Mi pequeña reflexión diaria



Plan C

Las encuestas, aún las no compradas, están apuntando hacia el peor escenario: Scioli ganando en primera vuelta.

Deliberadamente o no, Massa ha cumplido su funcionalidad de quitarle los votos del peronismo disconforme a Macri.

Habría que preguntarle al Jefe de Gobierno y sus infatigables simpatizantes si siguen tan felices con su decisión de mantener la pureza, que indudablemente tiene mucho que ver con estos resultados previos. Mejor no preguntar nada.

Cabe aquí un recuerdo para Raúl Alfonsín, ese demócrata que tanto nos desilusionó con el Pacto de Olivos, inventor de la cláusula que permite ser presidente con el 40.01% de los votos.

También es de suponer que a esta altura Cambiemos está elaborando un plan B, al empezar a quedar en evidencia que a tres semanas de las elecciones no parece haber salido de su piso-techo, aún cuando no es fácil imaginar alguna variante electoral.

Y en tren de hacer planes de contingencia, también podría ser hora de elaborar un plan C, para después de las elecciones. Si lamentablemente, (diría Fein)  se confirma el triunfo de Scioli, automáticamente y de pleno derecho sería Macri el mayor referente opositor.

La tarea que caería en tal caso sobre sus hombros sería durísima, patriótica y hasta heroica, ya que sería el último bastión de la democracia y la República.

Sería acaso una forma de dar valor a la pureza y al compromiso con la seriedad, que acaso a él le cueste perder esta elección y al país perder su futuro.


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Mi pequeña reflexión de hoy




La salud mental como camino


No me referiré a la ética de Dilma Roussef. Hablaré de su reacción ante la adversidad política.

En momentos graves para la economía y más graves aún para su proyecto político y hasta para su situación personal, la presidente de Brasil podría haberse dejado llevar por sus  nervios, por sus deseos de revancha, por su enojo con una ciudadanía que le da la espalda y la denuesta en las calles de Río y Sao Pablo.

Podría haber “doblado la apuesta” como decimos los argentinos timberos y jugar a dividir a la sociedad brasileña,  apostar a aumentar el populismo que llevó a su país a esta encrucijada o cualquier otra decisión histérica, irracional y vengativa. Usted me entiende.

Pero sea porque le conviene, porque el establishment la presionó en el sentido adecuado o por el asesoramiento de quienes la rodean, eligió hacer lo que debe hacer. Permitir la depreciación del real, bajar el gasto como acaba de anunciar hoy, eliminar ocho ministerios, cambiar a su jefe de gabinete, reducir sueldos y número de cargos.

Lo hace a pesar de que el ajuste puede restarle amigos en el Congreso, que necesita para evitar el juicio político eventual que seguramente se merece por el caso del Petrolão.

Al tomar este camino, la presidente le da a Brasil la mejor oportunidad para una salida rápida de su crisis económica y probablemente se salva de su propia catástrofe política y personal.

Los políticos y gobernantes son imperfectos e incurren siempre en errores y a veces en groseras acciones. Pero tienen una obligación ineludible: mantener la cordura. Máxime en los más altos niveles.

La locura, la irracionalidad y la toma de decisiones delirantes ante los momentos críticos no son errores anecdóticos. Son delitos de lesa patria.

Dilma Roussef es una mala presidente. Pero está tratando de ser una buena brasileña.


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Mi pequeña reflexión de hoy



En la vía


Seguramente la decisión del Fiscal Marijuan de acordar el juicio abreviado con Ricardo Jaime, se ajusta a derecho.

En rigor, sólo se lo juzgaba por el delito de recibir dádivas, y en ese contexto, haber conseguido su confesión es un logro para el espíritu republicano y un paso importante de la justicia en la dirección correcta.

Aunque ahora a Jaime le parezca irrelevante, en el futuro será apostrofado como corrupto y coimero por cualquiera con quien se cruce en la calle. Y por la posteridad.

Este arreglo se complementa con el que harán el empresario colectivero Néstor Otero y los hermanos Cirigliano, que obviamente también han reconocido su condición de corruptos  y llevarán ese baldón de por vida.

Usted me dirá que no les importa. ¿Seguro? Fíjese el esfuerzo económico que han hecho para ser prácticamente borrados de las páginas de los diarios de hoy y de los archivos.  

Aún la sociedad tiene pendiente otros rencores, otras ofensas que quiere lavar por las que espera que Jaime pague. Hay juicios en marcha que deberemos monitorear para que esas deudas no quede sin saldarse.

Los familiares de los muertos de Once esperan ahora que estos mismos delincuentes vayan a la cárcel, sin juicio abreviado, por la responsabilidad que les cabe en la tragedia. Con ellos, esperamos todos, ofendidos por el abuso alevoso e impune del que hemos sido víctimas en este y otros casos.

Los muertos de Once son los fiscales mudos de la ciudadanía.



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Orejeando las plataformas electorales



Los candidatos presidenciales están empezando a mostrar de a poco sus cartas, como en una partida de truco, estilo al que somos tan afectos. Eso permite que, siguiendo con la metáfora,  se pueda a empezar a “orejear” algunas de las ideas centrales de los proyectos de cada uno. Vamos  a tratar de sacar conclusiones concentrándonos en algunos temas clave que configurarán el marco del futuro país.


Negociación con los holdouts. Los tres candidatos han dicho que negociarán para resolver el conflicto. Lo ideal sería negociar con todos quienes aún tienen bonos defaulteados, tanto con fallo en firme como los que no, de jurisdicción americana o de cualquier otra.  Sin embargo, es posible pensar en resolver el tema crucial, que es el pari passu decretado por Griesa,  recuperar la posibilidad de acceder a los mercados internacionales y mientras tanto comenzar a negociar con el resto de holdouts, que no tienen ni juicio ganado ni ingresan como me too. Pretender arreglar tantos intereses y situaciones diferentes al mismo tiempo suena a una excusa para demorar el partido.


Mauricio Macri parece el más decidido a una negociación rápida. Sergio Massa toma un camino intermedio seguramente inspirado por el mismo equipo que nos metió en este lío, y Daniel Scioli, como en otros temas, dice frases de compromiso. El odio residual de Cristina Kirchner será, en los primeros meses, un grillete en la pierna del Gobernador.  No hay que creer que una negociación veloz implica el otorgamiento de concesiones, aunque Lavagna y Nielsen puedan soñar con “muñequear” la discusión para ganarles por cansancio a los horrendos buitres.


Resulta sin embargo evidente que hay que salir del atolladero jurídico, financiero, económico y de confiabilidad que implican los defaults en los que ya se ha incurrido por este tema y los que se vendrán. Con cualquiera de las ideas expuestas por los presidenciables, el país no tiene margen para demorar la salida en este tema.


La propuesta más realista es la de Macri, de usar el sistema de facilitador instaurado por Griesa para dar un corte al canje de deuda que ya demoró 10 años. Aún cuando este camino, fuera - hipotéticamente -  menos conveniente que el muñequeo de Lavagna-Nielsen o que el histeriqueo Sciolista, una solución rápida parece ser lo mejor para el país. Ya se han visto los efectos de las canchereadas y pulseadas en las negociaciones con el sistema internacional, además.


Salida del cepo cambiario. Esta columna defiende desde hace varios meses (y este columnista desde hace años) la adopción de un mercado de cambios único,  libre y sin intervención del Banco Central. De modo que es obvio que estaremos de acuerdo con la única propuesta concreta sobre este punto, que es la macrista, ya con Carlos Melconián como claro vocero económico de Cambiemos.  Felizmente.


Pero más allá de esa preferencia técnica-teórica,  plasmada en esta nota en marzo pasado, no parece haber otra manera de salir del monumental intríngulis en que estamos metidos. Tanto Massa como Scioli proponen un gradualismo, concepto sumamente elástico y también impreciso. Ambos parecen creer que se puede seguir cierto tiempo en estas condiciones.


Scioli-Bein-Blejer & equipo confían en ajustes graduales del tipo de cambio, en conseguir crédito externo que permita ir aflojando el cepo de a poco y de ir bajando la inflación en varios años, en una suerte de convergencia de tipo de cambio y tasa de inflación que termine en un equilibrio.


Massa- Lavagna-Nielsen creen que no es necesario devaluar, que se puede generar un fuerte ingreso de divisas vía el aumento de la exportación, que prometen fomentar, y proponen una drástica mejora de la infraestructura a esos efectos. Se confía en la licuación del problema vía crecimiento, pero no está tan claro cómo financiarán los instrumentos para ese crecimiento. Subsidios y créditos al productor no es el camino adecuado.


En todo caso, las ideas en ese punto de Massa y Scioli, parecen contraponerse con sus planes sobre los Holdouts, que ambos pretenden llevar a la larga. Con tantos profesionales de experiencia, sorprende que exista semejante contrasentido en sus proyectos. Sin confianza no hay salida. Y no hay entrada (de capitales).


En una siguiente nota avanzaremos en el resto de las ideas que requieren mayor desarrollo del posible en una sola nota. El proyecto más concreto y abarcativo, por lo menos de lo comunicado hasta ahora, es el del massismo. Sin embargo, tiene mucho de voluntarismo y mucho de peronismo-desarrollismo de los años 60. Y plantea nuevamente un plan de subsidios-incentivos que preocupan.


Massa propone un gigantesco plan de obras de infraestructura costeado por el estado, un viejo sueño de los contratistas argentinos, entre ellos Franco Macri, paradojalmente, que requerirá, junto con otras ideas, un masivo endeudamiento que no está claro cómo será manejado y monitoreado. Ni cómo se obtendrá y a qué tasas. 


Tanto Massa como Scioli parecen despreciar, minimizar o descartar la inversión extranjera, lo que hace más difícil cualquier proyecto de largo plazo.


Macri tampoco ha hablado mucho de la inversión externa, quién sabe si por temor a ser incorrecto o porque no piensa usarla. Sería una pena.


Ninguno de los tres ha aportado ideas contundentes sobre la inflación. Todos dicen que es mala, pero ninguno habla de bajar gastos, ni siquiera los rubros más alevosos. Aquí parecen los tres abonados a la teoría de promover crecimiento para licuar el efecto del gasto gigantesco que se sigue aumentando a cada minuto. A menos que guarden in péctore una guadaña.


Los  tres quieren crecer, exportar más, bajar retenciones o eliminarlas y aumentar el empleo. Eso es fácil de suponer  y de decir. Sobre todo con un peso sobrevaluado por un rato, como propone el peronismo en sus dos versiones. Advierto más contrasentidos en Massa-Scioli que en Macri, que me ofrece dudas en sus ideas sobre las empresas del estado, y que espero que tenga ocultas algunas ideas superadoras sobre la baja del gasto, para que su proyecto sea viable.


El que más libremente deje actuar al mercado más probabilidades de éxito tendrá y más confianza generará.


Se que este análisis no le alcanza a usted, lector. A mí tampoco. Volveremos.




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