Publicada en El Observador de Montevideo 14/07/2015


Teorema del ajuste


En estos días venimos discutiendo el funeral de Grecia, las reducciones de presupuesto de Brasil, las estupideces delirantes argentinas con su gasto, su cepo y su emisionismo y el endurecimiento de la Unión Europea con algunos de sus países miembros.


En Uruguay el gobierno muestra una encomiable prudencia presupuestaria y la intención de contener el gasto del estado, lo que evidentemente no le ganará amigos.


Todos estos procesos pasan por esa idea central de bajar el gasto, evitar los despilfarros en las empresas y emprendimientos del estado, ajustar los planes de jubilación a las posibilidades de cada país para mantener un equilibrio entre los activos y los pasivos. Y por supuesto, conseguir inversión del exterior para las grandes obras  y  además, aumentar la exportación.


Es evidente que se abre esta discusión porque la facilidad del endeudamiento, el déficit y las commodities a buen precio se han esfumado. El escenario futuro está mucho más cerca de una recesión casi generalizada que de una estabilidad o crecimiento.


Lo interesante es que muchas publicaciones especializadas  supuestamente ortodoxas, premios Nobel, economistas ilustrados, socialistas de partido y de barrio, opinadores y demás deudos, esgrimen el argumento de que cuando hay una recesión, una contracción, una desaceleración o como tengan ganas de apodar al parate, es incongruente cortar el gasto, bajar la inflación, limitar la emisión y tener prudencia fiscal.


Justo cuando hace falta estimular la actividad, - dicen -  los fanáticos del ajuste quieren enfriarla, provocando así más recesión y tal vez depresión, y creando una espiral negativa de graves consecuencias.


Algunos acostumbrados a meter la mano en cualquier bolsillo hasta inventan impuestos para seguir financiando el bienestar, como si ello no fuera a tener ninguna consecuencia.  


Discutamos algunos principios. En las épocas de auge, lo ortodoxo es proceder de modo anticíclico, es decir bajar el gasto estatal, contener la emisión, recaudar más impuestos por el aumento de actividad, bajar el déficit. Esto porque el auge produce un crecimiento  y bienestar natural que permite ser prudente y conservador, y ahorrar para los momentos duros.


Entonces, cuando lleguen los momentos difíciles, se podrá otra vez ser anticíclico, usar algunos de los ahorros producidos en la bonanza, aflojar la mano y minimizar los efectos del mal momento sobre la sociedad.


¿Pero qué pasa cuando se es procíclico en la buena, o sea cuando se aumenta el gasto, la generosidad estatal y el reparto en el momento de las vacas gordas?
Fácil. Pasa que cuando llegan las vacas flacas eso obliga a ser procíclicos también, o sea, hay que bajar los gastos y sus colaterales negativos.  Eso ha pasado en varios de nuestros pequeños países. Se habrán ganado elecciones y aplausos con ese método, pero las consecuencias son las actuales y las que vienen.


Eso que llaman despectiva y atemorizadoramente ajuste, es lo que hacen los gobiernos prudentes, inteligentes y patrióticos, de cualquier tendencia o ideología. No Syriza, claro. Pero la onda, dicen los teóricos de café, es patear todo para adelante, emitir, endeudarse, conseguir pedal, y no parar la economía ni el empleo.  Y no crear desempleo por ningún motivo.


Lamento poner en vuestro conocimiento (como decían las viejas cartas de rechazo) que ese camino conduce a ser Grecia. En cualquier curva, en cualquier barquinazo, en cualquier traspié, aunque sea perder una final de fútbol, la cosa se da vuelta.  


No controlar el gasto lleva en estos escenarios a dos caminos: el de aumentar impuestos, que conduciría a un desempleo y a un círculo vicioso de la peor clase de recesión. O el de endeudarse para sostener un ritmo de gasto insostenible. 


Y de pronto, un día cualquiera, los acreedores no quieren prestar más, al contrario, pretenden cobrar, los intereses suben, la emisión produce inflación, la exportación se frena por altos costos internos, y todo eso que le pasa a los demás pero nunca nos va a pasar a nosotros.


Las grandes economías, con grandes fuerzas aéreas y misiles, se pueden dar el lujo de ser así de livianas, o irresponsables. Probablemente no les pase nada de modo instantáneo, y  si les pasa redistribuirán el daño o encontrarán alguna guerra u otro salvataje. Como los dioses griegos ahora en boga, que se peleaban ferozmente pero nunca morían, sino que morían los héroes y los humanos.


Pero nosotros, las economías pequeñas, no podemos jugar a ese juego.  Entonces, luego del festival procíclico en las buenas, viene la purga procíclica en las malas.  Y aunque sea molesta, funciona. España, Portugal, Irlanda, son ejemplos que muestran que cuando se baja el gasto del estado, se liberan las fuerzas del sector privado, se aumenta la inversión y la exportación, y si bien la economía toda sufre en un primer momento, se recupera con mucha más vitalidad y sanidad.


Por supuesto que cada uno puede tener su ideología y defender sus intereses y pedir que el estado no baje el gasto, ni corte el empleo, ni baje subsidios, ni deje de emitir, y aun sentirse traicionado por su partido si no lo satisface. Ese derecho no está en discusión. Hasta se puede convocar un referéndum inútil con esas ideas y ganarlo.


Lo que sí hay que incorporar en el razonamiento son los efectos de esas ideologías, de esos intereses, de la irresponsabilidad fiscal, de gastar antes de crecer, de matar a la gallina de los huevos de oro, que, guste o no, es el sector privado, el sector externo, la inversión externa.


El estado no produce riqueza. La toma y la gasta. Eso se nota mucho más en instancias mundiales como la de estos tiempos.



Por eso no hay que olvidar lo que le pasa a Grecia. Y estar felices de no tener gobernantes como Alexis Tsipras.

Publicada en El Observador de Montevideo. 07/07/2015



Grecia se suicida. Volvé, Pericles



Grecia, como tantos países emergentes, ama creer que la deuda externa es algo que inventan los acreedores para frenar su desarrollo, esclavizarlos y evitar que se transformen en potencia.


Esa construcción se realiza después de tomar la deuda, nunca antes. Casi todas las deudas que se contraen son para pagar gastos corrientes, o intereses de deudas anteriores. Escasísimas veces para gastos de infraestructura.


Pareciera que a nadie se le ocurre pensar que con presupuestos balanceados, sin déficit, con un gasto estatal bajo, se evitará el endeudamiento. Los ciudadanos de estos países prefieren desentenderse del modo de financiamiento cuando envían su lista de necesidades infinitas al estado. Para eso están los gobernantes, ¿verdad?


Cuando Grecia entró en la UE y luego en la eurozona, adoptó una decisión salvadora.   Para ello tomó una serie de compromisos. Se benefició así de un crédito que jamás habría merecido de otro modo, tanto por pertenecer a la Unión Europea como por endeudarse en moneda fuerte.


Desde ahí, se burló de todos. Sus presupuestos fueron disolutos, dionisíacos, y la deuda fue aumentando consecuentemente. Cuando la Unión Europea y el BCE advirtieron que los acuerdos de Maastricht se habían incumplido, (Déficit, nivel de deuda) era tarde.  El gobierno de centro derecha griego prometió entonces un ajuste, y a cambio recibió un salvataje importante para sus bancos, y para los bancos privados acreedores, que le habían prestado irresponsablemente.


Este salvamento, luego de varias etapas de rescate, terminó reemplazando (y salvando) a los bancos acreedores individuales por prestamos  del FMI y el BCE, y los montos más importantes, por préstamos directos de Alemania, Francia, Italia y España, juntos con otros países de la eurozona, a tasas muy baratas.


El salvataje fue organizado por Goldman Sachs, que hoy es acusado de haber ayudado a Grecia a engañar a sus acreedores, tanto con la presentación de su situación, como con las promesas de cumplimiento y su seguimiento. Esto no sorprende si se analiza el comportamiento de este banco (y de sus exejecutivos trasplantados a la Administración americana) en el penoso y delictivo salvataje a los bancos americanos en 2008.


Por supuesto que la lectura del endeudamiento griego por nuestros ideólogos de entrecasa es que a la UE le convenía prestarle a Grecia para exportarle sus productos.
Sugiero mirar las cifras o en su defecto darse una vuelta por el peloponeso para desestimar esa idea. También de paso estudiar el profundo pensamiento geopolítico alemán, que no funciona en la misma frecuencia que nuestra mente truquera y mercosureana barata.


Grecia mintió y estafó a sus socios de la UE, rompió acuerdo de buena fe que son vitales en el mundo de la política y el comercio internacionales, dilapidó e sistemáticamente el dinero que tomó en préstamo,  incumplió todo sus acuerdos y terminó con una economía paralizada, virtualmente inexistente.  


Eso obligó a una nueva intervención de la UE y el BCE, que, a cambio de volver a rescatar a sus bancos locales, con subsidios que pagó toda Europa, la obligó a un ajuste que dió muy buenos resultados que ya eran notorios al momento de la elección del izquierdismo populista de Syriza, en enero pasado.


Esta agrupación llega al poder gracias a una campaña del estilo de las que están en boga en Europa:  "No al ajuste, si al euro, que nos subsidie Alemania",  podría resumirse.  Por supuesto, la propuesta encontró eco popular inmediato, ya que era muy atractiva para los oídos grecolatinos. 


El argumento técnico, del que se han hecho eco muchos economistas y expertos es el de que nada es peor que tratar de resolver una recesión con mas ajuste. Curiosamente, la recesión griega no se originó en el ajuste, sino en los excesos que terminaron por destruir el sistema de crédito interno y estallaron cuando el BCE se negó a seguir proveyendo euros a un país que, como un jugador empedernido, se gasta todo lo que tiene y luego pide más a los parientes.


Tsipras recurrió a una tautología para negociar ante la UE: "No puedo pedir ajustes al pueblo que me eligió justamente porque prometí no hacer ajustes". El argumento casi infantil precipitó el referéndum que es en varios sentidos una insensatez. Porque por una parte paraliza al propio primer ministro, que ahora no puede incumplirlo,  y obliga a la UE a no ceder en su posición.


Si la UE, ante el voto mayoritario de Grecia, satisficiera su carta a los Reyes Magos, crearía un precedente fatal que abriría la puerta a todos los Podemos y otros secesionistas europeos. (Secesionistas en la parte de cumplir, no en la parte de recibir euros de regalo)

           
Con el OXI en sus manos, o en sus espaldas, Tsipras, ya sin el contrapeso de Varoufakis, su ministro playboy, va a negociar con la UE hoy a la tarde. No tiene mucho para negociar. La UE recibirá cualquier propuesta con otro OXI, menos democrático pero más contundente.



Cualquier arreglo durará pocos días. El pueblo griego debe cambiar este NO por un sí, si quiere sobrevivir. Para ello, debe cambiar a Tsipras, y acaso a Syriza.  


La democracia griega, de la que todos, inclusive Grecia, hemos abrevado tan mal, sabía que el voto no podía cambiar los grandes postulados. Thales, Pitágoras, Euclides, dormían tranquilos. A nadie se le ocurriría decidir por sufragio que la suma de los ángulos interiores de un triángulo no era igual a dos rectos, o que la suma del cuadrado de los catetos en un triángulo rectángulo no era igual que el cuadrado de la hipotenusa. Por lo menos en la geometría euclidiana.


Ahora Grecia, con la ayuda de Krugman y otros predicadores de la irresponsabilidad monetaria, dice que sí: la suma de los ángulos interiores de un triángulo mide lo que cada uno quiera, el gasto público puede ser infinito, y la emisión genera actividad y empleo. Lástima que Merkel sigue confiando en Pitágoras.


Los bancos están cerrados esta semana. Se habla de un plan para confiscar al menos 30% de los depósitos bancarios. No alcanzaría. Grecia sin el subsidio de Europa, estalla y se diluye en el Egeo, como una deidad mitológica. La UE y el FMI saben que tienen que conceder una quita y extensión de plazos a un pais inviable. Los gobernantes de la UE también tienen que responder a sus ciudadanos, cansados ya de la follie griega.  


Por eso exigen previamente seriedad fiscal controlada por el BCE. No quieren seguir dándole plata al timbero empedernido, proceder que aconsejan no sólo los economistas, sino los  psiquiatras. El demagógico plan de jubilación de 2012 debe derogarse, es una bomba de tiempo con estallido a plazo fijo, un presente griego en toda la línea. El sistema jubilatorio debe rediseñarse totalmente.  La UE seguramente comprará ahora bonos de los países más complicados para mostrar su apoyo, entro ellos Ucrania, que se beneficiará indirectamente de este caos, y por la necesidad de la OTAN de apoyarla frente a Rusia.


Los griegos ya defaultearon los pagos al FMI y la deuda que ahora repudian es una deuda de honor, contraída con países que le hicieron el favor de evitarles un default anterior.


Los que acarician la idea de emitir dracmas o lo que fuere,  salirse del euro, acercarse a Rusia y otras variaciones, recuerdan a las sirenas de Odiseo. Mejor taparse los oídos para no escucharlas.


Grecia tiene que pasar a la adultez. El pueblo griego tiene que hacer honor a sus orígenes.  Y a su palabra, de paso.


Por el momento se fue Varoufakis. El nuevo ministro de economía se llama Euclides. ¿Toda una premonición de ortodoxia?




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Publicada en El Obervador 20/06/2015


El cepo de Cristina a Daniel Scioli

 


Los mercados temblaron el miércoles por la dedificación de Carlos Zannini como vicepresidente-supervisor de la fórmula presidencial del Frente para la Victoria. Si no estuvieran cegados por su proverbial codicia, habrían previsto una instancia como ésta hace ya algunos meses.

He analizado en varias notas estos escenarios, y lo que está ocurriendo era previsible e inevitable. La señora Fernández le ha puesto una corsé de hierro a su propio candidato. Un cepo, para usar el término tan odiado en el mercado.

El Secretario del área legal es un viejo amigo de los Kirchner de la época feudal provincial en los 80, inteligente, capaz y un ideólogo con convicciones y estilo maoístas. De paso, es el conductor del movimiento juvenil La Cámpora, integrado por jóvenes inexpertos y casi imberbes, como habría dicho Perón, pero que han penetrado el  poder en sectores del estado que no saben gerenciar, pero que controlan políticamente.         

Zannini es, además,  el referente político y “handler” del General Milani, Jefe del Ejército que controla el sistema de espionaje, que hasta ahora se ha dedicado casi exclusivamente a espiar a jueces, funcionarios y políticos propios y extraños.

Las expectativas de los sectores productivos, financieros y sensatos, no sólo de Argentina, confiaban en que si era presidente, Scioli, mediante un hábil uso de la corrupción política y la “caja”, lograría independizarse de la actual presidente y respetar el apotegma peronista, que dicta que quien gana las elecciones dirige el partido y el gobierno, y los otros obedecen.  

Liberado del yugo cristinista, seguía el sueño, imprimiría un giro copernicano a su estilo impávido y subordinado y realizaría los cambios y correcciones que sabemos imprescindibles: arreglar con los Holdouts y el FMI, resolver con el CIADI viejos y nuevos reclamos, salir del cepo cambiario suicida, e incorporar al país al mundo del raciocinio.`

Los que conocemos hace muchos años al gobernador sabíamos que eso no sucedería. Ofrezco mis notas como testimonio, si hace falta. Lo que ha ocurrido ahora es simplemente que la señora Fernández se ha asegurado de que ni por error pueda hacerlo.

La presidente ha cedido ante la realidad de las encuestas, pero tratará a Scioli aún con más rigidez y dureza que la que usaría con Mauricio Macri: desprecia al bonaerense y se sentirá traicionada con cualquier gesto de libertad que ensaye.

El ahora único candidato presidencial del FPV contaba con un grupo de economistas que, si bien no aperturistas ni fanáticos promercado, prometían un gradualismo para reingresar a Argentina al mundo, o por lo menos al pensamiento lógico. Zannini aparece como incompatible con esos economistas. Se sabía que la opción Macri implicaba una mayor celeridad y contundencia en la apertura que la opción Scioli. Ahora ésta es considerada un clon del gobierno de Cristina Fernández. Eso es seguramente lo que sorprendió a los mercados.

El resto del panorama político-económico no cambia materialmente con ninguno de los dos candidatos. El Senado tendrá mayoría kirchnerista, casi seguramente. En Diputados el kirchnerismo tendrá la primera minoría por lo menos, a la que sumará aliados.

La toma de decisiones será entonces morosa: ninguno de los dos candidatos podrá per se negociar la deuda externa, privativo del Congreso, ni el presupuesto. Ninguno tendrá la ventaja de la cesión inconstitucional de poderes que hizo el Congreso a favor de Fernández.

La justicia está invadida por jueces y fiscales designados por Cristina, como el Ministerio Fiscal, inamovibles. Lo mismo ocurre en el Banco Central y otros puestos clave de la administración.

A esto habrá que sumar la posibilidad de que el oficialismo obtenga la fundamental gobernación de la provincia de Buenos Aires, y la de que Cristina Fernández se postule hoy para diputada por este distrito en primer término y muy rápidamente se muestre como presidenciable para 2019.

Este panorama algo tétrico que describo ya existía y era imposible de modificar, y así lo expresé en varias de mis notas. De ahí que no entiendo por qué los mercados reaccionan ahora y no antes. Fernández no designa a Zannini por ser maoísta, sino por su lealtad, pero se descuenta que cumplirá el rol de monje “chino”, fiel a su apodo.

Si gana Scioli, el kirchnerismo le impondrá sus criterios por la fuerza política. Si gana Macri, lo neutralizará usando las reglas republicanas de la Constitución, que tan poco le importaron hasta ahora. En tal caso el kirchnerismo residual obrará como un Tea Party republicano, obstruyendo cada una de sus decisiones.  

Es posible que de todos modos, se ensaye un acomodamiento de la economía, (nadie osará llamarlo ajuste para no enojar a Cristina Fernández), pero no a la velocidad ni en el grado en que el sector productivo argentino, y seguramente Uruguay, esperaban. También es posible una apuesta al endeudamiento para fogonear el crecimiento. Una baja del gasto o los impuestos parece muy lejana. En este proceso, es mejor un triunfo de Macri, pese al riesgo del cepo del Tea Party autóctono.

El resultado electoral es otra cuestión, aún difusa. Macri debió ayer abandonar su capricho infantil y candidatear a Gabriela Michetti como Vice, pero su fórmula para la provincia de Buenos Aires es muy débil. Si no se postula hasta esta noche Cristina, el gobernador del distrito, con una población cuatro veces mayor que la de Uruguay, surgirá de un grupo de candidatos políticamente escuálidos. Lo mismo puede decirse de los diputados. En cambio, si Fernández encabezara la lista de diputados, auguro mucho trabajo en la Cancillería oriental con la afluencia de pedidos de radicación.

Con cualquier resultado, el arma más importante del sistema K para mantener su poder y su impunidad, no será el partido, sino la Constitución, que en el mejor estilo maoísta, ahora esgrimirá en su favor.


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