LA REANUDACIÓN DE LAS RELACIONES


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Kissinger


: Podría redactarse en el contexto de lo que hemos hablado.


Zhou


: Las dos visitas.


Kissinger


: Sería perfecto.


Zhou


: Puede probarse… Tengo una cita a las seis, que me tendrá ocupado


hasta las diez. Pueden utilizar mi despacho. O ir a su residencia


para tratar la cuestión. Mientras tanto, podrán cenar, descansar
y ver una película.

Kissinger


: Nos vemos a las diez.


Zhou


: De acuerdo. Pasaré por su residencia. Vamos a trabajar hasta


bien entrada la noche.


20


Finalmente, aquella noche no pudo darse por acabado el comunicado,


pues se llegó a un punto muerto sobre quién tenía que constar
que invitaba a quién. Ambos queríamos que fuera el otro el que

pareciera más impaciente. Tomamos el camino de en medio. El presidente

tenía que aprobar el comunicado, y Mao ya estaba en la

cama. Finalmente, Mao rubricó un escrito en el que Zhou, «conocedor

del deseo del presidente Nixon de visitar la República Popular

de China» había «cursado una invitación», que Nixon había aceptado

«con mucho gusto».

Terminamos estableciendo los términos de una declaración para

la visita del presidente Nixon poco antes de la hora de nuestra salida, la

tarde del domingo 11 de julio. «Nuestro comunicado hará temblar al

mundo», dijo Zhou, y la delegación tomó el avión de vuelta, disimulando

la emoción antes de que empezara a temblar el mundo.

Pasé la información a Nixon en su «Casa Blanca del oeste» de San

Clemente. Luego se hicieron públicos simultáneamente el 15 de julio,

desde Los Ángeles y Pekín, el viaje secreto y la invitación.


Nixon en China: la entrevista con Mao


Siete meses después de la visita secreta, el 21 de febrero de 1972, el


presidente Nixon llegó a Pekín en un crudo día de invierno. Fue un
momento triunfal para el presidente, para el anticomunista empedernido

que había visto una oportunidad geopolítica y la había

aprovechado con audacia. A modo de símbolo de la fortaleza con la


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CHINA


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que había pilotado la nave hasta aquel día y de la nueva era que se


abría ante él, quiso bajar solo del Air Force One para saludar a Zhou
Enlai, que le esperaba bajo la ventolera de la pista con su impecable

chaqueta Mao mientras una banda militar interpretaba el himno nacional

de Estados Unidos. Se produjo el apretón de manos simbólico

que borró, tal como estaba previsto, el desaire de Dulles. Si bien se

trataba de una ocasión histórica, no tuvo una gran trascendencia. La

caravana que llevó a Nixon a Pekín no encontró a ningún curioso

en las calles. La llegada fue el último tema que se tocó en las noticias

de la noche.


21


A pesar de que la iniciativa había tenido un comienzo revolucionario,


en el comunicado fi nal no había habido consenso, sobre
todo en el párrafo clave que trataba de Taiwan. Una celebración habría

sido algo prematuro, e incluso podía debilitar la posición negociadora

china de deliberada ecuanimidad. Por otra parte, los dirigentes

chinos sabían que sus aliados vietnamitas estaban furiosos por

que China hubiera brindado a Nixon la oportunidad de unir al pueblo

estadounidense. Una manifestación pública dedicada a su enemigo

en la capital del país aliado habría constituido una presión excesiva

en las relaciones chino-vietnamitas, ya muy debilitadas.

Nuestros anfi triones compensaron la falta de calor popular invitando

a Nixon a una reunión con Mao a las pocas horas de su llegada.

En realidad, «invitar» no es la palabra que se ajusta a lo que se dio

en las entrevistas con Mao. No se programó ninguna cita; las reuniones

se produjeron como si de un acontecimiento meteorológico se

tratara. En todas hubo alguna evocación de las audiencias conseguidas

por los emperadores. El primer indicio de invitación de Mao a

Nixon surgió poco después de nuestra llegada, cuando me llegó el

recado de que Zhou quería verme en una sala de recepciones. Allí

me informó: «El presidente Mao desea ver al presidente». Para velar

un poco la impresión de que se reclamaba a Nixon, planteé unas

cuantas cuestiones técnicas sobre el orden de la programación del

banquete de la noche. Zhou, curiosamente impaciente, respondió:

«El presidente lo invita y quiere verlo cuanto antes». Al dar la bienvenida

a Nixon en los primeros momentos de la visita, Mao daba su

autoritaria aprobación a las audiencias del país e internacionales an-


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tes de que empezaran las conversaciones. En compañía de Zhou,


fuimos hasta la residencia de Mao en coches chinos. No se permitió
el desplazamiento de ningún miembro de seguridad personal estadounidense

y se comunicó que la prensa sería informada más tarde.

Un amplio portal en la zona este-oeste abierto en las antiguas

murallas que existían en la ciudad antes de la revolución comunista

constituía la entrada a la residencia del mandatario chino. En el interior

de la ciudad imperial, el camino seguía la orilla de un lago, en el

otro extremo del cual se veía una serie de residencias de altos ofi ciales.

Todos aquellos edifi cios se habían construido en la época de

amistad chino-soviética y refl ejaban el contundente estilo estalinista

del período en el que también se construyeron los pabellones de

huéspedes.

La residencia de Mao no parecía distinta del resto, aunque quedaba

algo apartada. No vimos en sus alrededores guardianes ni otros

aditamentos de poder. En la pequeña antesala destacaba una mesa

de ping-pong. Pasamos por allí de largo, pues nos llevaron directamente

al despacho de Mao, una estancia de dimensiones reducidas

con dos de las tres paredes llenas de estanterías con manuscritos

en un estado de considerable desorden. Los libros se amontonaban en

las mesas y formaban pilas en el suelo. En una esquina se veía una

sencilla cama de madera. El todopoderoso dirigente del país más

poblado del planeta quería presentarse como un rey fi lósofo que no

tenía necesidad de afi rmar su autoridad con símbolos tradicionales

de majestuosidad.

Mao se levantó de una butaca colocada en semicírculo junto a

otras e hizo también lo propio un ayudante que estaba a su lado

para echarle una mano si hacía falta. Más tarde nos enteramos de

que unas semanas antes había sufrido una serie de achaques cardíacos

y pulmonares que le habían debilitado y dejado con la movilidad

algo reducida. Aparte de estos impedimentos, el dirigente

comunista rezumaba una extraordinaria fuerza de voluntad y determinación.

Tomó las manos de Nixon entre las suyas y le dirigió su

sonrisa más afable. La imagen se publicó en todos los periódicos

chinos. El país sabía utilizar a la perfección las fotos de Mao para

transmitir el ambiente y el rumbo de la política. Cuando Mao po-


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nía cara de pocos amigos se avecinaban tormentas. Cuando hacía


un gesto admonitorio con el dedo a una visita indicaba la reserva
del sufrido maestro.

En aquel primer encuentro pudimos vislumbrar un atisbo del

estilo de conversación irónico y elíptico de Mao. En general, los

políticos transmiten sus ideas en forma de puntos básicos. Mao las

presentaba de forma socrática. Empezaba con una pregunta o una

observación e invitaba al comentario. Luego pasaba a otra observación.

De aquel entretejido de comentarios sarcásticos, observaciones

y preguntas salía normalmente una indicación, pero en contadas

ocasiones un compromiso vinculante.

Desde el primer momento renunció a llevar un diálogo fi losófi

co o estratégico con Nixon. Este había comentado al viceministro

de Asuntos Exteriores chino, Qiao Guanhua, a quien habían mandado

a acompañar al grupo presidencial de Shanghai a Pekín (el Air

Force One había hecho escala en Shanghai para recoger a un piloto

chino), que estaba impaciente por hablar de fi losofía con el presidente.

Mao no tenía ningún interés en ello. Tras afi rmar que el único

doctor en fi losofía de allí era yo, añadió: «¿Y si le pidiéramos que

hoy fuera el principal orador?». Como por la fuerza de la costumbre,

Mao jugaba con las «contradicciones» entre sus invitados: la sarcástica

evasiva podía ayudarle a crear un posible distanciamiento entre el

presidente y el asesor de Seguridad Nacional, puesto que a los presidentes

no suele gustarles mucho que les eclipse un asesor.

El mandatario chino tampoco se mostró dispuesto a seguir la

insinuación que hizo Nixon de abordar los problemas que planteaban

una serie de países que fue enumerando. El presidente estadounidense

encuadró así las cuestiones principales:


Nosotros, por ejemplo, debemos preguntarnos —de nuevo dentro


de los límites de esta estancia— por qué los soviéticos tienen asignados
más soldados en la frontera frente a su país que en la que da a

Europa occidental. Debemos preguntarnos cuál es el futuro de Japón.

¿Es mejor —ahí sé que habrá desacuerdos—, es mejor para Japón mantenerse

neutral, completamente indefenso, o lo más adecuado de momento

es que establezca alguna relación con Estados Unidos? […] La


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cuestión es a qué peligro se enfrenta la República Popular, si al de la
agresión estadounidense o al de la agresión soviética.


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Mao no quiso entrar en el tema: «No quiero meterme a fondo


en estas cuestiones problemáticas». Apuntó que iban a tratarse con el
primer ministro.

¿Qué pretendía transmitir, pues, Mao con aquel diálogo aparentemente

lleno de divagaciones? Puede que los mensajes más importantes

fueran los que no se pronunciaron. En primer lugar, después

de décadas de recriminaciones mutuas sobre Taiwan, en realidad no

surgió el tema. El resumen de lo que se trató es el que sigue:


Mao


: A nuestro viejo amigo común, el generalísimo Chiang Kai-shek,


no le parece bien. Nos llama malhechores comunistas. Hace poco


ha publicado un discurso. ¿Lo ha leído?

Nixon


: Chiang Kai-shek llama malhechor al presidente. ¿Cómo llama


a Chiang Kai-shek el presidente?


Zhou


: Normalmente hablamos de ellos llamándolos la camarilla de


Chiang Kai-shek. En los periódicos, a veces lo llamamos malhechor;


y a nosotros, ellos también nos llaman malhechores. En fi n,
nos insultamos mutuamente.

Mao


: En realidad, la historia de nuestra amistad con él es mucho más


larga que la de la amistad de ustedes con él.


23


Ni amenazas, ni peticiones, ni plazos límite, ni referencias al bloqueo.


Después de una guerra, dos enfrentamientos militares y 136
reuniones de embajadores sin ningún tipo de avance, la cuestión de

Taiwan había perdido urgencia. Era algo que se dejaba a un lado, al

menos por el momento, tal como había sugerido Zhou en la primera

reunión secreta.

En segundo lugar, Mao quería dejar claro que Nixon era bienvenido

en China. La foto lo había dejado patente. En tercer lugar,

Mao estaba impaciente por eliminar cualquier amenaza de su país

contra Estados Unidos:


En estos momentos, la cuestión de la agresión de Estados Unidos


o de la agresión de China es relativamente poco importante; o sea,

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podría decirse que no es una cuestión básica, porque actualmente no
estamos en una situación de guerra entre nuestros dos países. Podrían

retirar parte de sus tropas en su país; las nuestras no salen al exterior.


24


La críptica frase de que los soldados chinos permanecían en su


país despejó las preocupaciones de que Vietnam pudiera acabar como
Corea, con una intervención masiva por parte de China.

En cuarto lugar, Mao quería poner de relieve que había topado

con escollos en su apertura hacia Estados Unidos, pero que los había

salvado. Brindó un irónico epitafi o a Lin Biao, que había huido de la

capital en septiembre de 1971 en un avión militar que se había estrellado

en Mongolia, tras un supuesto golpe de Estado frustrado:


En nuestro país también existe un grupo reaccionario que se opone


a nuestro contacto con ustedes. Acabaron huyendo al extranjero en
un avión. […] En cuanto a la Unión Soviética, ellos fueron quienes

desenterraron los cadáveres, pero no se pronunciaron sobre el tema.


25


En quinto lugar, Mao era partidario de acelerar la cooperación


bilateral y pidió con insistencia conversaciones técnicas sobre el tema:

Nosotros somos también estrictos a la hora de abordar las cuestiones.


Ustedes querían, por ejemplo, algún intercambio de personas
en el ámbito personal, cosas de este tipo; también negocios. Pero en

lugar de ello seguimos, erre que erre, con la postura de que sin resolver

los asuntos importantes no hay nada que hacer con los secundarios,

yo me mantuve en esta posición. Más tarde vi que tenían razón y

jugamos al tenis de mesa.


26


En sexto lugar, Mao puso el acento en su buena voluntad personal


hacia Nixon, en el ámbito personal y también porque dijo que
prefería tener tratos con gobiernos de derechas, pues los consideraba

más de fi ar. Mao, el artífi ce del Gran Salto Adelante y de la Campaña

Antiderechista, hizo el sorprendente comentario de que «votaba a

favor» de Nixon, y dijo que se sentía «relativamente feliz cuando

subía al poder la derecha» (al menos en Occidente):


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LA REANUDACIÓN DE LAS RELACIONES


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Nixon


: Cuando el presidente dice que vota a mi favor, vota por lo


menos malo.


Mao


: Me gustan los derechistas. Se dice que ustedes son derechistas,


que el Partido Republicano está a la derecha, que el primer ministro


Heath


27 también es de derechas.


Nixon


: Y el general De Gaulle.28


Mao


: De Gaulle es una cuestión distinta. Dicen también que el Partido


Democratacristiano de Alemania occidental es asimismo de derechas.


En cierto modo, me complace que la derecha llegue al poder.


29


Hizo notar, no obstante, que si los demócratas accedían al poder


en Washington, China también establecería contacto con ellos.
Al principio de la visita de Nixon, Mao estaba preparado para

comprometerse en la dirección que implicaba esta, aunque por el

momento no en los detalles de las negociaciones específi cas que

iban a dar comienzo. No estaba claro si surgiría una fórmula para

Taiwan (las demás cuestiones básicamente se habían decidido). De

todas formas, estaba dispuesto a refrendar una importante agenda de

cooperación en las quince horas de diálogo que se habían programado

entre Nixon y Zhou. En cuanto se hubo establecido la dirección

básica, Mao aconsejó paciencia y escurrió el bulto por si no llegábamos

a un consenso para el comunicado. En vez de considerar el revés

como un fracaso, el dirigente comunista mantuvo que había de

servir de acicate para impulsar un nuevo esfuerzo. El plan estratégico

inminente pasó por encima del resto de los problemas, incluso del

bloqueo sobre Taiwan. Mao aconsejó a las dos partes no arriesgar

demasiado en una ronda de negociaciones:


Es positivo hablar y lo es también aunque no surjan acuerdos,


porque ¿qué sacamos de permanecer en un punto muerto? ¿Por qué
tenemos que ser capaces de conseguir resultados? La gente dirá […] si

fracasamos la primera vez, ¿se preguntarán por qué no lo hemos logrado

a la primera? La única explicación será que hemos optado por la

vía equivocada. ¿Qué van a decir si lo conseguimos a la segunda?


30


Dicho de otro modo, aunque por alguna razón imprevista se


estancaran las conversaciones que iban a iniciarse, China perseveraría

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hasta llegar al resultado deseado de colaboración estratégica con Estados


Unidos en el futuro.
Cuando la reunión estaba a punto de terminar, Mao, el profeta

de la revolución permanente, recalcó al presidente de la hasta entonces

vilipendiada sociedad imperialista-capitalista que la ideología ya

no venía al caso en las relaciones entre los dos países:


Mao


: [Señalando al doctor Kissinger] «Aproveche la hora y aproveche el


día». Creo que, por regla general, las personas como yo parecemos


cañones [


carcajadas de Zhou.] Es decir, algo así como «el


mundo tiene que unirse y derrotar al imperialismo, al revisionismo


y a todos los reaccionarios y establecer el socialismo».


31


Mao se rió a mandíbula batiente de la insinuación de que todo


el mundo podía haberse tomado en serio una consigna que llevaba
décadas pintada en los lugares públicos de todo el país. Acabó su

intervención con un comentario especialmente irónico, socarrón y

tranquilizador:


Pero tal vez usted, como persona, no estará entre los derrocados.


Se comenta que él [el doctor Kissinger] también se encuentra entre
los que no van a ser derrocados a título personal. Y si lo son todos

ustedes, no van a quedarnos amigos.


32


Garantizada así nuestra seguridad personal a largo plazo y certifi


cada la base no ideológica de nuestra relación por la máxima autoridad
en el tema, las dos partes iniciaron un período de cinco días de

diálogo y banquetes, que intercalaron con algún viaje turístico.


El diálogo entre Nixon y Zhou


Las cuestiones básicas se dividieron en tres categorías, y en la primera


se situaron los objetivos a largo plazo de las dos partes, así
como su colaboración contra los poderes hegemónicos, una forma

de decir la Unión Soviética sin tener que pasar por el desagradable


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trago de nombrarla. Iban a ocuparse de ellas Zhou y Nixon, junto


con un reducido grupo de colaboradores, en el que me encontraba
también yo. Nos reunimos todas las tardes, como mínimo durante

tres horas.

En segundo lugar, se organizó un foro para tratar el tema de la

cooperación económica y los intercambios científi cos y técnicos dirigido

por los ministros de Asuntos Exteriores de las dos partes. Por

último, se constituyó un grupo de redacción para el comunicado

fi nal encabezado por el viceministro de Asuntos Exteriores Qiao

Guanhua y yo mismo. Las reuniones de preparación del documento

se celebraron de noche, después de los banquetes.

Las reuniones entre Nixon y Zhou fueron algo insólito entre

jefes de gobierno (Nixon, por supuesto, era también jefe de Estado)

por el hecho de que en ellas no se tocó ninguna cuestión del momento;

estas se dejaron al albedrío del grupo de redacción del comunicado

y del de ministros de Asuntos Exteriores. Nixon se centró

en situar una hoja de ruta conceptual de Estados Unidos ante su

homólogo. Dado el punto de partida de las dos partes, era importante

que nuestros interlocutores chinos tuvieran una guía seria y fi dedigna

de los objetivos estadounidenses.

Nixon era una persona con una preparación extraordinaria para

esta función. Como negociador, su poca disposición a entrar en

enfrentamientos cara a cara —en efecto, su forma de eludirlos— llevaba

en general a una cierta imprecisión y ambigüedad. Sabía resumir

a la perfección. De los diez presidentes de Estados Unidos que

he conocido, él ha sido el que ha demostrado una comprensión más

cabal de las tendencias internacionales a largo plazo. Aprovechó las

quince horas de reuniones con Zhou para presentarle una perspectiva

de las relaciones entre Estados Unidos y China y sus consecuencias

en los asuntos mundiales.

Mientras me encontraba camino de China, Nixon había comunicado

a grandes rasgos su perspectiva al embajador estadounidense en

Taipei, a quien tocaría luego la desagradable tarea de explicar a sus

anfi triones que a partir de entonces Estados Unidos cambiaría el eje

de su política china: lo pasaría de Taipei a Pekín:


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Debemos tener en mente, y ellos [Taipei] tienen que estar preparados
para la realidad de que seguiremos con una relación gradualmente

más normalizada con la otra China, la del continente. Es algo

que exigen nuestros intereses. Y no es porque nos gusten, sino porque

están ahí […] y porque la situación mundial ha cambiado de una forma

tan drástica.


33


Nixon había previsto que, a pesar del caos y las privaciones que


vivía China, las excepcionales cualidades de su pueblo a la larga impulsarían
el país hacia la primera línea de las potencias mundiales:

Pues parémonos a pensar qué podría suceder si cualquier país


con un sistema de gobierno decente tomara el control de este territorio
continental. ¡Dios mío! […] No existiría potencia en el mundo

capaz… Me refi ero a que pones a 800 millones de chinos a trabajar en

un sistema decente […] y se convierten en la primera potencia del

mundo.


34


Aquellos días en Pekín, Nixon se encontraba como pez en el


agua. Independientemente de su arraigada opinión negativa sobre el
comunismo como sistema de gobierno, no había ido a China a convertir

a sus dirigentes a los principios de la democracia y la libre empresa

estadounidenses, pues lo consideraba una tarea inútil. Lo que

persiguió a lo largo de toda la guerra fría fue un orden internacional

estable para un mundo atestado de armamento nuclear. Así, en su

primera reunión con Zhou, rindió homenaje a la sinceridad de los

revolucionarios, cuyo éxito él mismo había denigrado anteriormente

como un fallo de las señales en la política estadounidense: «Sabemos

que cree fi rmemente en sus principios, y nosotros creemos fi rmemente

en los nuestros. No le pedimos que ceda en los suyos, de la

misma forma que no va a pedirnos que cedamos en los nuestros».


35


Nixon reconoció que en el pasado sus principios le habían llevado


—al igual que a muchos de sus compatriotas— a defender
políticas contrarias a los objetivos chinos. Pero el mundo había cambiado

y los intereses de Estados Unidos exigían que Washington se

adaptara a estos cambios:


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LA REANUDACIÓN DE LAS RELACIONES


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Comoquiera que yo había estado en la administración de Eisenhower,
en aquella época había tenido opiniones parecidas a las de

Dulles. Pero desde entonces el mundo había cambiado, como tenía

que cambiar también la relación entre la República Popular y Estados

Unidos. Como dijo el primer ministro en una reunión con Kissinger,

el timonel tiene que surcar las olas, de lo contrario se hundirá en la

marea.


36


Nixon propuso basar la política exterior en la reconciliación de


intereses. Siempre y cuando se apreciara claramente el interés nacional
y que este tuviera en cuenta los intereses mutuos de estabilidad,

o al menos de evitar la catástrofe, aquello podía abrir el camino de la

previsibilidad en las relaciones entre China y Estados Unidos:


Aquí, el primer ministro sabe, y yo también sé, que la amistad


—que tengo la impresión de que mantenemos a título personal— no
puede constituir la base en la que pueda apoyarse una relación establecida.

[…] Como amigos, podemos ponernos de acuerdo sobre un tipo

de lenguaje, pero a menos que se satisfagan nuestros intereses personales

poniendo en práctica las decisiones tomadas en este lenguaje, poco

habremos avanzado.


37


Para un planteamiento de aquel tipo, la franqueza era la condición


previa para la auténtica colaboración. Tal como dijo Nixon a
Zhou: «Es importante que lleguemos a la franqueza total y establezcamos

que ninguno de nosotros hará nada si no considera que es en

interés de uno y otro».


38 Los críticos de Nixon condenaban a menudo


este tipo de declaraciones, tachándolas de egoístas. Los dirigentes


chinos, en cambio, se referían a ellas con frecuencia como garantía
de la fi abilidad estadounidense, pues las consideraban precisas, dignas

de confi anza y recíprocas.

Sobre esta base, Nixon planteó un razonamiento pensado para

una función duradera de su país en Asia, a pesar de la retirada del

grueso de las fuerzas estadounidenses de Vietnam. Lo insólito era

que lo presentara como de interés mutuo. La propaganda china había

atacado durante años la presencia de Estados Unidos en la zona

califi cándola de opresión colonialista y había llamado al «pueblo» a


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CHINA


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levantarse contra ella. Pero en Pekín, Nixon insistió en que los imperativos


geopolíticos traspasaban los límites de la ideología, como
daba testimonio de ello su propia presencia en la capital. Con un

millón de soldados soviéticos en la frontera septentrional de China,

Pekín no podía basar su política exterior en consignas sobre la necesidad

de acabar con «el imperialismo estadounidense». Antes del viaje

me había insistido sobre el papel determinante a escala mundial

que ejercía Estados Unidos:


No podemos pedir demasiadas disculpas sobre la función de nuestro


país en el mundo. No lo pudimos hacer en el pasado, no lo podemos
hacer en el presente, ni en el futuro. No nos podemos mostrar

excesivamente abiertos respecto a lo que hará Estados Unidos. En otras

palabras, darnos golpes de pecho, ponernos cilicios y empezar con que

vamos a retirarnos, vamos a hacer esto, lo otro y lo de más allá. Porque

considero que lo que tenemos que decir es: «¿A quién amenaza Estados

Unidos? ¿Quién preferiríais que ejerciera esta función?».


39


Es difícil aplicar la invocación del interés nacional en su forma


absoluta, como la planteada por Nixon, como único concepto capaz
de organizar el orden internacional. Las condiciones con las

que se defi ne el interés nacional son demasiado distintas y las fl uctuaciones

en la interpretación tienen una importancia excesiva para

proporcionar una guía de conducta fi able. En general, hace falta una

cierta coherencia en los valores que proporcione un elemento de

moderación.

Cuando China y Estados Unidos iniciaron los contactos tras un

paréntesis de veinte años, lo hicieron con unos valores distintos, por

no decir opuestos. Con todas sus difi cultades, un consenso sobre

interés nacional constituía el elemento más signifi cativo de moderación

con el que podía contarse. La ideología podía llevar a las dos

partes a la confrontación y fomentar pruebas de fuerza alrededor de

una amplia periferia.

¿Era sufi ciente el pragmatismo? Es algo que puede intensifi car

choques de intereses, de la misma forma que es capaz de solucionarlos.

Cada lado conoce mejor sus objetivos que los del otro. Según la


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LA REANUDACIÓN DE LAS RELACIONES


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solidez de la postura interior de cada cual, la oposición interior puede


utilizar las concesiones necesarias desde el punto de vista pragmático
como demostración de debilidad. Así pues, existe la tentación

constante de doblar la apuesta. En los primeros contactos con China,

la cuestión que se planteaba era hasta qué punto eran o podían ser

coherentes las defi niciones de los intereses. Las conversaciones entre

Nixon y Zhou proporcionaron el marco de la coherencia, y el puente

que llevaría a ella era el comunicado de Shanghai y su tan debatido

párrafo sobre el futuro de Taiwan.


El comunicado de Shanghai


Los comunicados suelen ser perecederos. Defi nen más un estado de


ánimo que una dirección. No fue este el caso, sin embargo, del comunicado
que resumió la visita de Nixon a Pekín.

Los dirigentes tienden a crear la impresión de que los comunicados

nacen directamente de sus cabezas y de las conversaciones que

mantienen con sus homólogos. Suelen fomentar la idea de que redactan

y deciden hasta la última coma de sus escritos. No obstante,

los estadistas con experiencia y juicio saben que no es así. Nixon y

Zhou eran conscientes del peligro de obligar a los dirigentes a concluir

pactos durante los cortos períodos de una cumbre. En general,

las personas tenaces —no estarían donde están si no lo fueran— tienen

problemas por resolver los estancamientos cuando el tiempo

apremia y los medios de comunicación insisten. Como consecuencia,

los diplomáticos suelen acudir a las reuniones importantes con

los comunicados casi listos.

Nixon me mandó a Pekín en octubre de 1971 —en una segunda

visita— con este objetivo en mente. En los intercambios subsiguientes

se decidió que el nombre en clave del citado viaje sería

Polo II, puesto que después de poner Polo I al primer viaje secreto,

nos fallaba la imaginación. El principal objetivo del Polo II era el de

ponernos de acuerdo en un comunicado que pudieran aprobar los

dirigentes chinos y el presidente cuando, cuatro meses más tarde, se

diera por fi nalizada la visita de Nixon.


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EDITORIAL DEL FINANCIAL TIMES
Si el fallo del señor Griesa establece un precedente, un solo acreedor podrá excluir a un deudor soberano de los mercados internacionales por siempre.

Llevar a un atolladero a los países con obligaciones de deuda impagas es peligroso. Si bien los países deben honrar sus deudas en todos los casos salvo casos excepcionales, un sistema ordenado de reestructuración de deuda soberana es esencial para esas excepciones. Al igual que la quiebra de individuos o empresas, sólo se destruye valor si se mantiene a los deudores insolventes en un limbo indefinido.

No se avista en el horizonte un régimen de quiebra de países. De modo que los acreedores de deuda soberana deben entender la importancia de las Acciones de Clase, que deberían ser un estándar en todos los bonos nuevos, como ha hecho la eurozona. Qué hacer con la deuda existente es más complicado. El Congreso de EEUU podría modificar la ley de contratos para lidiar más sensiblemente con la reestructuración de la deuda argentina bajo ley americana. Pero por ahora, son los jueces los que están a cargo. Es mejor que las implicaciones internacionales de este caso sean resueltas por la Corte Suprema, a la que el caso debería ser elevado urgentemente.


If Mr Griesa’s ruling sets a precedent, a single holdout creditor will be able to exclude a sovereign debtor from international markets indefinitely.

Trapping countries in unpayable debt obligations is dangerous. While countries should service their debts in all but exceptional cases, an orderly mechanism for sovereign restructuring is essential for the exceptions. Just as with bankrupt individuals and corporations, value is only destroyed by holding insolvent debtors in never-ending limbo.

A sovereign bankruptcy regime is not on the horizon. So sovereign creditors should learn the importance of CACs, which should be standard in all new bonds – as the eurozone has done. What to do about existing debt is harder. The US Congress could modify contract law to deal more sensibly with the Argentine restructuring and US law-governed sovereign debt. But for now, the courts are in charge. The international implications of this case are best dealt with by the Supreme Court, to which it should be elevated urgently.

UNA PIRUETA MÁS


Por claúsula de emisión, cuando Argentina quiere pagar intereses o capital de cualquier bono del canje, tiene que pagárselos al Bank of New York Mellon (BNYM) , que es fiduciario apoderado de los bonistas. 

Supongamos que el fallo de Griesa queda en firme. 

Supongamos que , como ocurrirá, Argentina no quiere pagar a los Holdouts.

Supongamos que , sólo para no regalarle a los Holdouts la indemnización del seguro de default de los bonos nuevos, Argentina no quiere defaultearlos.

Supongamos que le paga al BNYM los 3500 millones de dólares del cupón, como dice la cláusula del bono. El BNYM los tiene que aceptar, por el mandato que tiene de los bonistas.

Según la cláusula de emisión, el bono está pago en el momento en que el BNYM recibe los fondos. NO HABRÍA DEFAULT.

Ahora el problema lo tiene el Banco. Si le descuenta a los bonistas los 1400 millones aprox. que ordena el juez, incumple su contrato con los bonistas. Si no les descuenta, puede ser embargado por el  juez, acusado de complicidad.

El BNYM pasa a tener que demostrar que no es intermediario ni cómplice de Argentina, sino trustee de los bonistas, desde el nacimiento del bono.

La Argentina no defaultea, aunque sí  está en desacato.

El juez puede sancionar a Argentina por desacato, aunque no tendría cómo efectivizarlo.

El BNYM va a la justicia y dice que el fallo del juez lo obliga a incumplir con sus mandantes, los bonistas del canje, o a ser embargado por 1400 millones, por una situación de la que no es responsable.

ALGUIEN CREE QUE ESTE ESCENARIO NO SE ESTÁ ESTUDIANDO Y NO SE PUEDE DAR?

Solicito opiniones especializadas sobre la viabilidad del mecanismo. No sobre los aspectos éticos, financieros, psicologicos y demás. Ya sabemos que en este y otros temas, estamos parados en el extremo insano de la razón.





Tratado Argentina-Uruguay de intercambio

de información tributaria


Se debe tener en cuenta previamente, que en 2010 Uruguay levantó la pena de prisión para quienes revelaran información del circuito financiero y determinó que la DGI Uruguaya podía pedir información de cualquier ciudadano al BC, pero mediante una presentación a un juez, quien, luego de oir al contribuyente y a la DGI, determinaría si correspondía ordenar al BC liberar la información. Vigencia: 1/1/2011. No retroactivo.


Este tratado entre los dos países, pone a la AFIP en igualdad de condiciones con la DGI uruguaya, en lo bueno y en lo malo. Pero el tratado dice que tendrá vigencia a partir de los 60 días de la fecha de promulgación, Y SOLO PARA EJERCICIOS O IMPUESTOS QUE COMIENCEN EN O LUEGO DE ESA FECHA.

Esto significa que si Argentina pide información de un contribuyente argentino y Uruguay se la brinda, la AFIP no podrá cobrarle impuestos por ejercicios anteriores sobre bienes o fondos que tuviese el contribuyente. Sí podría aplicárselos en el ejercicio 2013, por ejemplo.

Sin embargo, la AFIP sí puede pedir información retroactiva sobre el contribuyente, con la limitación de que no servirá para cobrar impuestos hacia atrás. En la actualidad, este pedido de información tiene un límite en el tiempo tal como lo establece la ley citada al comienzo, válida para uruguayos, argentinos o quien fuere: no se puede dar información anterior al 1/1/2011 por ningún concepto, ya que la ley no es retroactiva.

Vamos a la práctica. La mayoría de las propiedades inmuebles están ya transferidas a sociedades cuyos accionistas son a su vez sociedades panameñas o de otra jurisdicción. Pero nada impide a la AFIP pedir información sobre el pasado. Es decir, si un contribuyente TUVO propiedades a su nombre en los últimos 6 años. En tal caso, NO le puede cobrar impuestos sobre el pasado. 

Si aparece una propiedad hoy a su nombre, recordemos que la ley 11683 dice en sus reglamentaciones que CUANDO UN BIEN SE INCORPORA AL ACTIVO DE UN CONTRIBUYENTE SIN EXPLICACIÓN, el contribuyente debe pagar el 35% de I a las G sobre el 110% del valor de lo incorporado, más el 21% de IVA presunto por evasión sobre el mismo valor de base, más multas o recargos  O sea, sin ir al pasado, la AFIP, si aparecen bienes o fondos en 2013, que no tengan explicación, puede aplicar la reglamentación como hace siempre y prácticamente cobrar un impuesto equivalente al total de lo encontrado y aún más.


Es decir que aún sin retroactividad, el problema persistiría en las propiedades.  Si tengo fondos bancarios, hoy no le darán información a la AFIP más atrás que el 1/1/2011.


También hay que recordar que el secreto fiscal subsiste en Uruguay, de modo que de inmediato a la promulgación del tratado, deberá pasarse una ley derogando el secreto fiscal, con un texto que no se conoce. (Esto puede tener que ver con los casos de trianguación, que tanto preocupa al fisco nacional)

Resumiendo, por la forma en que está escrito el tratado, el contribuyente argentino parece protegido del pasado, como un blanqueo, pero si aparecen bienes a hoy, tendrá que justificarlos o perderá más que el valor del bien.

Ahora, la OCDE aparece y le dice a Uruguay que debe dar información retroactiva. No quiere decir que se elimina la cláusula que limita a ejercicios futuros la posibilidad de gravar de la AFIP. Quieren que Uruguay haga retroactiva su ley mencionada en el comienzo. URUGUAY NO LO HARÁ. Simplemente es inconstitucional. También la OCDE pide que ante un pedido de AFIP, el juez pueda omitir dar traslado del pedido al contribuyente. Tal vez sólo se hará si se demuestra un caso muy dramático, o donde se pruebe que el secreto es esencial. De todos modos, Uruguay demorará esto hasta principios de 2014 al menos, ya que recién a mitad de ese año la OCDE evaluará la fase 2 de trasparencia financiera de ROU.

Habrá que ver, si una vez en poder de información retroactiva, la AFIP no usa de algún modo esos elementos para buscar información adicional, (cuentas en bancos del exterior que interactuaron con la cuenta en Uruguay) o algún otro arbitrio de facto, ya que el tratado resultará complejo de oponer para un contribuyente normal, probablemente con un recurso ante la Corte.

El eterno retorno



El cepo cambiario, 20 años después
Por Dardo Gasparré 
Igual que en los 90, pero una convertibilidad
sin reservas. Aunque el efecto y las consecuencias
son y serán los mismos.



En marzo de 1991 publiqué en Ámbito Financiero un artículo titulado «El cepo cambiario». Bauticé entonces de ese modo, al sistema de tipo de cambio fijo, luego denominado Convertibilidad, que al atrasarse (previsiblemente) frente al incremento exagerado del gasto público terminaría 10 años después en el corralito, corralón, default, maxidevaluación, pesificación asimétrica compulsiva, caída de un gobierno democrático y pérdida del patrimonio y los sueños de muchos compatriotas.

En ese entonces la metáfora se aplicaba simplemente a la rigidez que creaba la fijación del tipo de cambio, que era la regla cambiara que había elegido el flamante ministro de Economía, Domingo Cavallo, para frenar la inflación. No voy a contar lo que todos sabemos que pasó, ni los porqués, ni voy a señalar culpables, ya que cada uno de los argentinos hemos elegido nuestro culpable preferido. (Olvidando las ventajas que cada cual supo disfrutar del subsidio al dólar que significó la fantasía)

Si bien las condiciones de la economía interna y externa son diferentes hoy, sin embargo los dos cepos se parecen en tres aspectos: Las características psicológicas del numen del ingenio perpetrado, los orígenes y efectos, y el final augurado.

La primera aseveración sólo será defendida con un enunciado. El cepo de 1991 fue capitaneado por un desaforado con conocimientos, el de 2012, por una desaforada sin conocimientos. El calificativo psicológico iguala la capacidades académicas, a los efectos pertinentes.

Si bien pareciera que los dos cepos son distintos, dado que la Convertibilidad sólo impidió la compra de dólares en su agonía, es posible advertir que, con alguna trasposición irrelevante, se trata del mismo animal con distinto pelaje, o con las manchas pintadas para disimularlas.

. Orígenes y efectos

El origen de la escasez de dólares que sufre el gobierno actual, que lo llevó a la desesperada medida, radica en la idea inicial de no agregar combustible a la inflación, que había sido ya suficientemente alimentada con un aumento enloquecido del gasto y una convalidación vía emisión de los incrementos salariales en el sector privado fogoneados por el propio estado.  (Hay que recordar que el kirchnerismo copió el objetivo de Perón en 1946 de elevar la participación de la masa salarial al 50% del producto bruto, igualmente desastroso) Cavallo en los 90 luchó con una hiperinflación heredada, mediante esa regla cambiaria, Cristina lucha contra la hiperinflación latente provocada por su propio gobierno. Ambos congelaron el dólar y se condenaron a perder ilimitadamente competitividad y puestos de trabajo.

Cavallo no recurrió a la emisión para paliar los efectos de su Cepo. Pero endeudó al país hasta desangrarlo y lo condenó a una inflación futura y un default, pasando por el desempleo del 18% que un buen día Menem descubrió que tenía.  Cristina apela a la emisión y se engaña con sus propias cifras, mientras dice desendeudar un país al que hipoteca cada día un poco más.

Porque no hace falta mucho análisis para comprender que el país se está endeudando sin contabilizarlo: jubilados, juicios nacionales e internacionales perdidos o que perderá, las deudas e intereses con el Club de París que tendrá que pagar algún día con creces, las llamadas expropiaciones/usurpaciones que nos costarán caro, la tasa de interés que nos cobrarán cuando tengamos que tomar crédito, cosa que pasará, el ajuste por la estafa del Indec a los bonistas, los costos de poder volver a ser autosuficiente energético, y un déficit de infraestructura que costará décadas resolver.

Capítulo aparte dentro del punto anterior merece la absurda política de subsidios de la energía, que es y será una fuente de endeudamiento en dólares imparable, que no tiene un final cercano, ni es siquiera posible imaginar cómo se hará para lograr que la gente acepte pagar entre 5 y 7 veces más lo que paga hoy de luz y gas, y 30% más lo que paga la nafta. El costo en dólares será inconmensurable. El subsidio a la energía, que implicó el pecado económico de subsidiar un bien escaso, lo que condena a un mayor consumo, y así hasta el suicidio. Subsidio y suicidio son dos términos que se parecen y se correlacionan, en este caso.

También el Menemismo tuvo sus propias deudas impagables y sus nudos gordianos. Las privatizaciones, imprescindibles en su momento, y el desprecio por el derecho de los ciudadanos y la destrucción de la juricidad pergeñada por Cavallo y sus asesores, ayudaron a salir de ese entuerto, junto a una adecuada patada al futuro vía la toma de deuda, más la estafa a los jubilados al cambiar la ley anticonstitucionalmente.  

El actual gobierno tiene la ventaja de una exportación cautiva como es la de la soja, lo que le da dólares tanto presupuestariamente, vía las retenciones, como en términos de balanza comercial, al quedarse con una masa de ingresos que el mundo le está aportando.  Menem-Cavallo tuvieron el impulso de inversión y mano de obra que les dieron las privatizaciones y el crédito desmedido de que gozó la Argentina en esa época, que supo honrar Cavallo en términos personales con sus amigos de la Banca Rockefeller, no con el país.


.El subsidio, un suicidio

Tanto en los 90 como en la actualidad, el subsidio a una mercadería escasa como el dólar produjo la misma fiebre compradora, tanto para atesorar como para gastar. El menemismo, con plata dulce, eligió satisfacerlo y luego quedarse con los ahorros de todos en dólares que había permitido atesorar. El kirchnerismo impide el atesoramiento y confisca de antemano al obligar a los argentinos a recibir pesos que no sirven para nada. En algún lugar, se produce el racionamiento y la confiscación.

No hace falta mucho esfuerzo para encontrar las similitudes entre la política comunicacional del desaguisado cambiario. La soberbia, la descalificación técnica y moral hacia los críticos, la lealtad interna al jefe convalidando cualquier disparate, el convencimiento de estar poseídos por una inspiración divina, o por un mandato superior, el ostracismo de los pares que se opongan al dogma, son fáciles parangones que no por fáciles debe dejar de enunciarse, en este curso colectivo de espejismo económico, que Paul Krugman, cuando aún no era mercenario, calificó en su libro homónimo como «Peddling prosperity». Mingo y Cris, un solo corazón, diría el slogan.

Y no es para nada casual que el Hopkins de Menem haya sido asesor personal del ilustre muerto del relato, inclusive cuando le recomendó sacar los fondos del país fuera de Santa Cruz, consejo suficiente y públicamente agradecido por el llorado y mentado Néstor.


.Final y consecuencias

            Haría falta grandes dosis de generosidad, benevolencia y desprecio por la evidencia, virtudes de las que carezco, para no advertir las coincidencias últimas y el resultado postrero, en su doble sentido, entre ambos cepos. Pérdida de competitividad, de exportaciones con valor agregado, cero inversión, (y cero ahorro, su correlato) desempleo, hiperinflación, default, convulsión social, pesificación que ya empezó, y daños colaterales graves al mercado inmobiliario, financiero, turístico, energético, y siguen las firmas.  

            Como el peronismo de los 50 y los 90, el kirchnerismo se copia en un eterno retorno. Veinte años después, como si la historia en vez del erudito de la nada Felipe Pigna, la escribiera Alejandro Dumas, (perdón por el literazgo) estamos donde estábamos. Un poco peor, eso sí.

            Una buena noticia. No cobraré derechos de autor a quienes usen la metáfora del cepo cambiario. Todos saben que no hay ningún cepo, ¿verdad?

Me limitaré a citar hechos. Sin opinar.

           En 2000, el FMI, el Banco Mundial, y bancos internacionales y locales le prestaron a Argentina 38.000 millones de dólares en lo que se llamó el Blindaje Económico, a una tasa del 8%. De acuerdo a las declaraciones de los funcionarios, esa operación solucionaría por muchos años el problema del endeudamiento nacional.


En 2001, y apenas sobre el borde del corralito, Cavallo propone, gestiona  y lanza el Megacanje, por el que  Argentina postergó pagos por 29.500 millones de dólares, y emitió deuda por 55.000 millones. (Tasa 16%)

El Megacanje fue seriamente cuestionado, y aún hoy subsisten graves causas judiciales contra sus gestores que están a punto de prescribir.


Argentina devolvió anticipadamente en esa operación préstamos que habían realizado varios bancos extranjeros, agrupados bajo la coordinación de David Rockefeller. La devolución,  poco antes del default,  es considerada  inválida en cualquier procedimiento de quiebra donde a último momento se hacen pagos a acreedores con preferencia sobre otros.


Algunos años después Rockefeller homenajea a Cavallo, como había hecho en 1992 y lo califica como un economista respetado a nivel mundial.


En 2005 Néstor Kirchner cancela todos los préstamos al FMI, casi 10.000 millones de dólares, sin necesidad ni urgencia de hacerlo, alegando que con esa medida se conseguiría independencia del sistema internacional.

Curiosamente, las minutas de las asambleas del Fondo en los años anteriores, establecían que la política del Fondo sería reducir la exposición drásticamente en los países emergentes.


                                                       *

EEUU: Son las empresas, no la deuda. Es la falta ética, no de negocios.




A esta altura del partido, hasta las amas de casa, supuestamente analfabetas financieras, se preguntan: ¿ómo puede ser que ahora que en Estados Unidos deciden bajar el gasto por primera vez en muchos años, que la Reserva Federal no está emitiendo a lo loco y que se ha alejado el fantasma del default, la Bolsa se desplome?



Buena pregunta, diría un político demagogo y precario.  Pero tiene sentido ensayar una respuesta.  Aquí vamos.



Los inversores han comprendido finalmente que las empresas americanas son mayoritariamente incapaces de generar ganancias por los medios lícitos clásicos. 

Se han olvidado de la idea de salir a vender, a tocar timbre, a convencer a cada cliente, a cambiar un no por un sí, de crear, de inventar, de bajar costos, de competir.  Especialmente de competir. Lo más parecido a un sistema de ventas que tienen es un telemarketer o un call center. (Inútilmente tercerizados, eso sí)

Necesitan entonces que el gobierno provoque inflación, emisión masiva de dinero y déficit fiscal para que así los consumidores estén tentados de comprar cualquir cosa sin necesidad de ir a convencerlos.

Necesitaron de las hipotecas truchas que hicieron estallar el sistema financiero para provocar una falsa abundancia y así vender lo que no sabían vender de otro modo.

Sus ejecutivos están ocupados en subir falsamente el valor de las acciones a fin de ganar los suculentos bonus atados al precios de esos papeles y no al resultado de las empresas, ni a los dividendos, como debería ser.

Necesitan una gigantesca devaluación (pese al 45% que ya ha perdido el dólar) para animarse a competir con China, con Taiwan (perdón) con Asia, con cualquiera.

Han olvidado dos de los principios básicos del capitalismo: la competencia y la eficiencia.

Los ejecutivos han  preferido olvidar otro principio fundamental del sistema: Soy exitoso, entonces soy rico.  Ahora prefieren ser ricos, sin necesidad de pasar por el éxito, que era el justificativo moral del capitalismo.

No hace falta vender más, no hace falta que la empresa gane plata, no hace falta inventar nada para ganar dinero. No hace falta que las acciones paguen buenos dividendos para que suban

El posmodernismo del capitalismo.



El olvido principal: La Ética

Los ejecutivos y las empresas han dejado de lado otro principio central del capitalismo:  la ética. La proverbial ética protestante, que tanto elogiamos los que alguna vez creímos honestamente en el sistema.

¿Qué ética?, ¿la de los bancos, banqueros, auditores,  calificadoras, funcionarios supervisores (Reserva Federal),  que estafaron a sus clientes, al estado, a sus ahorristas, a sus accionistas, al sistema internacional con las hipotecas mal otorgadas y que terminaron destrozando la credibilidad, los ahorros y la confianza? La de los vendedores al estado americano, que necesitan de los acomodos, la manipulación pública, las guerras con Afganistán e Irak,  el terrorismo real y el publicitado para conseguir ganancias sin control?

¿Qué ética? ¿la de comprar empresas inútiles para aumentar el valor de las acciones y así ganar más bonus? ¿La de radicar filiales en los países emergentes, en deterioro del trabajador americano, pero luego utilizar todos los artilugios para no pagar impuestos en EEUU sobre la ganancia así obtenida, a veces con el costoso apoyo bélico americano?

 Entre la falta de ética y la incapacidad para salir a conquistar consumidores internos y externos, las empresas americanas dependen del gasto público, la inflación y el despilfarro del estado.

Eso es lo que ven los inversores. A la hora de poner su dinero en riesgo, nadie quiere apostar a un sistema que saben por experiencia propia que hace trampas, y que además es incompetente.



La deuda americana puede ser enorme e importante. La incapacidad de sus empresas y ejecutiyos es mucho más preocupante.



Con justicia, Wall Street baja.