se quiere agregar ahora la quiniela intantánea, una ruleta continua frente a cada casa, un expolio de lesa humanidad a los carecientes.  


         En una hipócrita defensa de este comercio, los representantes de la "industria" dicen que este sistema reduce el juego ilegal. Como si el tema pasara por ahí, como si fuera posible importar máquinas para hacer casinos ilegales, salvo vía ellos mismos. Como si no se jugara exponencialmente más con el sistema que llaman legal. Bromas no.


         Podemos hablar de los terribles daños al individuo, recordando a Dostoievski y su inmortal obra El Jugador. Pero ni siquiera es ese el tema. El tema es qué clase de sociedad queremos ser, entre narcos y operadores del juego influyendo nuestras vidas y a nuestros políticos.


         La Iglesia, ahora con la clara guía de Francisco sobre las prioridades entre el dinero y el apostolado, tiene que tomar posición clara en este punto. En el país ya hay tres veces más máquinas tragamonedas que cajeros automáticos. ¿Adónde queremos llegar? El juego debe reducirse drásticamente; no estatizarse ni regularse ni repartirse mejor. Achicarse, limitarse, reducirse. Y mucho.



         "Quiero cuidarlos", fue la promesa de Mauricio Macri. Cuídenos. Pero el problema no es Cristóbal López. El problema es el juego. Como la droga.

¡Vamos, Carlitos (Marx), todavía!

Dardo Gasparre
Como prometí en mi nota de hace dos semanas, que se puede ver aquí, seguiré analizando el sistema
económico mundial, por llamarlo de algún modo. Retomemos el tema con una afirmación simplista, pero 
esencial: la democracia norteamericana no tolera una recesión. Ningún político tiene las condiciones 
de estadista para soportar un segmento de ciclo económico de esa naturaleza.
Tampoco los ciudadanos votarían por nadie que tolerase una recesión. La genial predicción de Alexis de 
Tocqueville se ha cumplido: la democracia es un gobierno de mediocres para mediocres. Y puede 
evolucionar para peor. Con toda mala fe, mostraré la presente elección presidencial de Estados Unidos 
como ejemplo. La defensa descansa.
Tal voluntarismo de gobierno y gobernados se llama populismo, aunque muchos premios nobeles 
inventen complicadas ecuaciones y teorías para justificar cualquier locura que se haga para evitar las
recesiones. Hay otros matices a tener en cuenta. La globalización ha fallado en crear empleos. Sólo los 
ha redistribuido. La creencia de que el trabajo era elástico no está funcionando. Hay un problema de

dimensión de la masa poblacional que no es irrelevante. Eso lo sienten los trabajadores norteamericanos 
y europeos, y se ve en sus votos.
El concepto liminar de la globalización era la teoría de la economía ortodoxa: la apertura comercial 
produciría más puestos de trabajo y el empleo crecería indefinidamente a medida que fuera creciendo el 
consumo. Esta tesis no partía de un principio económico probado, sino del empirismo.
Donald Irwin, prestigioso economista de Dartmouth, demuestra, en la cuarta edición de su libro Free Trade
Under Fire (Princeton University Press, 2015), que las estadísticas no exhiben un aumento del empleo 
correlativo al crecimiento del comercio internacional de un país, aunque sí un crecimiento del PBI y del 
bienestar.
Esto es coherente con la conocida simetría de Lerner y el teorema de Marshall-Lerner, que afirman que, 
por la fluctuación del tipo de cambio, la exportación de un país tiende a ser igual a la importación. Pero 
nada es lineal en esta era de la prestidigitación. China manosea su tipo de cambio, con lo que ni siquiera
 se produce ese equilibrio en el empleo. Y muchas empresas ahora emblemáticas de Estados Unidos están eludiendo impuestos al radicarse en Oriente, usando las opciones que dan las viejas leyes impositivas para la 
inversión norteamericana.
¿De qué le sirve a un norteamericano que Apple sea la mayor empresa del mundo si sus empleos se crean en China y sus impuestos se paguen en Kuala Lumpur?
El empleo se está manteniendo en los países centrales con una enorme emisión o cuasiemisión, cualquiera
fuera el nombre que se le dé al sistema. No por el auge de sus empresas o de sus invenciones. Pero los 
empleos que se crean son de bajos sueldos. El empleo real, privado, ha dejado de crecer. El bienestar
 también.
Robert J. Gordon, economista de Harvard y Oxford y Ph.D del M.I.T (The Rise and Fall of American Growth, 
Princeton University Press, 2016), demuestra, con un impresionante juego de series estadísticas, que el 
crecimiento norteamericano real termina en los años setenta, justamente al comienzo del proceso de
globalización.
Europa tampoco crea empleos. El rechazo a los migrantes no es meramente una cuestión de 
xenofobia. Al empleo perdido con la competencia de los trabajadores que viven en Asia, los europeos no 
quieren sumarle la importación de supuestos trabajadores islámicos para competirles por el trabajo en su 
propio territorio.
Decía en mi nota anterior que Estados Unidos, que representaba el 71% del PBI mundial al fin de la 
Segunda Guerra, muestra ahora un escuálido 22 por ciento. Una gran generosidad geopolítica, que tiene
 costos. En la búsqueda de paliar el desempleo, se recurre al empleo público, a proteccionismo o a gastos 
asistenciales monumentales. Con la consecuencia de que la mayoría de los países del Primer Mundo tiene hoy un gasto que supera el 50% de su PBI. Hace sólo cuarenta años un país con esas proporciones habría sido 
considerado socialista-marxista. Hoy se piensa en aumentar impuestos para subir la proporción de 
participación del Estado.
Por supuesto que nadie serio puede llamar capitalismo a estos formatos, ni ortodoxia. Claro que tampoco 
se puede llamar con ningún nombre serio al manejo estilo bingo de las políticas monetarias. Esta creciente 
succión por parte de los Estados populistas de los recursos de los creadores de riqueza ha 
desestimulado el progreso y ha matado al empleo privado, con lo que, en una eficaz tautología, el
 Estado es exitoso en demostrar que el estatismo es la única solución.
Una estadista como Ángela Merkel es vilipendiada a diario por la prensa, en especial la norteamericana, y
 por economistas supuestamente prestigiosos, por el solo hecho de defender principios no ya de economía 

elemental, sino de matemáticas de sexto grado. Lo menos que se escucha es la acusación de haberse 
quedado en prácticas obsoletas. Como si el keynesianismo empecinado que se ofrece como alternativa 
fuera una opción seria y probada. Hay razones adicionales que motivan falta de crecimiento del empleo 
privado, muy importantes y objeto de otra nota. Pero ninguna tanto como el aumento del gasto, el 
proteccionismo y el bingo emisionista.
Para terminar de perfeccionar el daño, el sistema político mundial ahora quiere —en nombre de la 
solidaridad— obligar a Europa a aceptar la invasión supuestamente pacífica del islam, como si eso fuera 
a ayudarla a salir de su parálisis. Como si los migrantes fueran una caravana de Edison, Dunlop, 
Siemens-Martin, Karl Benz, Fleming, Graham Bell, Marconi y Ford, y no una masa desesperada que se 
terminará colgando del gasto del Estado, destrozando el empleo privado y desangrando la economía.
Y la solución que los genios de la FED y su cohorte de economistas funcionales es urgir al Banco 
Central Europeo a que emita ilimitadamente para crear inflación. No recuerdan, porque los ciegan los 
honorarios o su estolidez, que el principio central de la teoría era que el empleo aumentaría cuanto más 
consumo hubiera, y el consumo aumentaría porque la mayor demanda bajaría los precios.
Esa baja de precios, la deflación, es percibida como negativa en un mundo desesperado por licuar deuda. 
Y combatida generando inflación con emisión. Si falla, con tasa de interés negativas, y si falla, con 
impuestos a la tenencia de bienes. Que son las mejores formas de que no crezca el consumo. Y entonces 
que no crezca el empleo real.
Si Marx no ganó, por lo menos se impuso en el primer partido de visitante dos a cero.